Diego: 9,99 en selectividad
Un joven de Vallecas que sue?a con ser m¨²sico logra la nota m¨¢s alta de Espa?a en la prueba
Diego Ramos -18 a?os reci¨¦n estrenados, cara de buen chico- dice mucho "jol¨ªn" y "jolines". Acaba de llegar a su colegio. Se sonroja ante la avalancha de flases y c¨¢maras que esperan a la puerta. Es mediod¨ªa.
Diego Ramos -18 a?os reci¨¦n estrenados, cara de buen chico- dice mucho "jol¨ªn" y "jolines". Acaba de llegar a su colegio. Se sonroja ante la avalancha de flases y c¨¢maras que esperan a la puerta. Es mediod¨ªa.
Esa ma?ana, Diego pretende ver su nota de selectividad por Internet, pero la p¨¢gina web de la Complutense, colapsada por miles de estudiantes, no funciona. Una llamada de tel¨¦fono del gabinete de comunicaci¨®n de la universidad le saca de dudas: "Diego, has sacado un 9,99. Es la nota m¨¢s alta de todo Madrid". Las autoridades acad¨¦micas no recuerdan una calificaci¨®n semejante.
"?Mira el Diego, atendiendo a la prensa como si fuese Beckham!". Hay codazos y corrillos en el colegio concertado Gredos San Diego de Vallecas, un gigantesco centro (1.600 alumnos) gestionado por una cooperativa social laica. A Diego le cuesta contestar a todos esos periodistas con los que ha quedado. Le pasan el m¨®vil constantemente. Responde con monos¨ªlabos. Se quita y se pone las gafas. Parece inc¨®modo. Llega su madre, que es m¨¦dica de familia, y ¨¦l le ruega: "?Te vas a quedar conmigo?". "Tranquilo, hijo, aqu¨ª estoy". Su hermana Delia, que tiene 13 a?os, le mira a trav¨¦s de sus gafas y no dice nada. ?l cuenta de ella que es muy, muy lista. S¨®lo falta el padre, tambi¨¦n m¨¦dico. Est¨¢ trabajando.
Con una nota casi perfecta -una media s¨®lo manchada por un 9,8 en ingl¨¦s-, Diego podr¨ªa estudiar lo que quisiera, pero ¨¦l cuenta con la boca peque?a que se matricular¨¢ en Matem¨¢ticas, y con la boca grande que ¨¦l, lo que de verdad quiere ser es m¨²sico. "Estudio viol¨ªn y composici¨®n", explica mientras se enciende. Y luego piensa un momento en qui¨¦n es su m¨²sico favorito: "Jol¨ªn, pues Alasdair Fraser, que hace m¨²sica celta". Este a?o ha faltado a clase por su pasi¨®n por el conservatorio. "Aun as¨ª, el chico no ha pedido facilidades", recalca el director del colegio, Juan Jos¨¦ Mart¨ªnez.
M¨²sico, matem¨¢tico... y poeta. Diego ha ganado alg¨²n premio de poes¨ªa, dice el director. Una vez hizo un comentario de texto sobre un poema de Luis Garc¨ªa Montero "tan bonito" que el centro se lo mand¨® al autor. Y a ¨¦ste le gust¨® tanto que llam¨® al colegio para ir a dar una charla.
En la adolescencia de Diego no hay ni grandes juergas, ni, de momento, novias. "Cuando vengan, vendr¨¢n". ?Vas a discotecas? "No, no, no", repite, y se pone m¨¢s t¨ªmido. Prefiere "el cine antiguo" y los libros. Est¨¢ leyendo La m¨²sica de los n¨²meros primos, de Marcus du Santoy: "Est¨¢ muy bien, es muy divulgativo". El chico se muestra opaco en temas pol¨ªticos. "Cumpl¨ª 18 a?os el 4 de junio y por poco no vot¨¦. Pero aunque lo hubiese hecho, no te iba a contar a qui¨¦n", afirma. Y coge carrerilla: "Hay que ser cr¨ªtico con lo que te rodea. Hay gente que te vende la moto y no puede ser...".
"Aqu¨ª, en el colegio, ya se han cansado de llamarme empoll¨®n. Y lo que yo digo es que, jol¨ªn, que no me juzguen s¨®lo por las notas", reflexiona. Pero cuando Diego habla en clase, sus compa?eros callan. Por respeto, dice el director. Tiene m¨¢s afinidad con los chavales del conservatorio.
El conservatorio. Siempre el conservatorio. Hasta en la selectividad. Algunos d¨ªas llegaba a casa a las diez de la noche, con el viol¨ªn bajo el brazo, y se pon¨ªa a estudiar un par de horas. No ha necesitado m¨¢s.
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