La Mezquita Roja
Los acontecimientos de la Mezquita Roja de Islamabad -ocupada todav¨ªa por centenares de fan¨¢ticos islamistas, cercada por el Ej¨¦rcito y en cuyos enfrentamientos han muerto casi una veintena de personas- ponen de relieve a la vez la agudizaci¨®n de la crisis paquistan¨ª y la creciente debilidad del presidente y jefe de las Fuerzas Armadas, Pervez Musharraf. El l¨ªder de la revuelta, el predicador Abdul Aziz, que intentaba huir el mi¨¦rcoles enfundado en una burka, ha sido encarcelado tras comparecer ayer ante un tribunal antiterrorista. Su hermano, otro cl¨¦rigo incendiario, permanece en el recinto y ofrece la rendici¨®n de sus ocupantes a cambio de garant¨ªas gubernamentales.
Miles de radicales talibanizados, algunos armados, han ido convirtiendo desde enero pasado Lal Masjid y la aneja escuela religiosa femenina en un fort¨ªn. Desde la capital de Pakist¨¢n se han organizado secuestros de ciudadanos imp¨ªos y se ha conminado al Gobierno para que cierre prost¨ªbulos y tiendas de m¨²sica occidental. Ya en abril, el cl¨¦rigo ahora detenido amenaz¨® a Musharraf con llamar a la yihad y lanzar una oleada de terroristas suicidas si el Ej¨¦rcito asaltaba la mezquita. Casi medio a?o ha venido durando este ¨®rdago del islamismo m¨¢s enfermizo contra el dictador aliado de Washington.
Por primera vez, el fundamentalismo islamista, que campa a sus anchas en Pakist¨¢n, ha llevado su desaf¨ªo al coraz¨®n del poder. Se asum¨ªa hasta ahora que la talibanizaci¨®n era un fen¨®meno perif¨¦rico, casi exclusivo de las incontroladas zonas fronterizas con Afganist¨¢n, donde los talib¨¢n se han recuperado aprovechando la tibieza de un Gobierno cuya autoridad real es m¨¢s que discutible, cortocircuitada por gobernadores, jefes militares locales y terratenientes. Que Musharraf haya declarado que la Mezquita Roja alberga a terroristas suicidas vinculados a Al Qaeda hace a¨²n m¨¢s incomprensible la duraci¨®n del reto integrista.
S¨®lo la debilidad de Musharraf explica las dimensiones de la crisis de la Mezquita Roja. El general-presidente, que pretende modificar la Constituci¨®n para mantener su doble condici¨®n, que ha abusado de sus poderes enfrent¨¢ndose al poder judicial y afronta masivas protestas callejeras en su contra, convoc¨® excepcionalmente el mes pasado a la c¨²pula castrense para asegurarse su apoyo. Tras casi ocho a?os en el poder, al que lleg¨® con un golpe incruento en 1999, su futuro depende b¨¢sicamente de sus camaradas de armas, el ¨²nico poder organizado y decisivo en Pakist¨¢n.
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