El Zimbabue de Mugabe
80% de paro. Di¨¢spora brutal. Masiva infecci¨®n de sida. Y la UE y EE UU imponen sanciones al pa¨ªs
Antes de que el avi¨®n llegue a su destino, la turista procedente de Johanesburgo se percata de que muchos de los ¨¢rboles de la sabana est¨¢n muertos. Lo mismo ocurre con grandes extensiones de superficie cultivada: las cepas, los arbustos... dos de cada diez plantas permanecen de pie, pero su color anaranjado gris¨¢ceo, rodeado de verdor, da firme testimonio de su estatus de reliquia. La turista ignora si observa los primeros s¨ªntomas de una epidemia arboricida, aunque recuerda haber le¨ªdo algo relativo a la cosecha de este a?o...
... La Foreign & Commonweath Office sostiene que "entre 2000 y 2004 la producci¨®n agr¨ªcola de Zimbabue se redujo en un 90%", y el Department for International Development (DFID) ha anunciado que la cosecha de este a?o se ha echado a perder. Sin embargo, en su circular del 18 de mayo, el Ministerio de Trabajo, Desarrollo y Bienestar Social del pa¨ªs prescribe que "las jefaturas provinciales se aseguren de que las ONG vinculadas en programas de asistencia alimentaria interrumpan sus acciones con efecto inmediato". Los jefes tribales leales al Gobierno son los encargados de registrar a las personas con necesidades alimentarias (aproximadamente, 2,5 millones); no obstante, los ciudadanos sospechosos de apoyar a la oposici¨®n nunca son inscritos.
La Universidad de Zimbabue ha perdido a la mayor¨ªa de su personal docente y sus instalaciones est¨¢n muy deterioradas. El presidente del pa¨ªs es tambi¨¦n el rector del centro
Los jefes tribales leales al Gobierno son quienes anotan a las personas con necesidades alimentarias; los sospechosos de apoyar a la oposici¨®n nunca son inscritos
La UE ha 'congelado' las cuentas europeas de casi todos los miembros del Gobierno de Mugabe, acusados de corrupci¨®n. Tambi¨¦n tienen prohibida la entrada en Europa
Tras la brutal dispersi¨®n de los ¨²ltimos ocho a?os, quedan nueve millones de habitantes en Zimbabue. El 14% de la poblaci¨®n son ni?os hu¨¦rfanos a causa del sida
El r¨ªo Zambezi tiene un potencial de generaci¨®n de energ¨ªa que ser¨ªa suficiente para colmar las necesidades energ¨¦ticas de ocho pa¨ªses adyacentes
El sector agr¨ªcola (en manos del 1% de poblaci¨®n blanca) fue hasta 1998 el m¨¢s pr¨®spero del pa¨ªs, justo el a?o en que el Gobierno de Mugabe decidi¨® la expropiaci¨®n de las tierras
Ya en el aeropuerto de Victoria Falls, la turista espera la cola para obtener el visado, pero enseguida se percata de que tendr¨¢ problemas. Formula, en ingl¨¦s, la pregunta: "?Hay que pagar por el visado?". "30 US$", es la respuesta. "OK. Tengo que sacar dinero de un cajero. No llevo nada encima". "En este pa¨ªs no va a poder sacar dinero". La turista no comprende qu¨¦ relaci¨®n guardan los d¨®lares americanos (US$) con el lejano Zimbabue, tan al sur de ?frica. Tampoco entiende que ni en el aeropuerto, ni en ninguna parte, haya cajeros...
... La Uni¨®n Europea, Estados Unidos y Australia han impuesto sanciones econ¨®micas a Zimbabue. Su derecho de voto en el FMI est¨¢ suspendido, los pr¨¦stamos al pa¨ªs se han paralizado desde el a?o 2000, y se le han impuesto restricciones en el cambio y en diversas operaciones financieras. Tambi¨¦n la Commonwealth lo suspendi¨® temporalmente del Consejo en el a?o 2002, como consecuencia del fraude electoral que tuvo lugar ese a?o a manos del presidente Mugabe. No quedan instituciones internacionales que presten financiaci¨®n directa a Zimbabue, y en una orden del 16 de abril de 2007, la UE ha decretado congelar con efecto inmediato las cuentas europeas de casi todos los miembros del Gobierno de Mugabe, acusados de corrupci¨®n. ?stos, adem¨¢s, tienen prohibida su entrada en Europa.
