Cambio clim¨¢tico, energ¨ªa y aumento de la poblaci¨®n
El presidente de Estados Unidos, George Bush, a pesar de su pertinaz pol¨ªtica de ninguneo del Protocolo de Kioto, nos sorprend¨ªa el pasado 4 de junio con su aceptaci¨®n de que se est¨¢ produciendo un calentamiento global del planeta y que hace diez semanas solicit¨® a su gabinete que se reunieran peri¨®dicamente con los cient¨ªficos para recabar los datos sobre el efecto invernadero. Lo m¨¢s caritativo que se puede decir es que Bush tiende a reconocer las evidencias cuando son lugares comunes.
El 8 de junio recibimos con cierta esperanza la noticia de que, dada la insistencia de la se?ora Merkel, la reuni¨®n del G-8, aunque mermada en sus objetivos, hab¨ªa conseguido, afortunadamente, que sus recomendaciones se instituyesen bajo el auspicio de la ONU, tal y como hab¨ªa propuesto su secretario general, Ban Ki-moon. A pesar de la opini¨®n del presidente Bush, es la ¨²nica forma de abordar el cambio clim¨¢tico.
Han pasado m¨¢s de 30 a?os desde que se produjo la primera crisis energ¨¦tica. Pero, tal y como denunciaba hace unos meses la revista Nature, la investigaci¨®n sobre nuevas fuentes de energ¨ªa y su desarrollo ha dejado de interesar pr¨¢cticamente a las instituciones oficiales. Incluso en Estados Unidos, cuyo Departamento de Energ¨ªa tiene funciones equivalentes a las de nuestros ministerios, las inversiones realizadas para investigaci¨®n han descendido notoriamente respecto a la ¨¦poca del presidente Jimmy Carter, quien dej¨® su cargo en 1981.
Ojal¨¢ todo cambiase despu¨¦s de la reuni¨®n del G-8, pero a¨²n no existe un programa de cooperaci¨®n global en lo que se refiere a aspectos energ¨¦ticos, a pesar de que la mayor¨ªa de los l¨ªderes pol¨ªticos occidentales afirman tomar muy en serio el cambio clim¨¢tico y las nuevas fuentes de energ¨ªa. Eso no es cierto, como demuestra la moderada inversi¨®n para potenciar la investigaci¨®n en estos temas. Aunque hay algunas excepciones, como Alemania, que gasta 50 millones de euros anualmente en el Instituto para la Investigaci¨®n Energ¨¦tica, o la nueva iniciativa del Reino Unido, que intenta hacer lo mismo en el Instituto de Tecnolog¨ªa Energ¨¦tica que empezar¨¢ a funcionar en 2008. Pero no cunde el ejemplo en la Uni¨®n Europea: en el VII Programa Marco europeo, que empieza este a?o, se se?ala la energ¨ªa como una de las nueve l¨ªneas de investigaci¨®n prioritarias..., pero con un soporte econ¨®mico muy moderado, un 5%.
Me enorgullece decir que la Comunidad Valenciana se ha interesado en el problema energ¨¦tico desde la ¨¦poca de la primera crisis: poco despu¨¦s de su inicio, hace 27 a?os, y bajo la presidencia de Joaqu¨ªn S¨¢ez Merino, en la Fundaci¨®n Valenciana de Estudios Avanzados se realiz¨® el primer encuentro sobre el tema, con el t¨ªtulo actualmente candente de Nuevas fuentes de energ¨ªa.
Desde luego, no se ha dejado de pensar en ello en esta Comunidad. Como ejemplo reciente, el Alto Consejo Consultivo en Investigaci¨®n y Desarrollo de la Presidencia de la Generalidad Valenciana realiz¨® en 2004 el Simposio Internacional Cambio Clim¨¢tico: desde la Ciencia a la Sociedad, organizado por Jos¨¦ M? Baldasano y Jos¨¦ Luis Rubio, con la participaci¨®n de Ram¨®n Tamames, todos premios Rey Jaime I. Las conclusiones cient¨ªficas y econ¨®micas a las que all¨ª se llegaron se recogen en un volumen publicado con mucha anterioridad al Informe Stern, y en ¨¦l ya se revelaban muchos de los datos que el citado informe ha difundido.
Pero quiz¨¢s la iniciativa m¨¢s importante en materia energ¨¦tica llevada a cabo sea el manifiesto que firmaron gran parte de los miembros de los jurados de los Premios Rey Jaime I, durante su reuni¨®n del pasado a?o en Alicante, y en el que 67 personalidades, entre las que se contaban quince premios Nobel, manifestaban su preocupaci¨®n por los recursos energ¨¦ticos e instaban a los gobiernos y a los organismos internacionales a afrontar con urgencia el problema.
