La haza?a de obedecer
Acaban de morir en L¨ªbano seis caballeros legionarios enrolados en la Brigada Paracaidista de edades comprendidas entre los 18 y los 21 a?os, a saber: Jefferson Vargas Moya, Jeyson Alejandro Casta?o Abad¨ªa, Yhon Edisson Posada Valencia, Jonathan Galea Garc¨ªa, Juan Carlos Villora D¨ªaz y Manuel David Portas Ruiz. Los tres primeros de origen colombiano, los otros tres espa?oles. Estaban all¨ª cumpliendo una misi¨®n acordada por Naciones Unidas bajo bandera espa?ola. Fueron alcanzados por la explosi¨®n de un coche accionado a distancia al paso del veh¨ªculo BMR en el que se encontraban a bordo. Les cuadran bien los versos de Calder¨®n de la Barca dedicados al soldado espa?ol de los Tercios. seg¨²n los cuales "Aqu¨ª la m¨¢s principal/ haza?a es obedecer/ y el modo c¨®mo ha de ser/ es ni pedir ni rehusar". Enseguida se ha dispuesto lo necesario para establecer su identificaci¨®n y repatriar sus cuerpos, que recibir¨¢n los honores de ordenanza.
Cuando a¨²n no han regresado los cad¨¢veres de los nuestros de la base espa?ola Cervantes, situada a escasos tres kil¨®metros de la localidad libanesa de Jiam donde tuvo lugar el atentado, ya hemos escuchado a Mariano Rajoy, l¨ªder del PP, principal partido de la oposici¨®n, superponer al elemental testimonio de pesar las cr¨ªticas a una misi¨®n que, en su opini¨®n, es de guerra enmascarada. Qu¨¦ gran ocasi¨®n ha perdido Mariano para ofrendar el m¨¢s respetuoso silencio a los muertos. Pero volvamos sin m¨¢s a Calder¨®n quien se?ala con acierto "que nadie espere/ que ser preferido pueda/ por la nobleza que hereda,/ porque aqu¨ª a la sangre excede/ el lugar que uno se hace/ y sin mirar c¨®mo nace/ se mira como procede". El canto a los valores castrenses del poeta concluye indicando: "Aqu¨ª, en fin, la cortes¨ªa/ el buen trato, la verdad/ la firmeza, la lealtad,/ el valor, la bizarr¨ªa,/ el cr¨¦dito, la opini¨®n,/ la constancia, la paciencia,/ la humildad y la obediencia,/ fama, honor y vida son/ caudal de pobres soldados;/ que en buena o mala fortuna/ la milicia no es m¨¢s que una/ religi¨®n de hombres honrados".
Reconozcamos que nuestros soldados han cumplido y cumplen misiones internacionales en lugares de conflicto en los Balcanes, en Am¨¦rica, en ?frica, en Oriente Pr¨®ximo, en Irak y en Afganist¨¢n. Que lo hacen, como dice el art¨ªculo 157 de las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas, realizando de buen grado los trabajos extraordinarios que imponen las necesidades del servicio y aceptando en el cumplimiento de su tarea los riesgos, fatigas e incomodidades que tienen que afrontar. Merecen saber que detr¨¢s de ellos, enviados all¨ª por el Gobierno leg¨ªtimo, estamos todos nosotros sin divisi¨®n de opiniones. En medio de tanto deshonor como han cosechado los contingentes militares de otros pa¨ªses, sucede que los nuestros han sabido comportarse de forma impecable sin dar origen a reclamaci¨®n alguna y con absoluto respeto a los derechos humanos de las poblaciones a cuya recuperaci¨®n contribuyen de manera que ha suscitado todas las admiraciones. Sumemos tambi¨¦n la nuestra, antes de entrar en est¨¦riles disputas que a tanta distancia pueden resultar desmoralizadoras para los soldados all¨ª enviados.
Algunos diarios, como Abc, atentos a evitar hasta la sombra de un disgusto a la secretaria de Estado de EE UU, Condoleezza Rice, con ocasi¨®n de su reciente visita a Madrid, estimaron inadecuadas las manifestaciones del ministro de Defensa, Jos¨¦ Antonio Alonso, que criticaba los "bombardeos indiscriminados" en Afganist¨¢n. Afirmaba el ministro que as¨ª no se ganan las mentes y los corazones de los afganos. Queda claro que m¨¢s bien se incita a la hostilidad, que viene a recaer sobre quienes como los nuestros est¨¢n sobre el terreno en contacto con la poblaci¨®n agredida. En todo caso, resulta inaceptable una divisi¨®n del trabajo seg¨²n la cual los pilotos de EE UU bombardean por su cuenta sin r¨¦plica antia¨¦rea posible a miles de metros de altura y dejan que las consecuencias recaigan sobre quienes est¨¢n desplegados a ras de tierra.
Espa?a no ha rehuido el cumplimiento de sus deberes con la comunidad internacional y ha pagado su tributo en hombres y en fondos del erario p¨²blico. Por eso, a la reclamaci¨®n del titular de Defensa le asiste todo el derecho. Es de esperar que cuando lo sucedido en L¨ªbano llegue al Congreso de los Diputados todas las fuerzas pol¨ªticas sepan estar a la altura. Los paracaidistas han muerto obedeciendo. A sus compa?eros de armas les debemos la prueba de que no se equivocaban. Veremos.
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