Para poder entrar en el pa¨ªs, la turista tiene que convencer a una oficial del servicio de inmigraci¨®n de que pida prestado dinero al ch¨®fer que la espera a la salida del aeropuerto. Finalmente, la turista consigue la cantidad, compra su visado y sale al exterior. Haber sido socorrida por un desconocido de un pa¨ªs tan pobre le hace sentir, por unos instantes, algo confundida... La furgoneta en la que la llevan al hotel deja un rastro sucio de humo. No hay m¨¢s autom¨®viles en la carretera por la que circulan, en ninguno de los dos sentidos. A ratos ve a personas sentadas sobre piedras, y tambi¨¦n a gente asomarse y ocultarse entre los matojos. Tambi¨¦n hay algunos chamizos -rincones de trueque o de comercio-. Por fin, un veh¨ªculo se aproxima en sentido opuesto. No es un coche; es un carruaje tirado por dos caballos, con siete personas a cuestas. En el pueblo de Victoria Falls hay una gasolinera abandonada...
... La falta de cotizaci¨®n de la moneda local da lugar a graves carencias de combustible, as¨ª como de otros bienes de importaci¨®n, incluyendo la electricidad.
La furgoneta ruge tanto, y avanza tan despacio, que la turista mira alarmada la caja de cambios: no van a m¨¢s de 50 km/h. y el conductor lleva puesta la quinta marcha. (Tal vez, piensa ella, en Zimbabue se use la primera para arrancar y la quinta para lo dem¨¢s). A su izquierda, la turista adivina un r¨®tulo pintado a mano, "Driving School", la escuela donde puede que su ch¨®fer aprendiera, hace a?os, a conducir. De la edificaci¨®n s¨®lo quedan las paredes, y sobre ellas las letras, medio borradas por el sol y por el tiempo...
... El DFID afirma que el coste de la ense?anza se ha incrementado hasta l¨ªmites imposibles para las familias. La Universidad de Zimbabue ha perdido a la mayor¨ªa de su personal docente, sus instalaciones est¨¢n muy deterioradas, y ni siquiera su antigua p¨¢gina web est¨¢ operativa. El presidente del pa¨ªs es tambi¨¦n el rector de la universidad.
El Victoria Falls Hotel, uno de los pocos hoteles que contin¨²an abiertos en la zona, est¨¢ flanqueado por dos casetas, dentro de las cuales sendos guardias supervisan el acceso de los reci¨¦n llegados.
La Foreign & Commonwealth Office avisa de que en Zimbabue no se puede viajar de forma independiente, sino s¨®lo bajo la supervisi¨®n (y protecci¨®n) de tour-operadores. En ning¨²n caso podr¨¢n los turistas circular fuera de los destinos recomendados por los responsables de los grupos organizados. Los mochileros y excursionistas deben abstenerse de viajar al pa¨ªs. En el a?o 1999, los veteranos de guerra ocuparon las pr¨®speras explotaciones agrarias y en ocasiones asesinaron a sus propietarios; esos mismos soldados acosaron a los turistas. El turismo, que hasta ese a?o atra¨ªa a casi un mill¨®n y medio de personas al a?o, y representaba una fuente de ingresos esencial para el pa¨ªs (contribu¨ªa al 6% del PIB), ha desaparecido virtualmente como actividad. La pr¨¢ctica totalidad de los hoteles de la ciudad de Victoria Falls ha cerrado; por el contrario, al otro lado de la frontera, la vecina Livingstone (Zambia) atrae las visitas y la inversi¨®n occidentales.
Una vez ha dejado su equipaje en la habitaci¨®n, y ha so?ado durante unos minutos con la emoci¨®n est¨¦tica de los primeros colonizadores brit¨¢nicos, la turista se propone caminar los 500 metros que separan la cancela septentrional del jard¨ªn de la entrada al parque nacional de las Cataratas. La turista cruza el 'hall' del hotel y desde el frescor de su sombra se deleita ante la visi¨®n del viejo puente de ¨¦poca tardo-victoriana, envuelto en la neblina del salto de agua del r¨ªo Zambesi. Enmarcada por la exuberancia vegetal que cubre el horizonte, la visi¨®n es de una belleza sobrenatural...
"You can't walk alone, madame. It's too dangerous. Wait here for the agent". (No puede caminar sola, se?ora. Es demasiado peligroso. Ahora vendr¨¢ un agente para acompa?arla).