Pero no basta: junto al abuso masivo de combustibles que liberan gases de efecto invernadero, especialmente CO2, el espectacular aumento de la natalidad supone una enorme presi¨®n para el planeta. Parece olvidarse que cada a?o, la poblaci¨®n mundial aumenta en unos 90 millones de habitantes. Si bien los datos evidencian que en relativamente pocos a?os hemos duplicado la poblaci¨®n mundial, no hacemos gran caso. Cuando nac¨ª, en 1923, ¨¦ramos cerca de 2.000 millones dehumanos, pero ahora superamos los 6.500 millones. Lo que no parece preocupar ni a los gobiernos ni a las instituciones, especialmente a aquellas opuestas a la regulaci¨®n del n¨²mero de nacimientos. Ello supone un mayor requerimiento de alimentos, energ¨ªa y todo cuanto conlleva cubrir siquiera un m¨ªnimo de necesidades b¨¢sicas, con lo cual el escaso terreno agr¨ªcola disponible est¨¢ cerca de un l¨ªmite que dudo pueda soportar muchos m¨¢s miles de millones de humanos. Naturalmente, los m¨¢s perjudicados ser¨¢n los habitantes del continente africano: los desiertos de Namibia y el Kalahari siguen extendi¨¦ndose, con lo que cubren zonas de cultivo y disminuyen las posibilidades de supervivencia en las ¨¢reas lim¨ªtrofes. El aumento de temperaturas ha favorecido la proliferaci¨®n de los mosquitos y otros animales transmisores de enfermedades, por lo que la malaria se ha extendido a ¨¢reas hasta ahora no afectas. Aunque mucho se habla de ?frica, la verdad es que nadie hace mucho por ella. Sus habitantes crecen a pesar de las p¨¦simas condiciones sanitarias, con carencia de cient¨ªficos y expertos en I+D, y en unas condiciones en que la corrupci¨®n y las guerras son constantes.
Asimov, bioqu¨ªmico antes que novelista, dec¨ªa hace unos 30 a?os: "Evidentemente, la raza humana no puede crecer durante mucho tiempo al ritmo actual, prescindiendo de cuanto se haga respecto al suministro de alimento, agua, minerales y energ¨ªa. Y conste que no digo 'no querr¨¢', 'no se atrever¨¢' o 'no deber¨¢': digo, lisa y llanamente, 'no puede".
Hace a?os, analistas acad¨¦micos, medios de comunicaci¨®n y la comunidad internacional se hab¨ªan preocupado por la poblaci¨®n y el programa internacional sobre la familia. Despu¨¦s de per¨ªodos de atenci¨®n y ayuda han seguido a?os de negligencia, especialmente los ¨²ltimos diez.
En enero de este a?o, el Grupo Parlamentario sobre la Poblaci¨®n, Desarrollo y Salud Reproductiva, del Reino Unido, public¨® el art¨ªculo Regreso al Factor sobre el crecimiento de la poblaci¨®n: su impacto sobre el Desarrollo del Milenio y sus Objetivos. Este estudio, producto de muchos an¨¢lisis de testimonios, tanto escritos como orales, indica que el objetivo es dif¨ªcil o imposible de obtener, dado el presente nivel de crecimiento de la poblaci¨®n en los pa¨ªses y regiones subdesarrolladas. Recomendaba incrementos sustanciales del apoyo a la planificaci¨®n familiar a nivel internacional, especialmente para los dos mil millones de personas que viven con menos de dos d¨®lares al d¨ªa. El estudio presenta un caso absolutamente convincente de que el continuo descuido de la planificaci¨®n familiar en pa¨ªses en desarrollo provocar¨¢ severas e importantes deficiencias en sus objetivos cruciales. Por ejemplo, se calcula que Nigeria, que tiene unos 15 millones de habitantes, tendr¨¢ en 2050 una poblaci¨®n de 80 millones, que necesitar¨¢n alimentos y energ¨ªa de forma exponencial.
En los a?os sesenta y setenta, muchos pa¨ªses en desarrollo adoptaron la pol¨ªtica nacional demogr¨¢fica y servicios de planificaci¨®n familiar. Aunque algunas iniciativas asi¨¢ticas incorporaban elementos coercitivos, la mayor¨ªa de los esfuerzos en planificaci¨®n familiar fueron enteramente voluntarios y verdaderamente exitosos. Las iniciativas confiaron tanto en sectores p¨²blicos como en privados para proporcionar m¨¦todos modernos, desde la esterilizaci¨®n voluntaria hasta los preservativos, con una informaci¨®n apropiada.
Es evidente que no podemos olvidar la preocupaci¨®n de Asimov.
Santiago Grisol¨ªa es presidente ejecutivo de los Premios Rey Jaime I.
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