La movida de Belgrado
Una ciudad que supera sus traumas entreg¨¢ndose a la fiesta
La capital de la antigua Yugoslavia, "lo mejor que hay al sureste de Viena", como la define un publicista nativo, vive una euf¨®rica transici¨®n que ayuda a superar recientes y dram¨¢ticos tiempos.
Lo primero que llama la atenci¨®n de Belgrado (1,5 millones de habitantes) no es la ciudadela de Kalemegdan, entre las aguas del Danubio y el Sava; ni la avenida Milosa, con su sombr¨ªo espect¨¢culo de edificios con las tripas fuera (bombardeados por la OTAN en 1999); ni el bullicio constante que domina en la capital de la antigua Yugoslavia. Lo primero que llama la atenci¨®n de Belgrado es la cantidad de farmacias. Seg¨²n Goran, un publicista treinta?ero que ha vivido en Par¨ªs, una posible explicaci¨®n ser¨ªa que "los traumas con f¨¢rmacos son menos", y aqu¨ª de traumas saben mucho (guerras, magnicidios, nacionalismo galopante, colapsos econ¨®micos). Otra explicaci¨®n podr¨ªa encontrarse en un dicho: "Hasta los 30, los serbios maltratan sus est¨®magos; a partir de los 30, los est¨®magos maltratan a los serbios".
Los serbios no han perdido el sentido del humor, y menos en Belgrado, donde cierto desali?o gris contrasta con la vitalidad de unos habitantes que est¨¢n pasando por su transici¨®n pol¨ªtica y la movida correspondiente.
Desde la ciudadela hasta la villa de Zemun (el antiguo asentamiento austriaco, Danubio arriba), y desde el Mausoleo de Tito hasta el mercado de Kalenic Pijaca, todo se mueve en esta ciudad h¨ªbrida, oriental para los occidentales y occidental para los orientales, que quiere olvidar y pas¨¢rselo bien.
Para empezar, lo mejor es acercarse a la ciudadela de Kalemegdan desde la plaza de la Rep¨²blica, en la que se encuentra el Museo Nacional (de momento, cerrado por reforma; seg¨²n los porteros, abrir¨¢ "cuando est¨¦ acabado"), por la avenida Mihailova, el eje comercial m¨¢s importante de Belgrado.
Kalemegdan
El bullicio de las tiendas, los bares y restaurantes de la Mihailova termina donde empieza el parque de la ciudadela. Kalemegdan contiene un popurr¨ª de elementos arquitect¨®nicos de varias culturas. La Puerta de Estambul, que es la principal y fue construida por los turcos a mediados del siglo XVIII, da paso a patios, torres, mazmorras, fosos y baluartes. El pozo, construido por los austriacos, desciende la friolera de 62 metros; pero impone m¨¢s la vista que las cifras.
Desde Kalemegdan se domina el Nuevo Belgrado, en la otra orilla del Sava; las llanuras de aluvi¨®n, y los extensos bosques de Pancevo, al otro lado del Danubio, lo que explica las luchas de los romanos, eslavos, turcos y austriacos por dominar la Ciudad Blanca (que eso significa Belgrado en serbio). Quien controlara la confluencia del Danubio y el Sava, debieron pensar, dominar¨ªa los Balcanes.
La mejor 'kafana'
De vuelta en la parte antigua, el caf¨¦? merece la visita por varias razones. En primer lugar, porque se trata de la kafana (restaurante tradicional serbio) m¨¢s antigua de la ciudad. Tambi¨¦n por el cordero y el cochinillo asados, y porque dicen que aqu¨ª se sirve el mejor caf¨¦ turco y las galletas de nuez m¨¢s sabrosas de Belgrado.