Entretanto la turista espera la llegada del polic¨ªa que la acompa?ar¨¢ hasta la puerta del parque, comienza a encajar los numerosos datos que ha le¨ªdo en los informes que (h)oje¨® durante el vuelo...
... M¨¢s del 80% de la poblaci¨®n est¨¢ en el paro y vive con menos de 2 US$ al d¨ªa (el 56% vive con menos de 1 US$ al d¨ªa). El d¨®lar zimbabuense (Z$) sufre la mayor tasa de inflaci¨®n del mundo: fue del 1.216% en 2006 y se calcula que alcanzar¨¢ el 4.279% en 2007. Por detr¨¢s de Zimbabue, el pa¨ªs con inflaci¨®n m¨¢s salvaje es Eritrea, con (s¨®lo) un 22%...
?Y qu¨¦ significa eso? La inflaci¨®n de la eurozona fue del 1,9% en 2006... Aqu¨ª, unos zapatos que cuestan 100 US$ a las ocho de la ma?ana, costar¨¢n 120 a las dos de la tarde...
"Good afternoon, madame". (Buenas tardes, se?ora).
Y es una chica muy-muy joven, la polic¨ªa que la escolta. De camino al parque, algunos hombres cargados de peque?os animalitos en tallas de madera les salen al paso, mientras la agente mantiene firme la mano en su metralleta. "No les mire, no les hable", susurra a la turista, quien con esfuerzo logra no levantar la mirada. Hasta que llegan a la v¨ªa del tren.
"Stop. Elephants".
Y es una manada de elefantes, que cruza por delante de ellas. Aguardan sin moverse. La turista observa. Los elefantes machos est¨¢n en celo. Gruesas manchas de sudor enmarcan sus caras.
"See you in 2 hours. I'll be here. Enjoy!". (Nos vemos en dos horas. Estar¨¦ esper¨¢ndola. Disfrute del paseo).
La turista paga los 20 US$ (tambi¨¦n prestados) de entrada al parque. Y lo recorre. Y se fotograf¨ªa junto a la estatua de David Livingstone, que "abander¨® los valores cristianos", y ve las cataratas desde m¨²ltiples puntos de vista, y se empapa, y se espanta de los brazos y del cuello los mosquitos que transmiten la malaria, y se llena la memoria de las cataratas m¨¢s inmensas del planeta...
... El r¨ªo Zambezi tiene un potencial de generaci¨®n de energ¨ªa que ser¨ªa suficiente para colmar las necesidades energ¨¦ticas de ocho pa¨ªses adyacentes. La enorme cantidad de electricidad que produce tal ca¨ªda de agua no est¨¢ explotada, como s¨ª lo est¨¢ en las cataratas del Ni¨¢gara (EE UU), donde se encuentra una de las plantas de energ¨ªa m¨¢s eficientes del mundo occidental.
Como hab¨ªa prometido, la joven polic¨ªa la aguarda a la salida. Al calor de la confianza que siempre emana de un segundo encuentro, la turista y su acompa?ante entablan una conversaci¨®n amistosa. La joven es muy-muy joven, y habla. Dice que ha tenido que dejar de estudiar, pero que estudiar le gustaba. En Victoria Falls hay un polic¨ªa cada dos turistas.
"We need tourists. We need American dollars". (Necesitamos turistas. Necesitamos d¨®lares americanos).
Sonr¨ªe. E inmediatamente deja claro que no aceptar¨¢ dinero: perder¨ªa el empleo. La turista se fija en lo dis¨ªmiles que son los calcetines de la joven, y en el fuerte olor que despide, y en que s¨®lo la gorra, y la metralleta, forman parte del uniforme oficial. Lo dem¨¢s -los zapatos, el pantal¨®n, la camisa- simplemente es azul. Y, como el paseo llega a t¨¦rmino, la turista se atreve a preguntar: "?Y por qu¨¦ no puedes seguir estudiando?".
"My father and my brother are dying".
(?De qu¨¦ mueren tu hermano y tu padre?, piensa la turista.) Pero no lo pregunta. El silencio del crep¨²sculo, entre ambas mujeres, oficia la despedida...
