El pasado es un pa¨ªs extranjero
Caras que asoman desde el pasado y vienen gastadas por el tiempo. ?Te acuerdas de m¨ª? Llegan del colegio, del instituto, de la facultad, del ej¨¦rcito, de m¨¢s atr¨¢s todav¨ªa, de los lugares de la infancia: viv¨ªan cerca de la casa de mis padres, me ve¨ªan en la calle, en la parada del autob¨²s, saliendo de la cafeter¨ªa, qu¨¦ s¨¦ yo. Caras que los a?os han ido usando, labrando, y no obstante algo en los ojos de los ojos de anta?o, un vestigio en la sonrisa de la sonrisa de ayer, lo que queda de un gesto remoto en sus gestos de hoy.
Hasta las voces han cambiado, yo observando sorprendido y, para mis adentros, No puede ser, no puede ser.
?Te acuerdas de m¨ª? En rigor me acuerdo mal porque algo, en todo mi cuerpo, se resiste a aceptar la injusticia de la vida, el ejercicio nost¨¢lgico de ¨¦pocas que han dejado de ser, la recapitulaci¨®n melanc¨®lica de la memoria: ?te acuerdas de m¨ª?, y no personas, fragmentos de personas que me hablan de un momento que ya fue como si siguiese siendo, que me rodean de difuntos y ruinas, ruinas de emociones, de entusiasmos, de alegr¨ªas, semejantes a Pompeyas que ha enterrado la lava del olvido. Y de repente est¨¢n all¨ª y con ellas episodios desenfocados que regresan, tanta esperanza enterrada, tanto difunto que me observa de lejos, con una dulzura enternecida: ?te acuerdas de m¨ª? Mi comienzo favorito es el de una novela de L. P. Hartley, escritor que, supongo, ya nadie lee.
El secreto es avanzar sin ideas, sin planes. Recibir con humildad la inocencia
Lo leo yo. La primera frase dice as¨ª: "El pasado es un pa¨ªs extranjero: all¨ª las cosas se hacen de otra manera". Y de ese pa¨ªs extranjero, que sigue existiendo paralelo al presente, surge de vez en cuando un abrazo, una frase, una palma enternecida que se apoya en mi hombro con una levedad esperanzada.
?Te acuerdas de m¨ª? y los ojos del alma con dificultad para enfocarlas, una negativa interior a aceptar los desmanes de la suerte, la certidumbre m¨¢s o menos indecisa de ser todav¨ªa un hombre para m¨¢s tarde. ?Cu¨¢ntos a?os tengo? Me da la impresi¨®n de que pocos, acabo de nacer. Nunca le he preguntado a nadie ?Te acuerdas de m¨ª? porque siempre soy otro. ?Acordarse de qu¨¦? El del colegio, o el del instituto, o el de la facultad, o el del ej¨¦rcito, es un pariente vago, un antepasado difuso entre criaturas difusas, un fulano que probablemente nunca existi¨®, inventado por fotograf¨ªas y recuerdos imaginados. ?Qu¨¦ padres, qu¨¦ abuelos, qu¨¦ hermanos, qu¨¦ amigos, qu¨¦ compa?eros de estudio, yo que me negaba a estudiar? Nunca he coleccionado nada a no ser cosas imposibles, me he pasado los d¨ªas buscando picaportes en paredes sin puerta. Por ah¨ª encontraba uno, a fuerza de insistir me met¨ªa en una habitaci¨®n a oscuras, sal¨ªa con un pu?ado de p¨¢ginas ya escritas, descubiertas al tacto en un anaquel invisible. Les pon¨ªa un t¨ªtulo, los editores las publicaban. No tengo la noci¨®n de que me pertenecen, de haberlas hecho yo mismo. S¨®lo anduve por all¨ª reuni¨¦ndolas, en una especie de sue?o.
Si fuese totalmente honesto no les pondr¨ªa mi nombre: me he limitado a juntarlas con una obstinaci¨®n son¨¢mbula: durante toda mi existencia no he hecho otra cosa que ser un ciego recorriendo sombras. Escribir es escuchar con fuerza. Seguir escuchando lo ya escuchado. Seguir escuchando lo ya ya escuchado. Y lo ya ya ya escuchado. Y as¨ª sucesivamente. Vaciarme de lo que no sea esto para poder llenarme. No se me antoja otra tarea fuera de esta escucha perpetua.
Cuando no estamos vac¨ªos no ocurre nada.
El secreto es avanzar sin ideas, sin planes. Dejar venir. No a?adir ni quitar. Recibir con humildad la inocencia. Husmear como los animales, ir excavando, excavando.
Y abajo, despu¨¦s de mucha tierra, muchos caparazones de insectos, muchas hojas, muchas ra¨ªces, muchas piedras, el libro. Que no se escribe, se limpia. Una ocupaci¨®n de minero sin linterna en la frente hasta encontrarnos con las personas y nosotros en medio de ellas. Una profesi¨®n de silencio hasta que nos toquen las voces. ?De qu¨¦ trata su libro? No s¨¦ de qu¨¦ tratan mis libros, no s¨¦ para qu¨¦ sirven. No es eso lo que me interesa. No hablo sobre ellos porque no me es posible hablar sobre ellos. Son m¨¢quinas que se me escapan.
Aparatos de los que no tengo el manual de instrucciones. Son mi des¨¢nimo y mi alegr¨ªa. ?De qu¨¦ trata su libro? Pues bien, para empezar ni siquiera es m¨ªo. Andaba por ah¨ª, lo captur¨¦. Es decir, lo fui capturando a medida que lo escrib¨ªa. Es un error leerlos, me parece. Se deben husmear como hacen los animales e ir excavando, excavando.
Traducci¨®n de Mario Merlino.
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