Y por el nombre, claro: en 1823, el primer due?o lo llam¨® caf¨¦ Serbio, con autorizaci¨®n del pr¨ªncipe Milos (gobernador de la ¨¦poca; el palacio de su esposa, la princesa Ljubica, est¨¢ a pocos metros); a continuaci¨®n le pusieron sucesivamente caf¨¦ de Tom¨¢s y Casa del Pastor; hasta que por fin un due?o decidi¨® acabar con la confusi¨®n de tanto nombre y lo llam¨® El de la Catedral (que est¨¢ enfrente). Pero un di¨¢cono de la iglesia, escandalizado, le puso un pleito. Al d¨ªa siguiente, el due?o baj¨® el anuncio y pint¨® un signo de interrogaci¨®n.
En un estilo m¨¢s cosmopolita, otro restaurante que merece el viaje en taxi (en Belgrado salen muy baratos; por cierto, el viajero se sienta junto al conductor) es el animado, brillante y nocturno Zaplet, con su fusi¨®n de cocina tradicional serbia y materias primas mediterr¨¢neas. Y ya en Zemun, que en otro tiempo fue una peque?a ciudad austroh¨²ngara y hoy es un suburbio con encanto, se encuentra Reka. A pocos metros del hechizante Danubio se puede tomar la mejor ensalada serbia de los alrededores.
Despu¨¦s de cenar, en Belgrado hay diversi¨®n a espuertas. Durante los meses de verano, las gabarras amarradas a orillas de los r¨ªos se convierten en discotecas flotantes. No lejos del antiguo hotel Jugoslavija, en parte destruido por los bombardeos de la OTAN, belgradenses y turistas encuentran la pista de baile que les conviene -las hay para todos los gustos-, mientras en el centro, adem¨¢s de cl¨¢sicos como Andergraund (en los s¨®tanos de Kalemegdan), hay atm¨®sferas m¨¢s estridentes y enloquecidas, como la de Stefan Braun.
Durante el d¨ªa, adem¨¢s de acercarse a ver la fachada art nouveau del hotel Mosc¨² o visitar la imponente iglesia de San Marcos, que ayuda a comprender que un templo ortodoxo es un espacio despejado (sin bancos), con velas llameantes, en donde siempre hay alguien limpiando -se nota- y con altares escondidos detr¨¢s de los iconostasios (retablos a modo de pantalla), tambi¨¦n se puede pasear.
Kalenic Pijaca
Paseando hasta el final de la calle Njegoseva se encuentra el mercado de Kalenic Pijaca, un recinto de grandes losas de piedra, desgastadas y brillantes. A estos puestos, repartidos por especialidades, baja la gente del campo con carros de queso feta (ahumado y normal), nueces peladas, tomates con sabor a tomate -sin ser raf-, miel, remolachas, alubias, nabos... Una exquisitez serbia que merece la pena buscar son las fresas salvajes en alm¨ªbar y las guindas blancas confitadas. Por fin, en una esquina del mercado se encuentran los chamarileros con el habitual despliegue de chismes viejos y antiguos, y muchos cacharros sin limpiar.
Mausoleo de Tito
La tumba del mariscal Tito (1892-1980) se instal¨® en la Casa de las Flores (Kuca Cveca), el antiguo invernadero dentro de un complejo de dependencias gubernamentales. Adem¨¢s del mausoleo y la tumba, tambi¨¦n se puede entrar en el pabell¨®n de los regalos de Estado y en un estupendo edificio, bastante deteriorado, que acoge el Rolls-Royce y el Mercedes del mariscal. Mientras hubo comunismo y culto a la personalidad, ¨¦ste fue uno de los lugares m¨¢s visitados de la ciudad. Hoy deja un sabor extra?o, de abandono esperanzado. No en balde, como dice Goran, Belgrado es "lo mejor que hay al sureste de Viena".
Lo primero que llama la atenci¨®n de Belgrado (1,5 millones de habitantes) no es la ciudadela de Kalemegdan, entre las aguas del Danubio y el Sava; ni la avenida Milosa, con su sombr¨ªo espect¨¢culo de edificios con las tripas fuera (bombardeados por la OTAN en 1999); ni el bullicio constante que domina en la capital de la antigua Yugoslavia. Lo primero que llama la atenci¨®n de Belgrado es la cantidad de farmacias. Seg¨²n Goran, un publicista treinta?ero que ha vivido en Par¨ªs, una posible explicaci¨®n ser¨ªa que "los traumas con f¨¢rmacos son menos", y aqu¨ª de traumas saben mucho (guerras, magnicidios, nacionalismo galopante, colapsos econ¨®micos). Otra explicaci¨®n podr¨ªa encontrarse en un dicho: "Hasta los 30, los serbios maltratan sus est¨®magos; a partir de los 30, los est¨®magos maltratan a los serbios".
