De la fidelidad y la traici¨®n
Hace algunos a?os el profesor Manuel Montero public¨® un art¨ªculo en que clasificaba los pueblos en dos grandes categor¨ªas culturales: los pueblos que generan misioneros y los pueblos que generan esp¨ªas. Para entendernos, los pueblos de misioneros se componen de individuos pose¨ªdos por alguna verdad, individuos que sienten la irresistible tentaci¨®n de convertir a todo el mundo a su doctrina. Son tipos altisonantes que predican, vociferan, acercan mucho la cara a su interlocutor y le sueltan soflamas. Los pueblos de misioneros generan misioneros (l¨®gicamente), pero tambi¨¦n pol¨ªticos, profetas y fan¨¢ticos.
Muy al contrario, los pueblos de esp¨ªas est¨¢n compuestos por gentes reservadas y discretas. No tienen inter¨¦s en convertir al adversario; prefieren robarle informaci¨®n y utilizarla en su propio beneficio. Los pueblos que se componen de esp¨ªas cuentan con una historia, en general, menos violenta. Practican el secreto y la ocultaci¨®n. No son proselitistas. Para seguir entendi¨¦ndonos, los pueblos de esp¨ªas generan esp¨ªas (l¨®gicamente), pero tambi¨¦n confesores, confidentes, agentes dobles y tecn¨®cratas.
No hay la m¨¢s m¨ªnima duda de que el pueblo vasco es un pueblo de misioneros. Y no s¨®lo porque diera en otro tiempo misioneros a patadas, sino porque, debido a esa naturaleza militante, los vascos pueden abrazar cualquier ideolog¨ªa o doctrina; de hecho, mayor es su entusiasmo cuanto m¨¢s delirante sea la ideolog¨ªa o la doctrina en cuesti¨®n. Los pueblos de misioneros tienen poco sentido del humor, tienden a tomarse el mundo en serio (lo peor que puede hacerse, a partir de cierta edad) y alumbran sociedades desquiciadas y convulsas. La izquierda abertzale y su m¨¢s acabado subproducto, el terrorismo, son un buen ejemplo de esas extravagantes cruzadas en las que se empe?a el pueblo vasco, siempre dispuesto a redimirse a s¨ª mismo, a redimirnos a nosotros (menos vascos de lo debido) y a redimir a los dem¨¢s.
Pero este art¨ªculo no ten¨ªa intencionalidad pol¨ªtica (?Hay resaca de pachar¨¢n que pueda compararse a la que causa un solo trago de pol¨ªtica vasca?), de modo que regresemos a la realidad m¨¢s cotidiana; porque, en efecto, en un pa¨ªs de misioneros como el nuestro nadie puede ni sabe guardar secretos. Esa es otra de las caracter¨ªsticas fundamentales de un pueblo misional: que mantener los secretos en ¨¦l es imposible. Aqu¨ª, para enterarte de algo, basta con llevar al que lo sabe a una sesi¨®n nocturna de copas de alta graduaci¨®n: al final lo acabar¨¢ soltando todo.
Y es que aqu¨ª se habla sin parar. ?Qui¨¦n no ha tenido esa experiencia? Euskadi, pa¨ªs de misioneros, est¨¢ lleno de sujetos lenguaraces, entregados a la facundia, a la m¨¢s irresponsable verborrea. Nadie es capaz de guardar la informaci¨®n, por importante que sea, y por insignificante tampoco. Como somos misioneros, no paramos de hablar. Hablamos de todo y constantemente. No tenemos facultades para el espionaje, y m¨¢s que recabar datos (en las reuniones de trabajo, en las comilonas, en las sedes parlamentarias, en las camas o en los bares) nos dedicamos a difundirlos sin parar.
Al final, el Pa¨ªs Vasco no es mucho m¨¢s complicado que eso: miles de secretos imposibles de guardar en un pa¨ªs de cuatro gatos. ?Es concebible una sociedad m¨¢s infernal? Entre nosotros, los secretos, ya sean p¨²blicos o privados, decaen por el paso del tiempo. Todo se acaba sabiendo, y bastante pronto, adem¨¢s. Aqu¨ª, cuando uno es depositario de un secreto, calla al principio por pudor, por imperativo moral o por verg¨¹enza, pero luego comprueba c¨®mo en pocos d¨ªas el presunto secreto est¨¢ en boca de todos. Por eso, en el Pa¨ªs Vasco, la lealtad a los amigos, a los jefes o a los amantes prescribe con el tiempo. La fidelidad presenta fecha de caducidad. Y quiz¨¢s por eso nuestra forma de ejercitar la delaci¨®n resulta muy venial: rompemos un secreto cuando constatamos que todos ya lo conocen (De modo que, en realidad, no lo rompemos). Y, por eso, cuando alguien nos conf¨ªa dram¨¢ticamente un secreto sabemos que no tiene tanta importancia: lleva semanas entregando la misma confidencia a todos los dem¨¢s.
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