Orgullo Chueca
Probablemente algunos beatones con ¨ªnfulas moralistas pensar¨¢n que ese barrio bandera es un cruce entre Sodoma y Gomorra y los habitantes que Philip K. Dick imagin¨® para Blade Runner. Otros cegatones entregados a las garras del puritanismo neocon lo deben considerar una se?al clara del Apocalipsis. Alg¨²n paseante despistado todav¨ªa lo puede ver como una colonia marciana que ha conseguido implantar sus leyes y costumbres ajenas a las corrientes de hoy d¨ªa en el mismo centro de la capital, muy alejados de los usos que fuerzan hoy al espa?olito medio a ser abducido por los pol¨ªgonos comerciales y de ocio teledirigido en los alrededores de las grandes ciudades.
Pero es que Chueca no tiene nada que ver con el presente porque Chueca es ya el futuro. Algunos miran hacia ese barrio glorioso, mucho m¨¢s avanzado y vanguardista de lo que entonces fue la movida y del que l¨ªbrenos Dios un d¨ªa de caer en la nostalgia por haberlo perdido, con la desconfianza que producen los guetos y los puntos de referencia exclusivos. Pero no hay nada m¨¢s alejado ni al¨¦rgico al esp¨ªritu de la gente que lo ha tomado que los muros y la ignorancia que da lugar a la exclusi¨®n y al desprecio.
Chueca se ha reinventado, ajeno a este Madrid que cada fin de semana por el invierno toman de manera oportunista los fan¨¢ticos, los bienpensantes de post¨ªn y los meapilas que salen en manifestaci¨®n programada con Rouco, sus curas, sus monjas y los jerifaltes peperos. Chueca no tiene nada que ver con el olor a naftalina de quienes van por ah¨ª haci¨¦ndose cruces contra la ilusi¨®n que le provoca el ideal de un pa¨ªs moderno a la inmensa mayor¨ªa de sus habitantes. Chueca es la vanguardia de ese pa¨ªs, precisamente: el que no mira de reojo, el que no pide venganza ni castigos ejemplares, el que no persigue otra cosa que la igualdad de derechos, el respeto al vecino; el que quiere cambiar por los colores del arco iris esa permanente sombra negra de luto y penitencia, el gris que acompa?a a la memoria de una patria empeque?ecida por ese nacionalcatolicismo nauseabundo que parece regresar ahora junto a quienes alientan la derecha sin complejos.
Chueca sola, rodeada y digna es m¨¢s fuerte que todo el entusiasmo que provocan ahora en nuestros cegatones herederos de la CEDA, los pat¨¦ticos hermanos Kaczynsky, esos gemelos polacos surgidos de las catacumbas y empe?ados en reprender hogueras. Qu¨¦ flojucha, qu¨¦ pena da la Europa oficial, con sus mandatarios, que no han movido un dedo para frenar esas excepciones que quieren llevar a cabo en su pa¨ªs los siniestros herederos de Wojtyla, negando derechos a los homosexuales, permiti¨¦ndoles levantar unos estandartes dignos de la inquisici¨®n y la crueldad moral cat¨®lica, condenando a su gente a las tinieblas, al oscurantismo m¨¢s castrante, arrojando a todo un pa¨ªs por el agujero negro de su propia historia, de nuevo frustrada.
Esa Europa vieja y zorra capitaneada por los que rechazan la libertad y quienes se lo permiten en las reuniones de alto nivel con la actitud de los hijos de Pilatos, es la que contrasta con la que se ha visto estos d¨ªas por Madrid en torno al Europride. Toda esa nueva Europa vigorosa y esperanzada, peregrin¨® estos d¨ªas a Chueca. Al barrio que en los a?os ochenta andaba noqueado por el mono y la peque?a delincuencia que apremia cad¨¢veres por el poder de un pico y que en muy poco tiempo ha sabido resucitar. Al barrio que ahora es el mejor escaparate de Madrid para el mundo, aunque Gallard¨®n le haya dado estos d¨ªas la espalda sin que acudiera representaci¨®n oficial del Ayuntamiento a la fiesta de ayer. Bastante nos import¨® el plant¨®n a quienes por all¨ª anduvimos ense?ando el aire de la libertad a nuestros hijos, por cierto. Pero as¨ª ha dejado patente el alcalde ante todo ese voto progresista regalado del que presume que anda todav¨ªa demasiado secuestrado por una doble moral. La que le hace lo suficientemente pillo como para conseguir una portada de Zero, la revista gay de referencia, en plena campa?a electoral sin que ahora le duelan prendas en faltar al respeto a un colectivo que ha construido contra viento y marea, con talento, originalidad y determinaci¨®n -las virtudes del aliento de los genios- el barrio m¨¢s din¨¢mico y apasionante de la ciudad. El s¨ªmbolo de un Madrid rabiosamente moderno. Las fascinantes, delirantes, alegres, lib¨¦rrimas y vivas calles de Chueca. El barrio del orgullo.
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