Los serbios no han perdido el sentido del humor, y menos en Belgrado, donde cierto desali?o gris contrasta con la vitalidad de unos habitantes que est¨¢n pasando por su transici¨®n pol¨ªtica y la movida correspondiente.
Desde la ciudadela hasta la villa de Zemun (el antiguo asentamiento austriaco, Danubio arriba), y desde el Mausoleo de Tito hasta el mercado de Kalenic Pijaca, todo se mueve en esta ciudad h¨ªbrida, oriental para los occidentales y occidental para los orientales, que quiere olvidar y pas¨¢rselo bien.
Para empezar, lo mejor es acercarse a la ciudadela de Kalemegdan desde la plaza de la Rep¨²blica, en la que se encuentra el Museo Nacional (de momento, cerrado por reforma; seg¨²n los porteros, abrir¨¢ "cuando est¨¦ acabado"), por la avenida Mihailova, el eje comercial m¨¢s importante de Belgrado.
Kalemegdan
El bullicio de las tiendas, los bares y restaurantes de la Mihailova termina donde empieza el parque de la ciudadela. Kalemegdan contiene un popurr¨ª de elementos arquitect¨®nicos de varias culturas. La Puerta de Estambul, que es la principal y fue construida por los turcos a mediados del siglo XVIII, da paso a patios, torres, mazmorras, fosos y baluartes. El pozo, construido por los austriacos, desciende la friolera de 62 metros; pero impone m¨¢s la vista que las cifras.
Desde Kalemegdan se domina el Nuevo Belgrado, en la otra orilla del Sava; las llanuras de aluvi¨®n, y los extensos bosques de Pancevo, al otro lado del Danubio, lo que explica las luchas de los romanos, eslavos, turcos y austriacos por dominar la Ciudad Blanca (que eso significa Belgrado en serbio). Quien controlara la confluencia del Danubio y el Sava, debieron pensar, dominar¨ªa los Balcanes.
La mejor 'kafana'
De vuelta en la parte antigua, el caf¨¦? merece la visita por varias razones. En primer lugar, porque se trata de la kafana (restaurante tradicional serbio) m¨¢s antigua de la ciudad. Tambi¨¦n por el cordero y el cochinillo asados, y porque dicen que aqu¨ª se sirve el mejor caf¨¦ turco y las galletas de nuez m¨¢s sabrosas de Belgrado.
Y por el nombre, claro: en 1823, el primer due?o lo llam¨® caf¨¦ Serbio, con autorizaci¨®n del pr¨ªncipe Milos (gobernador de la ¨¦poca; el palacio de su esposa, la princesa Ljubica, est¨¢ a pocos metros); a continuaci¨®n le pusieron sucesivamente caf¨¦ de Tom¨¢s y Casa del Pastor; hasta que por fin un due?o decidi¨® acabar con la confusi¨®n de tanto nombre y lo llam¨® El de la Catedral (que est¨¢ enfrente). Pero un di¨¢cono de la iglesia, escandalizado, le puso un pleito. Al d¨ªa siguiente, el due?o baj¨® el anuncio y pint¨® un signo de interrogaci¨®n.
En un estilo m¨¢s cosmopolita, otro restaurante que merece el viaje en taxi (en Belgrado salen muy baratos; por cierto, el viajero se sienta junto al conductor) es el animado, brillante y nocturno Zaplet, con su fusi¨®n de cocina tradicional serbia y materias primas mediterr¨¢neas. Y ya en Zemun, que en otro tiempo fue una peque?a ciudad austroh¨²ngara y hoy es un suburbio con encanto, se encuentra Reka. A pocos metros del hechizante Danubio se puede tomar la mejor ensalada serbia de los alrededores.
