Pecados
Enfrentada a la insidiosa asignatura de Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa que propugna el Gobierno, la Iglesia espa?ola exhorta a los fieles a la objeci¨®n de conciencia y a la desobediencia civil. Ordenar la desobediencia puede parecer una contradicci¨®n, pero en la pr¨¢ctica es frecuente y comprensible, y recuerda el ut¨®pico lema prohibido prohibir que se dej¨® ver en el hoy denostado Mayo del 68. A los que por edad y circunstancias recibimos en escuelas religiosas una estricta educaci¨®n de estropajo y salfum¨¢n, nos da risa ver hoy a los curas recomendando no ir a clase, pero al margen de este detalle anecd¨®tico, poco hay en el debate que suscite un m¨ªnimo de inter¨¦s, porque la Iglesia lo ha planteado como un enfrentamiento territorial con el Gobierno, y al hacerlo as¨ª, ha desperdiciado el ¨²nico argumento de sustancia que habr¨ªa podido esgrimir; a saber, el de la formaci¨®n moral del individuo frente a la educaci¨®n conductista del ciudadano.
Yo, al menos, as¨ª lo veo, pues el que guarde de mis a?os escolares un recuerdo infame no me impide deplorar la desaparici¨®n de unas categor¨ªas morales que en aquella ¨¦poca se utilizaban con puros fines represivos, pero que sin duda hab¨ªan sido destiladas por inteligencias finas y esp¨ªritus nobles.
Bien est¨¢ combatir la homofobia y el racismo y afear al que habla a gritos por el m¨®vil en el autob¨²s, pero tambi¨¦n es importante denunciar la ira, la lujuria, la gula, la avaricia, la soberbia, la envidia y la pereza, los siete ilustres pecados capitales que subyacen, por ejemplo, en la violencia de g¨¦nero, el turismo sexual, los des¨®rdenes alimentarios, la especulaci¨®n y el fraude, el delirio del poder, la zancadilla profesional y la incompetencia generalizada. Los pecados capitales no s¨®lo son una cuadrilla de malhechores en un auto sacramental, ni im¨¢genes representadas con maestr¨ªa en los muros de antiguos monasterios. Son problemas que alteran la convivencia y el buen funcionamiento de la m¨¢quina social, y, sobre todo, son vicios personales de los que cada uno es responsable ante s¨ª mismo, no en aplicaci¨®n de una norma jur¨ªdica o una estrategia social. Pecados que, por lo visto, ya no interesan a la Iglesia espa?ola, que a estas alturas no recuerda haber incurrido nunca en ellos.
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