La facci¨®n reaccionaria
PARA QUIEN haya seguido la sarta de manifestaciones de los obispos espa?oles contra la introducci¨®n en el curr¨ªculo escolar de la asignatura de Educaci¨®n para la ciudadan¨ªa, una cosa ha quedado clara: jerarqu¨ªa cat¨®lica espa?ola y ciudadan¨ªa son conceptos que se repelen. Atenci¨®n: no cualquier jerarqu¨ªa cat¨®lica, sino la espa?ola, y no cualquier cat¨®lico, sino de la clase de los jerarcas. Es la suma de jerarqu¨ªa m¨¢s cat¨®lica m¨¢s espa?ola la que se muestra, una vez m¨¢s, incompatible con el concepto de ciudadan¨ªa.
Una vez m¨¢s, y van ya ni se sabe cu¨¢ntas. Espa?a ha sufrido secularmente de un episcopado, m¨¢s que vulgar, ultramontano, siempre dispuesto a recurrir a todos los medios, sin excluir el derecho a la rebeli¨®n, para impedir que los espa?oles disfrutaran de libertades c¨ªvicas elementales, entre ellas, la libertad religiosa. El tiempo pasa r¨¢pido, la memoria es corta, y no sobra recordar que hasta la de 1978 ninguna Constituci¨®n espa?ola reconoci¨® la libertad de conciencia salvo las de 1869 y 1931. Y las dos lo pagaron bien caro: ni a jovencitas lograron llegar.
La religi¨®n cat¨®lica, apost¨®lica, romana es, desde la Constituci¨®n de 1812 hasta el Fuero de los Espa?oles de 1945, "la religi¨®n del Estado". Cada vez que una Constituci¨®n sucumb¨ªa, la que ven¨ªa despu¨¦s tambi¨¦n reconoc¨ªa el monopolio de oferta de la religi¨®n cat¨®lica en el mercado de las creencias. Se comprende la sabidur¨ªa acumulada por la Iglesia para salir con bien de una historia constitucional tan asendereada como la espa?ola. Por eso, cuando en 1978 se acab¨® el monopolio, no dej¨® pasar ni un mes para amarrar bien sus privilegios: generosa financiaci¨®n; envidiable posici¨®n, sufragada por el Estado, en el sistema educativo; legi¨®n de catequistas con libre y retribuido acceso a los colegios p¨²blicos, y la fiesta de la Inmaculada para que los espa?oles dieran gracias a la Virgen Mar¨ªa por la Constituci¨®n promulgada dos d¨ªas antes.
Treinta a?os despu¨¦s, alguien podr¨ªa preguntar: ?qu¨¦ m¨¢s quieren? La respuesta es sencilla: los que tienen mucho, siempre quieren m¨¢s. Y si son fan¨¢ticos del poder, lo quieren todo. Y eso es lo que pasa con la facci¨®n reaccionaria que se ha apoderado de la c¨²pula episcopal, los Rouco, Ca?izares y Mart¨ªnez. Reaccionaria en sentido estricto, es decir, la que pretende volver a los buenos tiempos pasados y obligar al Estado a retirar de la circulaci¨®n una asignatura recomendada por el Consejo de Europa porque "no es conforme con la Doctrina Social de la Iglesia". Y ?desde cu¨¢ndo un Estado est¨¢ obligado a dise?ar temarios "conformes" con semejante doctrina? Hase de saber que bajo tan pomposo nombre se esconde el esfuerzo de una sucesi¨®n de papas por encontrar una tercera v¨ªa entre el absolutismo y el liberalismo. Agotados en el empe?o, dieron con una llamada "democracia org¨¢nica", cumbre de la doctrina social de la Iglesia hasta que el Concilio Vaticano II la envi¨® al museo de antig¨¹edades vaticanas.
Pero la facci¨®n reaccionaria piensa que el Vaticano II, por la bondad de Juan XXIII y la famosa duda hamletiana de Pablo VI, result¨® en p¨¦rdida neta de poder e influencia de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica, sobre todo en Espa?a, donde dispon¨ªa, gracias a la democracia org¨¢nica, de todo el poder sobre las conciencias privadas y la moral p¨²blica. Y quiere volver, no m¨¢s, a la Doctrina Social de la Iglesia como norma a la que ha de ajustar el Estado los temarios de Educaci¨®n para la ciudadan¨ªa. Iglesia, sociedad soberana en el ¨¢mbito espiritual, con una doctrina a la que el Estado, soberano en lo material, se debe "conformar". Y si no se conforma, los cat¨®licos habr¨¢n de "responder a tal desaf¨ªo" recurriendo a todos los "medios leg¨ªtimos" para defender -risum teneatis- la libertad de conciencia que los obispos de Espa?a, y de sus nacionalidades y regiones, llevan siglos despreciando.
No hay que tomarlo a broma, aunque lo parezca, del tipo de las pesadas. Estos jerarcas, otra cosa no, pero instinto de poder s¨ª que tienen: lo han conservado durante siglos. De modo que el Gobierno sabr¨¢ lo que se hace, pero la confluencia en el oto?o pr¨®ximo de una campa?a de agitaci¨®n y propaganda en torno a la educaci¨®n para la ciudadan¨ªa con la beatificaci¨®n de varios centenares de "m¨¢rtires de la cruzada" no es una casualidad: esta gente no da puntada sin hilo. En oto?o entraremos en v¨ªsperas electorales y la facci¨®n reaccionaria se prepara, con artiller¨ªa pesada, para devolvernos a los tiempos en que los cat¨®licos s¨®lo pod¨ªan votar, so pena de pecado mortal, al partido que sus obispos recomendaban.
Ay, se?or, se?or, las cosas que hemos visto... y las que nos quedan por ver.
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