Lou Reed se libera 'in situ' de la desolaci¨®n de 'Berlin'
El m¨²sico interpreta su m¨ªtico ¨¢lbum en la capital alemana ante un p¨²blico entregado
Lou Reed lleg¨® como suele. Ni una sonrisa, ni un gesto al p¨²blico berlin¨¦s que se reuni¨® a las ocho de la tarde dispuesto a aplaudir rabiosamente cada canci¨®n de Berlin, el disco que Reed public¨® en 1973 y ejecut¨® el martes de principio a fin en la capital que le da nombre. Se hizo el neoyorquino acompa?ar por 30 m¨²sicos, entre su banda de rock, un coro infantil y una docena de miembros de la London Metropolitan Orchestra para representar a lo grande la tremenda historia de Caroline y Jim, una pareja que "en Berl¨ªn, junto al muro", se hunde en una tolvanera de drogas, sordidez, desprecio mutuo y violencia.
En Berl¨ªn, junto al antiguo trazado del muro, Reed y los suyos espabilaron de crudeza aquel ¨¢lbum desolador sin permitir que asomara la nostalgia. Profesionalidad y discreci¨®n sobre el escenario decorado por Julian Schnabel, recato y atenci¨®n extremas del p¨²blico, cuya media de edad pod¨ªa calcularse por las considerables filas ante los ba?os de caballeros. Muchas m¨¢s canas que gre?as y bastantes m¨¢s americanas que prendas de cuero entre la audiencia que quer¨ªa escuchar cada nota y ver cada imagen de las que se proyectaban sobre los m¨²sicos. Algunos llegaron a chistar durante el concierto a los que se atrev¨ªan a animar con gritos o silbidos.
La densidad del sonido en la abarrotada sala grande del Tempodrom, en el barrio de Kreuzberg, crec¨ªa seg¨²n avanzaba la tarde. Por momentos se hac¨ªa dif¨ªcil reconocer qu¨¦ canci¨®n de Berlin interpretaban Reed y Steve Hunter, cuyos solos brillantes sonaban ya en el cl¨¢sico en directo de Lou Reed Rock 'n' Roll Animal en 1974. Tocado con un gorro de lana estilo Alcatraz, Hunter le sac¨® el martes a su Gibson SG sonidos que le valieron el reconocimiento del public¨® durante toda la tarde. El propio Reed los bailaba discretamente y le daba contrapunto con riffs secos y agresivos.
Las voces de Sharon Jones y las ni?as del coro no suavizaron el acento rockero que Reed quiso darle al recital, muy lejos de la vanguardia pop de los setenta de la que fue pionero junto a John Cale y The Velvet Underground.
En 1970, Reed dej¨® The Velvet Underground y emprendi¨® una carrera en solitario que le dio la fama. Entre el p¨²blico berlin¨¦s que se acerc¨® el martes al Tempodrom se contaban tambi¨¦n j¨®venes que no hab¨ªan a¨²n nacido cuando Reed celebraba sus ¨¦xitos. Un hombre de unos 30 a?os vestido con vaqueros y americana comentaba al salir c¨®mo el concierto result¨® "agradable, hasta que el fumado que yo era a los 17 a?os me dijo t¨ªo, ¨¦se es Lou Reed y est¨¢ tocando Sweet Jane". Se acerc¨® entonces al escenario "para bailar y gritar un poco".
Fue Sweet Jane el primero de los bises tras los 75 minutos que requiri¨® la interpretaci¨®n de Berlin. Su primeros acordes desataron el entusiasmo entre la audiencia, que llevaba 10 minutos pidiendo el regreso de la banda. La velada empez¨® entonces a recordar a un concierto de rock. Una pareja se encaram¨® a las sillas en la primera fila. Cientos de espectadores dejaron sus butacas para bailar frente al escenario, donde un muchacho con patillas transgredi¨® con un porro la prohibici¨®n de fumar.
En la ¨¦poca de Berlin, Reed gozaba de una reputaci¨®n de hosco y de apologista de las drogas sexualmente abigarrado que casaba muy bien con los textos de sus canciones, poblados de prostitutas, yonquis, travestis y de una poes¨ªa oscura enredada en ritmos de rock and roll hipn¨®ticos como un responsorio. El martes, la nueva instrumentalizaci¨®n de Berlin son¨® s¨®lida y virtuosa, sin presunciones. La desgraciada historia de Caroline y Jim sonaba casi agradable aun cuando sonaban los berridos infantiles con los que termina The kids. Un ni?o de unos cuatro a?os jugaba con su mu?eco del Cowboy Woody en la tercera fila. A la salida, un joven entonaba un himno con el que los hinchas celebran en Alemania la victoria de su equipo, "pero qu¨¦ bonito ha estado".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.