Carta bolivariana al presidente Ch¨¢vez
La no renovaci¨®n de la licencia del grupo audiovisual Radio Caracas Televisi¨®n (RCTV) ha despertado pol¨¦mica dentro de su pa¨ªs y en muchas otras partes del mundo. Cuando escuch¨® las cr¨ªticas internacionales a la decisi¨®n de su Gobierno, dijo "que se vayan al carajo", pensando que era una intromisi¨®n inaceptable en las competencias soberanas de Venezuela. Pero usted tambi¨¦n hace juicios sobre las decisiones de otros pa¨ªses, unos acertados y otros no tanto, como por ejemplo cuando asaete¨® al Senado de Brasil por pronunciarse sobre el mismo asunto. En realidad, usted tiene derecho a opinar sobre otros gobiernos y los dem¨¢s tienen derecho a opinar sobre el suyo, porque el debate internacional de hoy es un rico intercambio en el que participan no s¨®lo los l¨ªderes pol¨ªticos, sino tambi¨¦n la sociedad civil y los medios de comunicaci¨®n.
Sus victorias electorales de 1998, 2000, 2004 y 2006 son otros tantos ¨¦xitos de la democracia en Am¨¦rica y, por tanto, buenas noticias para los dem¨®cratas de todo el mundo. Su capacidad para comunicar con el pueblo venezolano es bien conocida. Si ahora muchas personas de buena voluntad estamos preocupadas por las libertades en Venezuela es porque la historia demuestra que la democracia puede, desgraciadamente, degenerar en algunos casos y desviarse hacia el abuso, el sue?o convertirse en pesadilla, y acabar en fracaso. Los venezolanos son los primeros que no quieren que esto ocurra y tampoco lo desean los verdaderos amigos de Venezuela.
Como sabe, adem¨¢s de votaciones peri¨®dicas, la democracia requiere un esfuerzo constante de respeto por los otros, y sobre todo por aquellos que piensan de manera distinta. El pensamiento ¨²nico, sea de ra¨ªz pol¨ªtica o religiosa, termina conduciendo a la intolerancia y la exclusi¨®n. Usted denuncia con firmeza la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos. Pero en su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre de 2006, cit¨® varias veces un libro de Noam Chomsky. Este autor, nacido en Filadelfia y profesor en el MIT, los filmes de Michael Moore, otros artistas y gran parte de la prensa norteamericana est¨¢n dirigiendo desde el interior cr¨ªticas terribles, creo que justificadas, al presidente Bush. Las libertades de opini¨®n y de expresi¨®n cimentan as¨ª esa vieja democracia, tan admirada en sus or¨ªgenes por Sim¨®n Bol¨ªvar, y permitir¨¢n la elecci¨®n de un Gobierno en Estados Unidos m¨¢s sensible a los problemas del mundo, con el que Am¨¦rica Latina y Europa podamos por fin entendernos.
Al incorporar las diversas fuerzas vivas, la ventaja de la democracia es que moviliza todo el genio y las capacidades de un pa¨ªs, de derechas y de izquierdas, ricos y pobres, de una u otra etnia y religi¨®n. Como ejemplo de integraci¨®n reciente, ah¨ª tenemos el caso de Sur¨¢frica, que est¨¢ superando de manera admirable un pasado de desigualdad e injusticia. Usted conoce mejor que nadie que en Venezuela preocupan la seguridad ciudadana, el desarrollo econ¨®mico y la educaci¨®n, y estos y otros retos se afrontan mejor con la participaci¨®n de todos que con recetas ideol¨®gicas que pueden satisfacer los esp¨ªritus pero no arreglan los problemas cotidianos. Los recursos naturales tampoco constituyen una f¨®rmula infalible para el avance de un pa¨ªs, porque la econom¨ªa tiene sus propias leyes. La redistribuci¨®n de la renta petrolera que su Gobierno realiza ayuda a muchos a salir de la pobreza; sin embargo, esto no asegura una econom¨ªa productiva. El cerrar un pa¨ªs a los intercambios con el exterior conduce al final al estancamiento.
Evidentemente, las personas que idearon el golpe de Estado de 2002 contra la legitimidad democr¨¢tica deben ser sometidas a los tribunales, pero esto no puede llevar a silenciar a los adversarios pol¨ªticos. Usted tambi¨¦n intent¨® un golpe de Estado en 1992, estuvo en prisi¨®n, recibi¨® luego un indulto, y ahora es presidente de la Rep¨²blica. Quienes apoyaron el golpe de Estado se equivocaron, pero el pa¨ªs saldr¨ªa ganando si ellos continuasen participando en el debate. Estas experiencias demuestran en cualquier caso que hay que abandonar la violencia pol¨ªtica para siempre y conducir las batallas en el terreno abierto de las ideas y la persuasi¨®n.
Junto a la integraci¨®n de todos, perm¨ªtame evocar tambi¨¦n la idea de unidad, tan querida al Libertador. Como Sim¨®n Bol¨ªvar vio el primero, los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina tendr¨ªan un grand¨ªsimo potencial si se unieran, pero persisten algunas controversias y disputas. Los pa¨ªses ¨¢rabes hablan la misma lengua y tienen una historia com¨²n, pero est¨¢n divididos. Pienso que el sue?o de unidad de Bol¨ªvar se est¨¢ realizando en Europa.
Superando un pasado de tiran¨ªas, luchas intestinas y explotaci¨®n colonial, en la mayor parte de la Europa actual no existen fronteras, tenemos una econom¨ªa interdependiente con una moneda com¨²n, mantenemos instituciones supranacionales, y perseguimos unas relaciones pac¨ªficas con todo el mundo. Los sistemas pol¨ªticos europeos propician la integraci¨®n de todos y la dignidad humana, y hemos creado una Uni¨®n de Estados que garantiza la paz. Los gobiernos de diversos colores encuentran terrenos de acuerdo. Aunque estos son progresos considerables, los europeos no queremos dar lecciones a nadie. En cada regi¨®n del mundo las circunstancias son distintas y cada una debe descubrir su propia v¨ªa hacia la resoluci¨®n de controversias internacionales y el acercamiento regional. Simplemente, el caso europeo puede ser de ayuda o inspiraci¨®n y, desde luego, es lo m¨¢s parecido que existe a los ideales de asociaci¨®n entre pa¨ªses que Bol¨ªvar proclam¨®.
La figura de Bol¨ªvar no es un patrimonio de los venezolanos, ni de los andinos, ni siquiera de los americanos. Bol¨ªvar es hoy un patrimonio global. Tan deudor de Bol¨ªvar puede declararse un europeo que reconoce la barbarie del colonialismo, como un norteamericano que defiende los derechos humanos en todo el mundo, como un africano indignado con el expolio de su pa¨ªs por propios y extra?os, como un chino que reclama la democracia y la libertad.
A pesar de los enormes cambios de los dos ¨²ltimos siglos, Bol¨ªvar sigue interpelando al norte rico y dominador, pero tambi¨¦n a sus propios compatriotas. En su c¨¦lebre Carta de Jamaica de 1815 pregunta: "?Seremos nosotros capaces de mantener en su verdadero equilibrio la dif¨ªcil carga de la Rep¨²blica?".
Con los mejores deseos desde Europa para Venezuela y para todo el gran continente americano.
Mart¨ªn Ortega Carcel¨¦n es investigador en el Instituto de Estudios de Seguridad de la Uni¨®n Europea en Par¨ªs.
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