La broma como resistencia pol¨ªtica
Hace 40 a?os exactamente Kundera publicaba su primera novela. En la Praga que anunciaba la primavera el libro obtuvo un ¨¦xito fulgurante, cada p¨¢gina era le¨ªda como una afirmaci¨®n de libertad. Si la juvenil broma conduc¨ªa al personaje a un irremediable descenso al infierno kafkiano de la Checoeslovaquia staliniana la lectura que se hizo en la anunciada primavera pol¨ªtica fue de feliz celebraci¨®n de la vida que renac¨ªa. La cara contrapuesta al absurdo cotidiano que mostraba el libro se estaba rompiendo en mil pedazos.
Unos meses despu¨¦s, cuando el Ej¨¦rcito sovi¨¦tico hab¨ªa invadido el pa¨ªs y restablecido el aberrante orden represivo, el libro se public¨® en Europa. El ¨¦xito fue tambi¨¦n inmediato pero distinto. La lectura que hicimos entonces fue expl¨ªcitamente pol¨ªtica, la denuncia de un socialismo que pretend¨ªa hacer felices a las gentes a pesar de ellos y que socializaba principalmente la infelicidad. La broma se hab¨ªa convertido en resistencia. El humor es probablemente el arma pol¨ªtica cargada de futuro m¨¢s firme, variable y duradera.
A principios del pasado mes de junio, en Par¨ªs, pude asistir al estreno de una obra ins¨®lita, La Verf¨¹gbar en los infiernos, subtitulada Una opereta-revista en Ravensbr¨¹ck. La autora, Germaine Tillon, cumpl¨ªa 90 a?os esos d¨ªas. Prestigiosa etn¨®loga, resistente y sobreviviente del campo de concentraci¨®n, presente en todos los combates importantes en defensa de los derechos humanos y de los pueblos, innovadora analista de la situaci¨®n de la mujer en los pa¨ªses mediterr¨¢neos, fue una sorpresa descubrirla como autora de opereta. Y m¨¢s sorprendente a¨²n saber que la obra fue escrita en oto?o de 1944 en el campo de concentraci¨®n, cuando ella y sus compa?eras tem¨ªan con raz¨®n que la muerte les llegar¨ªa antes del fin de la guerra y de la esperada liberaci¨®n por parte de los ej¨¦rcitos anglo-americanos y rusos.
La obra hace re¨ªr y se r¨ªe del campo, incluso de ellas mismas, las Verf¨¹gbar, las deportadas que se hab¨ªan negado a trabajar para las empresas nazis y que estaban "disponibles" para realizar los trabajos m¨¢s duros o desagradables del campo, sometidas al maltrato permanente y sin otro futuro que la muerte. "En el campo de concentraci¨®n no se piensa en el futuro. All¨ª el futuro no existe", escribe su compa?era Anise Postel-Vinay recordando su estado de ¨¢nimo en aquel triste oto?o del 44.
Tillon escribe su obra, que recuerda al Brecht de Santa Juana en el matadero, con humor ¨¢cido y distanciado, destinado a levantar el ¨¢nimo de sus compa?eras que participan en el proceso de producci¨®n de la obra (especialmente proporcionando m¨²sicas, casi siempre alegres, procedentes de las canciones populares de la ¨¦poca) y al mismo tiempo contemplan desde el exterior el campo, a los nazis y a su propia situaci¨®n.
El producto final ofrece adem¨¢s una informaci¨®n y una denuncia del absurdo criminal y de la locura brutal que se concentra en el campo y en la relaci¨®n de los nazis con las Verf¨¹gbar, definida por Tillon como el resultado de "la conjugaci¨®n entre un gestapista macho y una resistente hembra". Pero este resultado aparecer¨¢ m¨¢s tarde y para ello ante todo hay que vivir, resistir. La resistencia es para "sobrevivir, nuestra ¨²ltima acci¨®n de sabotaje". Por cierto es curioso constatar c¨®mo t¨¦rminos que ahora se entienden con connotaci¨®n negativa, como "sabotaje" o "terrorismo", en aquella ¨¦poca se consideran positivos. Recordemos el emotivo final de Esta tierra es m¨ªa, de Jean Renoir, en la que el modesto y miedoso maestro protagonista, que interpreta el genial Charles Laughton, termina su alegato ante los jueces colaboracionistas de la Francia ocupada con una rotunda defensa del "derecho al sabotaje".