... Zimbabue est¨¢ experimentando una acuciante falta de recursos humanos, derivada, sobre todo, de la epidemia del VIH, puesto que una gran parte de los trabajadores, o bien sufre el sida, o bien atiende a sus familiares infectados. De los 9 millones de zimbabuenses que quedan en el pa¨ªs tras la brutal di¨¢spora de los ¨²ltimos ocho a?os, el 14% de la poblaci¨®n son ni?os hu¨¦rfanos a causa del sida. Seg¨²n datos del propio Gobierno, el 20% de las personas entre los 15 y los 54 a?os est¨¢ infectado por el VIH. De los infectados m¨¢s j¨®venes (14-24 a?os), el 80% son mujeres. La OMS ha calculado que la esperanza de vida de las ni?as al nacer es, actualmente, de apenas 30 a?os...
?Qu¨¦ futuro tiene un pa¨ªs sin una nueva generaci¨®n sana? Todav¨ªa no he visto a ning¨²n ni?o: ni al venir desde el aeropuerto, ni en los alrededores del hotel ni del parque... Y con toda seguridad, muchos de los adultos que he visto hoy est¨¢n infectados...
... En Zimbabue, una persona se infecta de VIH cada tres minutos. Tal y como un m¨¦dico dijo a los periodistas: "La ecuaci¨®n es simple: la gente se muere de sida antes de poder morirse de hambre".
A la hora de cenar, la turista elige el Jungle Junction Restaurant, al aire libre, y al tiempo que espanta las moscas de las ensaladas del 'buffet' y sacude las hormigas de las rebanadas de pan, charla con el 'chef', un joven blanco oriundo de Harare. (Su familia ser¨¢ una de las pocas que sobrevivieron a la expropiaci¨®n del 99..., piensa).
... El sector agr¨ªcola (en manos del 1% de poblaci¨®n blanca) fue hasta 1998 el m¨¢s pr¨®spero del pa¨ªs, y en ese a?o aportaba el 28% al PIB, justo antes de que el Gobierno de Mugabe decidiese la expropiaci¨®n de las tierras. La pol¨ªtica de redistribuci¨®n fue tan desastrosa que la producci¨®n agr¨ªcola del que fue "el granero de ?frica" se ha contra¨ªdo hasta bajar a un crecimiento negativo (el -22,7% en 2002 o el -4% en 2006). La econom¨ªa del pa¨ªs se colaps¨®: la inversi¨®n extranjera se retir¨® y se produjo una huida masiva de capitales. El PIB del pa¨ªs es hoy la mitad de lo que era en el a?o 2000.
"?Y est¨¢ disfrutando en Zimbabue?", pregunta el cocinero. "No s¨¦ qu¨¦ contestar... En realidad, lo que m¨¢s me ha sorprendido es que aqu¨ª no haya cajeros. Y debo dinero a mi ch¨®fer: 30 US$ de mi visado, 20 US$ que me dej¨® para entrar en el parque y 30 US$ de los trayectos entre el aeropuerto y el hotel". "Para sacar dinero tendr¨¢ que cruzar a Zambia. All¨ª quedan algunos bancos que venden d¨®lares"...
... En teor¨ªa, en cualquier pa¨ªs del mundo, el Banco Central es el prestamista de ¨²ltimo recurso, pues su funci¨®n es la de garantizar y avalar los pr¨¦stamos de los bancos comerciales a los clientes. En Zimbabue ocurre al rev¨¦s. El m¨¦todo de autofinanci¨®n del Gobierno funciona as¨ª: con el compromiso de futuro cobro de las pocas exportaciones (de productos agr¨ªcolas y minerales) que a¨²n realiza el pa¨ªs, el Reserve Bank of Zimbabwe pide prestado a los bancos locales. Con ese dinero, el Gobierno hace frente a sus gastos m¨¢s ineludibles: los salarios del ej¨¦rcito, el sueldo vitalicio de los veteranos de guerra (que supone el 3% del PIB) y el de los miembros del Ejecutivo. Como los gastos del Estado exceden en mucho el beneficio obtenido de las exportaciones, el Reserve Bank lleva a?os imprimiendo m¨¢s y m¨¢s moneda, con la que paga el resto de los salarios a los funcionarios, y de paso paga los intereses contra¨ªdos con los bancos locales. Eso explica, en gran medida, la disparatada inflaci¨®n del pa¨ªs.
