La batalla de la moral

?C¨®mo se puede defender a la vez una moral y la contraria y no estar loco? El episodio de la embestida que el arzobispo de Valencia, a trav¨¦s del semanario Paraula, ha propinado al consejero de Sanidad, Rafael Blasco, porque permite "matar" embriones humanos al apoyar la investigaci¨®n biom¨¦dica del Centro Pr¨ªncipe Felipe, tiene sin duda una lectura coyuntural, seg¨²n la cual el sector "cristiano" del PP valenciano, cada vez m¨¢s poderoso, lanza una carga de profundidad contra un detestado correligionario pol¨ªtico en v¨ªsperas de la constituci¨®n de un nuevo Consell. Pero tiene otra lectura mucho m¨¢s relevante en lo que ata?e al debate p¨²blico general. Dicho de otro modo, uno puede preguntarse con cierto regocijo si el intrigante Blasco (a quien la revista arzobispal recuerda con muy mala leche que fue conseller del PSOE) est¨¢ en la cuerda floja, pero tambi¨¦n alarmarse al constatar en qu¨¦ manos estamos.

Al fin y al cabo, Blasco, que es consejero de un gobierno presidido por Francisco Camps, a quien el arzobispado se cuida mucho de aludir en modo alguno, ha permitido que se investigue en Valencia en biomedicina, pero tambi¨¦n ha otorgado generosas subvenciones a esa cueva del integrismo reaccionario que es el "observatorio" de bio¨¦tica de la Universidad Cat¨®lica, un centro que, gracias al PP, contar¨¢ adem¨¢s con toda una facultad de Medicina destinada a convertirse en altavoz de la caverna moral espa?ola en materia cient¨ªfica.

Me jugar¨ªa una cena a que Camps no toca el asunto en la sesi¨®n de investidura que se celebrar¨¢ hoy en las Cortes. Quiero decir que no dedicar¨¢ un pasaje de su discurso a defender en foro parlamentario lo que de verdad promueve con su pol¨ªtica, rodeado como est¨¢ de numerarios, supernumerarios y legionarios de Cristo. Dudo mucho tambi¨¦n que Joan Ignasi Pla (?qu¨¦ hace el portavoz todav¨ªa en este debate despu¨¦s del vapuleo en las elecciones?) tenga la mentalizaci¨®n necesaria para dar la batalla de la moral en el terreno en el que hay que hacerlo, el de las contradicciones demag¨®gicas en un feudo de la derecha espa?ola. Los socialistas valencianos no se han dado cuenta de que la lucha de las elecciones generales del a?o que viene (como la de las auton¨®micas pasadas) tiene que ver con inversiones y con infraestructuras, pero tambi¨¦n con valores. Para el sector m¨¢s influyente del PP, en realidad Zapatero no es aborrecible porque supuestamente margina a los valencianos sino porque representa una sociedad laica, abierta y pluralista. La jerarqu¨ªa cat¨®lica y sus ac¨®litos en la pol¨ªtica hace tiempo que lo saben.