Impuestos limpios
Si se pretende imponer una fiscalidad disuasoria de las emisiones de di¨®xido de carbono, nada m¨¢s natural que subir los impuestos que pagan los autom¨®viles que m¨¢s contaminan e incentivar la adquisici¨®n de coches h¨ªbridos o con muy bajas emisiones. La l¨®gica radica en que el transporte por carretera es el mayor responsable de la emisi¨®n de CO2 a la atm¨®sfera, por delante de la industria o de las calefacciones urbanas.
El acuerdo del Gobierno con IU-ICV y ERC para introducir una enmienda en la Ley de Calidad del Aire para aumentar el impuesto de matriculaci¨®n de los coches menos limpios es coherente con este prop¨®sito. Si se admite que la reducci¨®n de los gases contaminantes en la atm¨®sfera es el objetivo principal que debe perseguirse en la pol¨ªtica energ¨¦tica, una fiscalidad punitiva contra los motores menos limpios debe primar incluso sobre los argumentos de p¨¦rdida de competitividad y rentabilidad derivadas del castigo fiscal que esgrime la industria automovil¨ªstica.
Ahora bien, da la sensaci¨®n de que se acierta en los detalles pero de que se carece de una visi¨®n de conjunto que empuje la pol¨ªtica energ¨¦tica en la direcci¨®n com¨²n del respeto medioambiental, el ahorro energ¨¦tico y la eficiencia de la producci¨®n. Se discrimina en contra de los autom¨®viles contaminantes, pero se aplica una pol¨ªtica de tarifas el¨¦ctricas que no reconoce los costes reales e ignora el exceso de consumo. Tampoco aparecen planes, en forma de incentivos o "castigos", para corregir el exceso de energ¨ªa consumido por unidad de producto; y eso que Espa?a est¨¢ entre los pa¨ªses m¨¢s ineficientes de Europa en este terreno. Se anuncian programas debidamente estimulados para cambiar las calderas urbanas m¨¢s obsoletas y contaminantes, pero se aplaza sistem¨¢ticamente el debate sobre el presente y el futuro de la electricidad nuclear.
El diagn¨®stico de esta indecisi¨®n es f¨¢cil: simplemente, el Gobierno est¨¢ evitando los aspectos m¨¢s espinosos de una pol¨ªtica coordinada de ahorro energ¨¦tico y se act¨²a sobre los que se consideran pol¨ªticamente m¨¢s inocuos. A pesar de lo invertebrado de esta pol¨ªtica, hay que apostar fuerte por una fiscalidad que desincentive la contaminaci¨®n y el despilfarro. El Gobierno debe volcarse en elaborarla sin atender presiones y hacerla cumplir sin excepciones.
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