Tillon nos dice algo m¨¢s. La obra divierte para informar, para afirmar la fe en la capacidad de los hombres y mujeres de luchar por su dignidad, para mantener la esperanza en el futuro, para afirmar la vida. Y para ello el humor es un arma para sobrevivir, para resistir, para denunciar y para enfrentarse a la barbarie aunque la practiquen los Estados. Y con humor nos transmite "la memoria, sin ella no podemos imaginar el porvenir".
En Espa?a tambi¨¦n hay humor frente a la pol¨ªtica monopolizada por instituciones cuya representatividad est¨¢ hoy cuestionada (v¨¦ase la importancia de la abstenci¨®n) pero es un humor que se sit¨²a entre la obscenidad y la ingenuidad, que contribuye a la pasividad ciudadana y a la debilidad de la democracia. Las recientes elecciones han significado un fracaso de la democracia. En Catalu?a es una evidencia emp¨ªrica. La abstenci¨®n no s¨®lo es importante en cantidad (m¨¢s del 50% en Barcelona) tambi¨¦n es significativa en cualidad. El an¨¢lisis por barrio y las encuestas coinciden: los que menos votan son los sectores de bajos ingresos y los j¨®venes. Es frecuente encontrar que la abstenci¨®n en barrios populares es el doble o m¨¢s que en barrios de rentas altas. Y que la abstenci¨®n de los j¨®venes triplica o cuadriplica la de las personas mayores. El fracaso de la democracia no es la abstenci¨®n y el crecimiento significativo del voto en blanco (son s¨ªntomas) pues podr¨ªa interpretarse que los que no votan es porque no necesitan pol¨ªticas p¨²blicas. Pero no es as¨ª, no votan los sectores que s¨ª las necesitan y aquellos que deber¨ªan tener esperanzas respecto al futuro.
La democracia no es un simple instrumental para crear y mantener instituciones representativas. Es un marco pol¨ªtico-jur¨ªdico cuya legitimaci¨®n y vocaci¨®n es promover pol¨ªticas, y por lo tanto valores y comportamientos, destinados a aumentar las libertades, a reducir las desigualdades y a reforzar los lazos solidarios. Pues bien, si la democracia est¨¢ flacucha parece imponerse la cr¨ªtica a los que contribuyen a ello y la resistencia de los que no quieren morir con ella. Y el humor podr¨ªa ser importante.
En muchas partes de Espa?a, si nos atenemos a lo que muestran radios, televisiones y espect¨¢culos, el humor pol¨ªtico se confunde con la obscenidad, la descalificaci¨®n grosera de los pol¨ªticos, el lenguaje grosero, escatol¨®gico, pornogr¨¢fico. En Catalunya triunfa un programa de humor, Polonia, que divierte mediante la caricatura amable de los pol¨ªticos. Pero en ambos casos, nos gusten m¨¢s o menos estos programas, ni los unos ni los otros son muy ¨²tiles a la democracia. La cr¨ªtica a los partidos es f¨¢cil, se les pide mucho m¨¢s de lo que pueden dar, y es cierto que podr¨ªan dar un poco m¨¢s, pero como la abstenci¨®n tambi¨¦n ellos son m¨¢s un s¨ªntoma que una causa.
La perversi¨®n de la democracia reside en otros centros de poder: las multinacionales, la banca, la c¨²pula de la Iglesia Cat¨®lica, algunos personajes de los medios de comunicaci¨®n, los que promueven el racismo y la xenofobia, los que difunden una ret¨®rica ultra securitaria, etc. Y, curiosamente, ¨¦stos raramente son objeto de la cr¨ªtica mediante el humor.
Somos m¨¢s ricos que antes, no mucho m¨¢s educados, y en humor pol¨ªtico me parece que hemos retrocedido respecto a otras ¨¦pocas. Y ante el p¨¢ramo del debate de ideas en serio, buena falta nos hace una buena dosis de humor inteligente, radical y sin temor a enfrentarse a los poderes f¨¢cticos.
Jordi Borja es urbanista.
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