Despu¨¦s de cenar, en Belgrado hay diversi¨®n a espuertas. Durante los meses de verano, las gabarras amarradas a orillas de los r¨ªos se convierten en discotecas flotantes. No lejos del antiguo hotel Jugoslavija, en parte destruido por los bombardeos de la OTAN, belgradenses y turistas encuentran la pista de baile que les conviene -las hay para todos los gustos-, mientras en el centro, adem¨¢s de cl¨¢sicos como Andergraund (en los s¨®tanos de Kalemegdan), hay atm¨®sferas m¨¢s estridentes y enloquecidas, como la de Stefan Braun.
Durante el d¨ªa, adem¨¢s de acercarse a ver la fachada art nouveau del hotel Mosc¨² o visitar la imponente iglesia de San Marcos, que ayuda a comprender que un templo ortodoxo es un espacio despejado (sin bancos), con velas llameantes, en donde siempre hay alguien limpiando -se nota- y con altares escondidos detr¨¢s de los iconostasios (retablos a modo de pantalla), tambi¨¦n se puede pasear.
Kalenic Pijaca
Paseando hasta el final de la calle Njegoseva se encuentra el mercado de Kalenic Pijaca, un recinto de grandes losas de piedra, desgastadas y brillantes. A estos puestos, repartidos por especialidades, baja la gente del campo con carros de queso feta (ahumado y normal), nueces peladas, tomates con sabor a tomate -sin ser raf-, miel, remolachas, alubias, nabos... Una exquisitez serbia que merece la pena buscar son las fresas salvajes en alm¨ªbar y las guindas blancas confitadas. Por fin, en una esquina del mercado se encuentran los chamarileros con el habitual despliegue de chismes viejos y antiguos, y muchos cacharros sin limpiar.
Mausoleo de Tito
La tumba del mariscal Tito (1892-1980) se instal¨® en la Casa de las Flores (Kuca Cveca), el antiguo invernadero dentro de un complejo de dependencias gubernamentales. Adem¨¢s del mausoleo y la tumba, tambi¨¦n se puede entrar en el pabell¨®n de los regalos de Estado y en un estupendo edificio, bastante deteriorado, que acoge el Rolls-Royce y el Mercedes del mariscal. Mientras hubo comunismo y culto a la personalidad, ¨¦ste fue uno de los lugares m¨¢s visitados de la ciudad. Hoy deja un sabor extra?o, de abandono esperanzado. No en balde, como dice Goran, Belgrado es "lo mejor que hay al sureste de Viena".
GU?A PR?CTICA
C¨®mo ir- Lufthansa (www.lufthansa.es; 902 22 01 01) ofrece vuelos de ida y vuelta a Belgrado, con una escala (seg¨²n el vuelo en Francfort o D¨¹sseldorf), desde Madrid y Barcelona, por 216 euros, tasas y cargos incluidos.- Czech Airlines (0042 02 39 00 70 07; www.czechairlines.com) oferta billetes de avi¨®n de ida y vuelta con una escala en Praga, desde Madrid y Barcelona, por 267.90 euros.- Spanair (www.spanair.com; 901 13 14 15) vuela a Belgrado desde Madrid, con una escala en Francfort, por 405 euros, precio final.Visitas- Mercado de Kalenic Pijaca. Njegoeva. Todas las ma?anas.- Mausoleo de Tito. Bulevar Mira.- Museo Nikola Tesla. (www.tesla-museum.org). Krunska, 51.Comer y salir- Reka (00 381 11 61 16 25). Kej Oslobodenja 73b, Zemun.- Zaplet (00 381 12 40 41 42). Kajmakcalanska, 2.- Andregraund (00 381 11 62 56 81; www.andergraund.com). Parika 1a;- Stefan Braun (00 381 655 56 64 56). Ilica, 86.Informaci¨®n- www.beograd.org.yu.- www.tob.co.yu.
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