?Queda dignidad?
Este texto est¨¢ en castellano, tambi¨¦n un idioma del que escribe, como todo el peri¨®dico y la totalidad del quiosco, como todas las televisiones, con la excepci¨®n de un canal auton¨®mico. El castellano no s¨®lo est¨¢ aqu¨ª y es la lengua en la que se expresa la realidad en Galicia, sino que es la lengua dominante y casi exclusiva, es toda la vida social. El gallego es lo residual y dom¨¦stico y tambi¨¦n los formalismos institucionales, unos latines rituales. Esto es evidente, pero a veces lo evidente parece invisible.
En el Noroeste peninsular naci¨® del lat¨ªn el romance que los romanistas llaman "hisp¨¢nico occidental" y que aqu¨ª llamamos gallego y del Mi?o para abajo portugu¨¦s. El gallego es nuestro lat¨ªn. Sus palabras se expandieron por el mundo aunque aqu¨ª, precisamente en la cabecera, viven su agon¨ªa. As¨ª Ronaldinho habla con orgullo las palabras de Lula y de Pessoa, que so?¨® a aquel poeta gallego llamado Alberte Caeiro, y as¨ª, en cambio, muchos gallegos no s¨®lo niegan su lengua sino que incluso ocultan o disimulan su acento. El quid para explicar que hablando las mismas o semejantes palabras unos sientan alegr¨ªa y orgullo y otros verg¨¹enza est¨¢ en las circunstancias hist¨®ricas y pol¨ªticas de los gallegos. Es una derrota lo que explica la dependencia y abatimiento de Galicia, fue un designio pol¨ªtico, la "doma y castraci¨®n" por Isabel, la Trast¨¢mara, lo que hizo que el gallego desapareciese en el siglo XVI de los documentos escritos en nuestro territorio.
La condena de nuestra lengua a ser ¨²nicamente habla entre nosotros se complet¨® con la destrucci¨®n de nuestra identidad, desde la derrota los gallegos, antes reyes y poetas, pasan a ser los tontos del teatro barroco en la corte. Ser gallego result¨® un problema. La Real Academia Espa?ola mantiene hoy para la voz "gallego" los significados de "tonto", "falto de entendimiento o raz¨®n" y "tartamudo". Un pa¨ªs con sentido de la dignidad no lo permitir¨ªa. Lo dice todo de nosotros que se sigan vendiendo diccionarios que difunden odio hacia los gallegos. Sabemos de prejuicios negativos sobre madrile?os, andaluces, catalanes, castellanos, ..., pero esos son ignorados por la RAE. No es que seamos "tontos", como mantiene su diccionario, simplemente cobardes. Merecemos que nos insulten, porque en democracia cada uno tiene lo que se merece. Del castellano somos hu¨¦spedes, pero no queridos ni respetados.
Esa xenofobia hacia nosotros fue interiorizada en nuestro pa¨ªs, muchos asumieron la visi¨®n negativa de Galicia y los gallegos, "?gallego el ¨²ltimo!" lleg¨® a ser nuestra divisa. As¨ª, no es extra?o que haya quien llegue a afirmar que tan gallego es el castellano como el gallego. Pero, ?y el ingl¨¦s? Tambi¨¦n, tam¨¦n, of course. No nos quedemos sin ingl¨¦s, tan ¨²til y nuestro. Franc¨¦s y alem¨¢n, no digo. El catal¨¢n, no s¨¦. Est¨¢ por ver si tambi¨¦n el gallego es tan castellano como el castellano. Quiz¨¢.
Quien, de buena fe, conozca nuestra realidad constata que los gallegohablantes son tratados como una minor¨ªa en su propio pa¨ªs, les es imposible vivir en la lengua gallega en la propia Galicia. Reciben aqu¨ª el trato que se le da en otras partes a los emigrantes, y sin necesidad de emigrar.
La recuperaci¨®n de la autonom¨ªa, que nos arrebat¨® el golpe de los militares nacionalistas en 1936, permiti¨® un consenso de todas las fuerzas pol¨ªticas para recuperar algo la dignidad. La ley de Normalizaci¨®n Ling¨¹¨ªstica, consensuada y aprobada por todos, cre¨® un m¨ªnimo com¨²n m¨²ltiplo de decencia y de dignidad personal y colectiva. Ahora el PP ha roto ese consenso colectivo. Siguiendo la consigna de la madrile?a calle G¨¦nova de provocar enfrentamiento social, ha abierto una herida para que sangre: que lo que nos une nos enfrente. Han tra¨ªdo y plantado la semilla del odio en el nervio m¨¢s sensible, la lengua. All¨ª han usado los muertos contra el Gobierno, aqu¨ª usar¨¢n el gallego contra Galicia.
Traicionan as¨ª a los otros diputados con los que elaboraron y consensuaron una norma para la escuela, y sobre todo traicionan a Galicia, a la ciudadan¨ªa gallega. El PP con esto se ha situado como una fuerza extra?a e intrusa, como lo fue siempre en Catalu?a o el Pa¨ªs Vasco. Aquel partido que nos dec¨ªa que era la esencia misma de Galicia desapareci¨® en un par de a?os, en su lugar vemos un partido minorizado y ajeno al pa¨ªs. Vemos este caballo de Troya del autoodio propio y el odio ajeno. Verg¨¹enza y asco.
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