La guerra de La Paz
Las obras de las cuatro torres de la Ciudad Deportiva y la reforma interna del hospital dificultan los accesos al centro
La Paz est¨¢ sitiada por las obras. E igual que una ciudad fr¨¢gil y mal defendida, tiene algunas tambi¨¦n dentro de su muralla. Justo a su lado est¨¢n erigiendo las cuatro enormes torres de la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid y escarban un t¨²nel que les pasar¨¢ por debajo. Al mismo tiempo, la Comunidad ha puesto en marcha la reforma integral del hospital.
Excavaciones y maquinarias han obligado a cortar el acceso directo a La Paz desde el paseo de la Castellana y a encoger la v¨ªa de los coches a la entrada principal y a urgencias. Coches particulares, y, por supuesto, ambulancias. La Comunidad present¨® en mayo el proyecto de mejora en el que ha invertido 220 millones de euros e implica la remodelaci¨®n de casi 49.000 metros cuadrados del centro (el 25% de su superficie total). Entre los diferentes edificios que lo constituyen hay andamios y vallas.
Para bajar a urgencias, en los s¨®tanos del hospital, la v¨ªa serpentea entre las obras de las torres y las del centro. Hay que superar una gran curva a la izquierda. "La carretera es muy chunga", comenta una joven conductora del Samur, reci¨¦n contratada. En su turno de ayer, de diez a tres, llev¨® a 11 personas hasta las entra?as de La Paz. "Esta calle es peligrosa, hay que poner mucho cuidado, porque es estrecha y llena de socavones", dice. La carretera se parece a todas las que coexisten con obras: polvorienta, con muchos desniveles, grava...
Por supuesto, quien est¨¦ dentro de la ambulancia, no tiene ninguna opci¨®n. Carlos ayer lo comprob¨® en su piel. Este chico quincea?ero se cay¨® bajando una escalera: "Apoy¨¦ mal el pie en un pelda?o y perd¨ª el equilibrio", recuerda, "la pierna me dol¨ªa y se me hab¨ªa hinchado". Una ambulancia de Samur lleg¨® casi enseguida y sali¨® rumbo al hospital. Pero el ¨²ltimo trozo del viaje fue "como estar en una batidora", denuncia Carlos acarici¨¢ndose la pierna escayolada. "Hab¨ªa sacudidas continuas y ¨¦l apretaba los dientes para no gritar", dice su padre.
La parte que conecta el hospital general con los centros infantil y maternal es otra carrera de obst¨¢culos. Una m¨¦dica comenta que ya llevan dos a?os alborotados, "pero todo progreso pasa por una fase de caos, y que una modernizaci¨®n de la estructura es necesaria". Est¨¢ esperando el autob¨²s en la parte trasera del hospital. Ve el veh¨ªculo desde la parada, que tarda mucho en hacerse sitio en la calle cegada por los coches mal aparcados y los obst¨¢culos de las obras.
Una portavoz del centro es m¨¢s pesimista, aunque entre risas: "La Paz est¨¢ en obras permanentemente". La estructura es del 1964 y desde los a?os noventa ha empezado a quedarse insuficiente y a necesitar reformas peri¨®dicas. Adem¨¢s, explica, las obras son lentas porque hay que mantener su funcionalidad. Es as¨ª que el hospital se reforma a trozos. Se corta en diferentes ¨¢reas y se desplazan ambulatorios, despachos y plantas enteras en espera de nuevos locales, y no siempre es f¨¢cil situarse.
El matrimonio Ram¨ªrez est¨¢ perdido en el medio de la plaza de cemento que se abre delante del acceso principal. Una enorme estatua de hierro con forma de mujer les hace sombra. Marido y mujer tienen unos setenta a?os y han venido a visitar a un vecino ingresado. "No sabemos por d¨®nde buscarle", apunta ella mientras el marido con el ¨ªndice levantado intenta interpretar los carteles amarillos que indican los accesos cambiados por obras.
"A nosotros los mayores nos cuesta mucho caminar y aqu¨ª das unas vueltas que te puedes morir... y con este calor", Fernando Garc¨ªa se junta a la conversaci¨®n, sec¨¢ndose el sudor con un gran pa?uelo blanco.
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