Vilalba
Mi madre hab¨ªa nacido en 1918, y ten¨ªa por tanto memoria de la Dictadura de Primo de Rivera y de la Rep¨²blica. Era una persona de un humor lac¨®nico, en el estilo de su familia o, tal vez, en el que corresponde a la mentalidad agraria de la Terra Ch¨¢. Su padre hab¨ªa sido, al parecer, uno de los fundadores del casino local, pero les denegaba a las hijas el ir a los bailes que en ¨¦l se celebraban. "Quer¨ªa conservarnos en formol", comentaba ella con causticidad. ?l, Antonio Garc¨ªa Hermida, era un comerciante cat¨®lico y conservador que hab¨ªa creado las Irmandades da Fala en Vilalba y se hab¨ªa distinguido por haber creado un par de peri¨®dicos de sesgo agrarista y anticaciquil -apenas unas hojas-, que animaron la vida del pueblo en la ¨¦poca.
En la casa que habitaban mis t¨ªas, y que hab¨ªa sido la casa familiar, era posible encontrar en el desv¨¢n ejemplares de la A Nosa Terra de los a?os veinte y tambi¨¦n gran n¨²mero de ese tipo de folletines que la prensa de Madrid del momento editaba. Las se?oritas de provincias y otros seres sensibles le¨ªan naturalmente tales textos con devoci¨®n, intentando respirar el aire de espacios m¨¢s vastos. Recuerdo, ya adolescente, tener en mis manos unas pardas y deshilachadas hojas de La dama de las camelias en ese formato fasciculado.
Tambi¨¦n en esa ¨¦poca, anterior a la guerra civil, era frecuente la realizaci¨®n de "veladas", que era como denominaban a breves representaciones en las que era com¨²n la declamaci¨®n de poemas o el poner en obra breves escenas tanto de los cl¨¢sicos como de autores locales. Sol¨ªan tener lugar en lo que fue el Teatro Villalb¨¦s. Recuerdo que mi madre me dec¨ªa que en una de ellas su papel era el de Espa?a, que era como una reina a la que las distintas regiones -"o que agora chaman comunidades aut¨®nomas", me dijo- hac¨ªan su respectivo homenaje. Una de esas regiones, por cierto, era Manuel Fraga, un ni?o en el momento.
Cuento esto que me han contado porque en un pa¨ªs tan acomplejado como Galicia, en el que son tan frecuentes identidades tan m¨®rbidas, una de las cosas que hemos pasado por alto es la a veces muy rica vida social de pueblos que, como Villalba, articulaban comarcas muy amplias. Hemos hecho tabla rasa con mucha facilidad de nuestro pasado, sin tomar en consideraci¨®n los a veces ¨ªmprobos esfuerzos de artesanos, comerciantes y otros segmentos de la peque?a burgues¨ªa por dotarse de una vida ideal. Nos hemos negado a entender, con notable injusticia, el marco mental de nuestros antepasados, llevados por nuestros propios prejuicios retrospectivos.
Pero esos pueblos y esas gentes estaban ah¨ª. En sus alrededores se desarrollaba una vida dif¨ªcil, como en casi toda la Europa agraria del momento. Toda la Terra Ch¨¢ era una sucesi¨®n de parroquias que ten¨ªan una fuerza que entre tanto han ido perdiendo con el paso de los a?os. Todav¨ªa en los a?os setenta esas parroquias se iluminaban con fiestas que amenizaban todo el verano. Ahora, esas parroquias de nombre sonoro y prestigioso -Lanz¨®s, Goiriz, Caz¨¢s, Codesido...- est¨¢n desapareciendo como verdaderos n¨²cleos de vida social poco a poco, -si es que no han desaparecido ya, aunque no nos hayamos enterado.
Es una forma de organizaci¨®n del territorio que ha marcado nuestra historia y nuestro car¨¢cter, pero al que la emigraci¨®n, la reciente desaparici¨®n del campesinado, y la inminente capitalizaci¨®n a cargo de grandes empresas ha se?alado su hora final. Proven¨ªa, por cierto, del reino Suevo, de cuya fundaci¨®n se cumplir¨¢n 1.600 a?os en 2010. Tal vez esa fecha podr¨ªa ser la ocasi¨®n de analizar no s¨®lo aquel per¨ªodo sino la repercusi¨®n de este dato en la vida del pa¨ªs. Dejo la idea para que Ram¨®n Villares u otros historiadores le den forma.
En Vilalba, por supuesto, el tono lo daban los comerciantes, que eran tal vez el estrato principal, a veces enriquecidos en la emigraci¨®n americana. En los ¨²ltimos a?os muchas veces me han preguntado por qu¨¦ daba tal cosecha de notables, desde presidentes de la Xunta, a rectores de universidad, escritores y dem¨¢s. Yo siempre he respondido lo evidente: que porque en Vilalba hace mucho fr¨ªo y para escapar de ¨¦l uno se anima a cualquier cosa. Adem¨¢s, de Vilalba han salido funcionarios e intelectuales, no empresarios. El talento no ha hecho mucho dinero. Simplemente ha ganado unos cuartos para ir tirando. Sin embargo, una posible explicaci¨®n podr¨ªa ser ¨¦sta: era un pueblo de comerciantes y una comarca de labradores en la que la propiedad de la tierra no era eclesi¨¢stica. Tal vez las dos cosas se hayan notado. Al no haber una verdadera oligarqu¨ªa local, clerical o similar, al tratarse de una mesocracia absoluta, tal vez no ha habido esas maneras de bloquear el ascenso social que en otros pueblos y ciudades es f¨¢cil detectar. En todo caso, su presente sigue determinado por el hecho de ser una encrucijada de caminos. Siempre hemos estado en la encrucijada. Tal vez eso haya importado.
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