La Generalitat republicana
Hace pocos meses la Generalitat ha publicado un libro importante y, adem¨¢s, muy oportuno, a pesar de ser una aportaci¨®n espec¨ªficamente hist¨®rica: Generalitat de Catalunya. Obra de Govern 1931-1939, dirigido por el catedr¨¢tico Francesc Bonamusa, que habr¨¢ de prolongarse pr¨®ximamente con un segundo tomo. Se trata de un profundo y documentado an¨¢lisis de la labor -la realizada y la obstruida por las dificultades extraordinarias del periodo- llevada a cabo por la Generalitat republicana, dividido en varios cap¨ªtulos, cada uno de los cuales se dedica a los distintos departamentos de Gobierno. El primero, escrito por el propio Bonamusa, trata de la obra espec¨ªfica de Presidencia, la cual, en cierta manera, resume los hechos pol¨ªticos m¨¢s significativos de todas las secciones tem¨¢ticas y la explicaci¨®n de la compleja red de decisiones ejecutivas en la implantaci¨®n y desarrollo del nuevo r¨¦gimen. Los dem¨¢s cap¨ªtulos est¨¢n o estar¨¢n redactados por especialistas tan solventes y reconocidos como Josep M. Bricall, Anna Sall¨¦s, Josep Termes, Josep M. Sol¨¦ i Sabat¨¦, etc.
Lo sorprendente y lo gratificante de estos textos es la aportaci¨®n de una gran cantidad de informaci¨®n detallada y precisa, pero tambi¨¦n lo es la agradable facilidad de su lectura que los convierte en un apasionado relato de las aventuras de un grupo de pol¨ªticos de distinta procedencia que se empe?aron heroicamente en el establecimiento y el mantenimiento de una dif¨ªcil autonom¨ªa nacional. Los puntos m¨¢s dram¨¢ticos de esas aventuras se suceden a un ritmo vertiginoso: la lucha dificil¨ªsima para la aprobaci¨®n del primer Estatuto, aceptado con recortes sustanciales que lo desfiguraron, la degradaci¨®n humillante de la autonom¨ªa durante el Bienio Negro en manos de la derecha espa?ola y, fuera de la normalidad democr¨¢tica, la Guerra Civil con amenazas centralistas desde los dos frentes. Y todo acaba con la dram¨¢tica decepci¨®n de la muerte y el exilio. Es un relato que quiz¨¢ se conoce en l¨ªneas generales, pero que no hab¨ªamos visto resumido con tanta precisi¨®n y, al mismo tiempo, con una ecuanimidad gracias a la cual la misma informaci¨®n se convierte en una cr¨ªtica pol¨ªtica de car¨¢cter muy general, persistente en toda nuestra historia y que, por lo tanto, podr¨ªamos aplicar a muchos acontecimientos recientes.
Es dif¨ªcil comprender c¨®mo en tan poco tiempo y en estas circunstancias la Generalitat fue capaz de organizarse y tomar decisiones de Gobierno trascendentales y remontar varias veces las situaciones adversas a pesar de una alucinante inestabilidad gubernamental: cambios repentinos de Gobierno, dificultades presupuestarias, intromisiones estatales, inmadurez de los partidos, ausencia de tradici¨®n administrativa, excesivo entusiasmo protestatario. Resumiendo mucho, podr¨ªamos decir que los dos momentos de mayor eficacia en los logros auton¨®micos fueron precisamente los que coincidieron con el inicio de dos cambios revolucionarios de evidente inestabilidad: la proclamaci¨®n de la Rep¨²blica con el corto periodo provisional que le sigui¨® y el primer a?o de la Guerra Civil, dos episodios cuyo inevitable desbarajuste pudo ser aprovechado por los pol¨ªticos catalanes -bajo la autoridad de los dos presidentes sucesivos- para arrancar ciertas cotas de soberan¨ªa que luego se marchitaron respectivamente tras el fracaso del 6 de octubre de 1934 o con el desastre del final de la guerra e, incluso, ya un poco antes, con la presencia impositiva e intervencionista del Gobierno central en Barcelona a partir de octubre de 1937. As¨ª, pues, los dos periodos de mayor inestabilidad en el Gobierno central fueron los de mayores logros auton¨®micos, despu¨¦s de los cuales llegaron las rebajas fulminantes. No s¨¦ si la historia se repite, pero alguna lecci¨®n deber¨ªamos extraer de todo ello: no puede haber avance de soberan¨ªa mientras el Estado espa?ol est¨¦ firmemente asentado. O dicho de otra manera: la estrategia para avanzar en la soberan¨ªa de Catalu?a pasa por debilitar previamente la gobernabilidad central o, por lo menos, aprovechar los momentos indecisos y desconcertantes. Si hubi¨¦semos aprendido de esa historia, quiz¨¢ no habr¨ªamos cometido los errores y las ingenuidades en que ca¨ªmos en los momentos decisivos de la transici¨®n, cuando perdimos la oportunidad de introducir mayores exigencias -como hicieron, por ejemplo, los vascos-, sin atender los falsos mitos del pactismo imposible y sin confiar en la generosidad de un Estado prepotente, vigilante y represivo.
No quisiera que el lector se llevara la impresi¨®n de que este libro es s¨®lo una historia de sucesivos fracasos. Es, al contrario, una muestra de la capacidad de resistencia de Catalu?a. Hay que ver en paralelo la abundante acci¨®n de Gobierno en casi todos los departamentos. Si la sublevaci¨®n fascista no lo hubiera echado todo a perder, podr¨ªamos haber aplicado a la historia catalana de ese periodo la famosa frase del Dr. Negr¨ªn cuando se refer¨ªa a la situaci¨®n de la Rep¨²blica durante la guerra: "Resistir es vencer". Sirvi¨® de poco resistir porque todo se perdi¨®. Quiz¨¢ puede servir como experiencia aleccionadora: ?tenemos ahora alguna esperanza de que la resistencia nos haga vencer alg¨²n d¨ªa? ?Volveremos a desaprovechar las cada vez menos evidentes debilidades estatales? Para vencer, no es suficiente ser un pueblo resistente.
Oriol Bohigas es arquitecto.
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