Al d¨ªa siguiente, al regreso de su breve excursi¨®n a Zambia (unos tres kil¨®metros de ida y otros tres de vuelta), la turista ha saldado su deuda de 80 US$ con su ch¨®fer, al que adem¨¢s ha pagado otros 10 US$ por cruzar la frontera. A eso se suman otros 10 US$ de su visado zambiano, otros 10 US$ por el impuesto que las autoridades de Zimbabue imponen a los veh¨ªculos, otros 20 US$ de comisi¨®n de cambio a d¨®lares de los dos millones de kwachas zambianas (que sac¨® del cajero de Barclays, sin recibo). De los dependientes que la atendieron, uno estaba tan drogado que no pod¨ªa abrir los ojos. Del otro no logr¨® obtener ninguna factura que acreditase su operaci¨®n bancaria... Pero ahora estudia la factura del hotel:
-Jungle junction
dinner.................. 3.900 US$
-Tips........................350 US$
-Room .....................366 US$
-Tax ....................610,70 US$
-Total ...............5.226,70 US$
-Marketing
discount ..........4.704,03 US$
-Total balance ....522,67 US$
??Una cena, 3.900 US$?! ??350 US$ en propinas?! ??sos no eran los precios que pon¨ªa en la carta! S¨®lo es correcto el precio de la habitaci¨®n, y ya es cara trat¨¢ndose de un pa¨ªs del Tercer Mundo. ?Y qu¨¦ es el "Marketing Discount"??...
... El mecanismo de facturaci¨®n en los hoteles se detalla a continuaci¨®n: sobre el papel, el Estado cobra aproximadamente un 15% de impuestos. Sin embargo, como ese porcentaje se realiza sobre unas cantidades desproporcionadas (como, por ejemplo, una cena por 3.900 US$), la recaudaci¨®n, te¨®ricamente, es alt¨ªsima. Eso permite al Gobierno exhibir ante los organismos internacionales un alto nivel de actividad econ¨®mica en el pa¨ªs. Por otro lado, para favorecer el turismo, los hoteles est¨¢n obligados a hacer un "descuento promocional" de un 90% sobre el precio final, con lo que el turista, al final, termina pagando una factura razonable. De ese modo, en la pr¨¢ctica, el Estado recauda en impuestos el 100% de los beneficios del turismo, y hace frente a los salarios de los empleados del sector imprimiendo moneda local. Eso explica, tambi¨¦n, la disparatada inflaci¨®n del pa¨ªs.
De vuelta en el aeropuerto, y despu¨¦s de elegir con el dedo su asiento -13F- sobre un croquis arrugado de la cabina del avi¨®n, la turista tiene ocasi¨®n de comprobar que el 'duty free' vende falsificaciones en mal estado, pero a precios occidentales. Adem¨¢s, el personal de tierra ha mezclado los equipajes del vuelo reci¨¦n llegado y del que va a partir, de modo que los pasajeros salen de uno en uno a la pista para identificar sus maletas. En el aeropuerto s¨®lo hay dos aviones: el de Air Zimbawe, oxidado y entregado al sol y a las pr¨®ximas lluvias, y el suyo, de British Airways. Durante la larga espera causada por el l¨ªo de las maletas, la turista charla con otra pasajera, una empleada del Banco Mundial, que le cuenta que hace un mes hizo un vuelo a Harare con una compa?¨ªa africana en un avi¨®n tan viejo que todav¨ªa estaba revestido con el logotipo antiguo de Iberia y los carteles de la nave segu¨ªan escritos en espa?ol. La tripulaci¨®n le cont¨® entre bromas que nunca podr¨ªa evacuar el avi¨®n porque no entend¨ªa lo que pon¨ªa en las instrucciones, y el capit¨¢n, un ex piloto del ej¨¦rcito serbio, pretendi¨® invitarla a ir en cabina con ¨¦l, y a beber mucho, mucho vodka...
... En 2001, todas las compa?¨ªas no africanas, a excepci¨®n de British Airways, cerraron sus rutas a Zimbabue. La UE ha prohibido a la mayor¨ªa de las compa?¨ªas africanas el uso del espacio a¨¦reo europeo, a causa del deficiente mantenimiento de sus aviones.
En el vuelo hacia Johanesburgo, la turista se pregunta a s¨ª misma qu¨¦ le ha parecido su fulgurante excursi¨®n a Zimbabue. Reflexiona, y llega a la conclusi¨®n de que la respuesta llegar¨¢ dentro de alg¨²n tiempo, cuando ponga en orden sus ideas. Para distraerse, le pide una de sus revistas a la empleada del Banco Mundial. En la portada de la revista se anuncia un reportaje algo escalofriante, dada su situaci¨®n:
"Volar en ?frica. ?Te atreves?".
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