Morir en el escenario
La semana pasada se produjo el fatal accidente de Benno Goldewijk y Alfredo Peci?a, dos riggers, t¨¦cnicos de artes esc¨¦nicas, en el desmontaje del concierto de los Rolling Stones en el Vicente Calder¨®n y en el que otros dos t¨¦cnicos, Alfredo Pe?a y Jorge Jos¨¦ Benavente, resultaron heridos de diversa gravedad.
Hace un a?o que en ese mismo estadio muri¨® David Mar¨ªn. Y, debido a esa muerte, en este montaje todo el personal llevaba casco.
Otro t¨¦cnico, Francisco Padilla, muri¨® hace poco trabajando en un plat¨® de televisi¨®n.
De no solucionar ahora las cosas, tendremos que acostumbrarnos a recibir numerosas noticias de este tipo, porque la sociedad clama por espect¨¢culos cada vez m¨¢s deslumbrantes y monumentales. Macromontajes que se hacen con los mismos presupuestos de siempre, lo que obliga a reducir gastos de las mismas partidas: el sueldo de los t¨¦cnicos y las inversiones en seguridad.
Acondicionar un escenario como los que se ven en las fiestas de nuestras ciudades exige jornadas de m¨¢s de 12 horas a un grupo de montadores, iluminadores, sonidistas, auxiliares... En una palabra, t¨¦cnicos comprometidos con el hecho cultural que trabajan para que otros tengan ocio y que lo ¨²nico que piden es un poco de dignidad, reglamentaci¨®n laboral, derecho a la formaci¨®n y aplicaci¨®n de la Ley de Prevenci¨®n de Riesgos Laborales.
No pertenecemos a la construcci¨®n, como se empe?an en decir algunos sindicatos. Somos t¨¦cnicos de las artes esc¨¦nicas, orgullosos de serlo y de proclamar que "sin nosotros tampoco hay espect¨¢culo".
Int¨¦rpretes y t¨¦cnicos van de la mano y los unos sin los otros no son nada. Tal vez los actores y las actrices quieran morir en escena, pero, desde luego, nosotros no queremos morir en el escenario.
Hoy, el negro de nuestras camisetas rinde homenaje a las familias de los muertos, al tiempo que deseamos una pronta y total recuperaci¨®n a los heridos.
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