El nombre de la cosa
A primera vista, el debate interno sobre la nueva denominaci¨®n de los concejales de la junta de gobierno del Ayuntamiento de Madrid, parec¨ªa simple capricho, asunto secundario y de tr¨¢mite. A Gallard¨®n no le gustaba lo de las concejal¨ªas, el t¨¦rmino concejal le parec¨ªa poco para sus ediles favoritos, y lo de consejeros pod¨ªa llevar a confusi¨®n con las consejer¨ªas comunitarias de su enemiga ¨ªntima Esperanza Aguirre. Al final, los principales colaboradores de Alberto han pasado a llamarse consejeros delegados, una denominaci¨®n con claras reminiscencias de la empresa privada; esta vez no se trataba de un mero tema de protocolo, sino de una se?al inequ¨ªvoca de por d¨®nde van los tiros en el Ayuntamiento, que no es una gran familia pero s¨ª una gran empresa, una empresa de todos los madrile?os, una futura sociedad an¨®nima gestionada por un reconocido equipo de profesionales liberales y amigos de las privatizaciones.
A Gallard¨®n no le gustaba lo de las concejal¨ªas, el t¨¦rmino concejal le parec¨ªa poco para sus ediles favoritos
Los consejeros delegados municipales marcan las distancias con los simples concejales de la sufrida oposici¨®n que no ostentan poder ni delegaci¨®n alguna. La diferencia es notoria, concejal viene de concejo, que es una instituci¨®n popular y democr¨¢tica, y consejero delegado proviene simplemente de un consejo, que no concejo, de administraci¨®n. Se supone que a la hora de privatizar o subcontratar, Gallard¨®n har¨¢ las cosas con m¨¢s tino y finura que su predecesor ?lvarez del Manzano, que la pifi¨® con alevos¨ªa en el caso Funespa?a, la Empresa Mixta de Servicios Funerarios de Madrid cuya privatizaci¨®n irregular se ve estos d¨ªas en los tribunales. No s¨¦ si recuerdan: primeramente, el piadoso alcalde quiso hacer comulgar con ruedas de molino a los madrile?os diciendo que morirse en Madrid no era negocio para nadie y la funeraria dej¨® de ser mixta, se condonaron sus deudas y se vendi¨® por una peseta a los sufridos empresarios dispuestos a cargar con los muertos. Lo hicieron bien y los cad¨¢veres, encantados, empezaron a rendir suculentos beneficios a sus nuevos enterradores. Precisamente el consejero delegado de Funespa?a, ?ngel Valdivia, acaba de poner la nota de humor y desparpajo en el proceso f¨²nebre al declarar que ¨¦l se limitaba a firmar todos los papeles que le pon¨ªa delante su hermano Juan Antonio, vicepresidente de la empresa; leerlos antes hubiera significado una flagrante falta de confianza fraternal.
Entre concejal y consejero cab¨ªan bonitos y clarificadores neologismos como consejal o concejero, pero hay que reconocer que lo de consejero delegado es igualmente clarificador y m¨¢s euf¨®nico. En la nueva junta de gobierno del Ayuntamiento la delegaci¨®n estrella es la de Medio Ambiente, que corre a cargo de la que fue concejal estrella de Servicios al Ciudadano, Ana Botella. Cuando do?a Ana tom¨® posesi¨®n de su cargo en el Consistorio anterior, la Concejal¨ªa se llamaba de Asuntos Sociales, antes Beneficencia, pero hubo cambio de denominaci¨®n para poner el departamento a la altura de su nueva inquilina, que exigi¨® inmediatamente una nueva, m¨¢s amplia y lujosa sede para servir con m¨¢s comodidad y confort a sus administrados: la caridad bien entendida empieza por una misma, debi¨® pensar la ex concejala y hoy consejera delegada cuando ech¨® mano del presupuesto para servirse a s¨ª misma y a domicilio.
La de Medio Ambiente es la consejer¨ªa estrella, porque el Medio Ambiente es uno de los temas estrella del momento, precisamente a causa de su mala estrella, y se ha convertido en refugio de depredadores arrepentidos dispuestos a lavar sus culpas como el amigo americano Al Gore. Mientras su marido, que ya no es concejal consorte del Ayuntamiento, sino consejero delegado consorte, bucea en los procelosos fondos de las islas Caim¨¢n a la pesca de inversiones de alto riesgo, Ana Botella se sumerge a pulm¨®n libre en las tareas medioambientales de una ciudad v¨ªctima propicia de la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica y ac¨²stica, entre gases ponzo?osos y decibelios desaforados. Unos lavan los fondos y otras la imagen. Diez grandes parques con millones de arbolitos y un plan, por ahora secreto, para mejorar el aire son las propuestas estelares de la nueva consejera, una mujer realizada que ha escrito un libro, va a plantar un mill¨®n y medio de ¨¢rboles y tiene una hija casada con un alto ejecutivo de la f¨®rmula 1, gran productora de gases, decibelios y despilfarros energ¨¦ticos.
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