Visto para sentencia
El juicio sobre el 11-M qued¨® ayer visto para sentencia. En un juicio ordinario, la f¨®rmula con la que el presidente del tribunal da por concluida la vista oral es poco m¨¢s que un gesto ritual, pero en el del 11-M alcanza una gran significaci¨®n. Haber llegado a este punto constituye un ¨¦xito indudable del sistema judicial espa?ol, que ha sido capaz en poco m¨¢s de tres a?os de juzgar a los presuntos autores del atentado terrorista m¨¢s grave jam¨¢s habido en Espa?a y primero en nuestro pa¨ªs de una c¨¦lula yihadista inspirada por la organizaci¨®n Al Qaeda de Bin Laden.
Para valorar en su justa medida la conclusi¨®n del juicio hay que recordar que hace poco m¨¢s de un a?o el propio Mariano Rajoy pon¨ªa bajo sospecha toda la instrucci¨®n sumarial y que los sectores aglutinados en torno al PP apostaban seriamente por aplazar el juicio hasta despu¨¦s de las elecciones generales del pr¨®ximo mes de marzo. A estas dificultades externas, reforzadas con una permanente campa?a de descr¨¦dito de la justicia, habr¨ªa que a?adir las internas de la investigaci¨®n de un atentado cuyos autores principales -quienes lo planificaron y ejecutaron- saltaron por los aires suicid¨¢ndose en Legan¨¦s, tras un intento de repetir la tragedia en el AVE Madrid-Sevilla.
En las 57 sesiones del juicio, el presidente del tribunal ha sabido aunar la m¨¢s amplia libertad de defensa con un rigor poco menos que prusiano en el cumplimiento del orden del d¨ªa establecido en las distintas fases de la vista oral. Y en ella se han amparado tanto actuaciones estrictamente profesionales de la defensa como otras parasitarias de las teor¨ªas conspirativas que han fijado su mirada sobre autores desconocidos, con indudable satisfacci¨®n de los sentados en el banquillo. O episodios tan chuscos e in¨²tiles como la comparecencia de tres presos etarras que nada aportaron o el m¨¢s grave del testimonio de D¨ªaz de Mera, director general de la polic¨ªa durante el 11-M, prest¨¢ndose a avalar sin pruebas la teor¨ªa de la conspiraci¨®n. Sin olvidar el doble juego procesal llevado a cabo por algunas acusaciones, afanadas en debilitar pruebas y en ofrecer munici¨®n a las defensas de los acusados.
En la mayor¨ªa de los juicios al terrorismo etarra no se han aportado tantas y tan contundentes pruebas como en el 11-M. Pruebas que han descartado a ETA y que, por el contrario, apuntalan la convicci¨®n de que fue la dinamita sustra¨ªda en Mina Conchita la que estall¨® en los trenes y de que fueron algunos de los sentados en el banquillo, junto a los siete suicidas de Legan¨¦s, quienes la colocaron en el escenario del crimen. El brazo procesal de los te¨®ricos de la conspiraci¨®n ha reclamado al tribunal una sentencia abierta que mantenga la incertidumbre sobre la autor¨ªa. Las v¨ªctimas y la inmensa mayor¨ªa de la sociedad esperan una sentencia justa, al tiempo que disuasoria para quienes intenten repetir otro 11-M.
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