?Adi¨®s a la alpargata?
Trabajo de campo pedestre, en sentido estricto: se trata de ver qu¨¦ calza el personal este verano. El rambleo arroja una pasmosa unanimidad: la chancla domina. El tipo m¨¢s utilizado es el de engarce entre el pulgar y el ¨ªndice. Hay gran variedad de modelos: sujeciones en pl¨¢stico y ropa de muchos colores, suelas primordialmente en pl¨¢stico, aunque tambi¨¦n las hay de piel girada o corcho. El color que m¨¢s se repite pudiera ser el plateado, aunque la profusi¨®n de tintes impide extraer una norma. La fijaci¨®n de entrededos, siendo mayoritaria, no es la ¨²nica: hay tambi¨¦n el aro sujeto al pulgar o las cintas cruzadas encima del empeine. Todo vale con tal de dejar al aire las u?as. Excepto si se trata de unas Crocs, que han irrumpido con fuerza en el mercado espa?ol esta temporada. Se trata de unos chanclos de goma de empeine alto fabricados en Colorado, EE UU, donde aparecieron como calzado n¨¢utico har¨¢ unos tres o cuatro a?os: pueden mojarse y secarse sin problemas, gracias a los amplios orificios de la puntera, y una cinta que puede pasarse por detr¨¢s del tal¨®n asegura una buena sujeci¨®n. Los colores son chillones: verde fosforescente, fucsia, rojo. Digamos que se parecen a las tradicionales cangrejeras, pero su superior ergonom¨ªa les confiere hechuras de c¨®mic: no casualmente hay modelos fabricados con la compa?¨ªa Walt Disney que exhiben personajes siluetados de la factor¨ªa sobre la pala. Ojo con las cocodrilos -Crocs viene de crocodile-, pues llevan trazas de convertirse en hegem¨®nicas en las pr¨®ximas temporadas.
El sector no parece estar en crisis. Una numerosa clientela espera tanda
A bastante distancia de las chanclas siguen otros tipos de calzado. Dejando de lado la zapatilla deportiva, que se lleva masivamente todo el a?o, el segundo lugar del podio estival lo ocupa sin lugar a dudas la sandalia. Tambi¨¦n ah¨ª la variedad de hechuras y materiales es muy alta, por lo que la formulaci¨®n de una ley general resulta imposible. Ahora bien, el rambleo s¨ª arroja un dato firme: la alpargata hisp¨¢nica se halla en franco retroceso. Apenas se ven por la ciudad: a lo sumo, modelos femeninos de tal¨®n alto y fantas¨ªa. ?Est¨¢ desapareciendo la Espa?a de la alpargata? Desde luego, la de la pandereta hace a?os que se extingui¨®, pero nunca habr¨ªa dicho lo mismo de la alpargata. Para salir de dudas me acerco a La Manual Alpargatera, en el n¨²mero 7 de la calle de Aviny¨®.
El sector no parece en crisis. La numerosa clientela espera tanda. Esta tarde son mayor¨ªa los italianos -que nombran a este calzado con un curioso t¨¦rmino h¨ªbrido: espadrillas, del franc¨¦s espadrilles, al que se le ha a?adido la desinencia castellana. Tambi¨¦n hay algunos alemanes y una pareja de japoneses. Aguardo mi turno mientras observo las altas pilas de alpargatas y el taller artesanal al fondo del establecimiento. Cuando me atienden, opto por unas Manchester color burdeos de suela de yute (36 euros). El mismo modelo, a 42 euros, est¨¢ tambi¨¦n con planta de c¨¢?amo, pero la producci¨®n es escasa y falta mi n¨²mero. Pido hablar con el responsable del negocio, que resulta ser Joan Carles Ve¨ª Tasies, hijo de la encargada que vendi¨® el primer par de alpargatas del establecimiento, fundado en 1941 por Joan Oliv¨¦ Vagu¨¦ y Emilia Mart¨ªnez. Le pregunto si fenece la Espa?a de la alpargata y matiza de inmediato: "Ese es un t¨®pico que ni siquiera val¨ªa del todo en la d¨¦cada de los cuarenta. En 1943, dos a?os despu¨¦s de su fundaci¨®n, en La Manual se fabricaban ya colecciones para Pertegaz, El Dique Flotante y Santaeulalia. Y hoy se abastece gente como Ralph Lauren y Jean Paul Gaultier". Entre los clientes de renombre de La Manual se han contado Jack Nicholson, el papa Wojtila y Julianne Moore, informa Tasies. Le comento mis impresiones tras el trabajo de campo por La Rambla. "No es una buena campa?a", confirma, "el a?o pasado vend¨ªamos m¨¢s, pero nos mantenemos. La competencia china y la de las grandes superficies es dura, pero hubo momentos peores". ?Como cu¨¢les? "En los ochenta esto estaba muy deca¨ªdo, tras el esplendor de los hippies y la moda ad lib. Fue cuando se hizo cargo del negocio mi familia". Con paciencia, Joan Carles Tasies me informa de los modelos de alpargata tradicionales: Dal¨ª utilizaba las pinxo, en las que las vetas negras cubren la totalidad de la cara, a diferencia de las Taverner, donde llegan hasta la mitad. Y luego est¨¢n las de Valls, las de los mossos cuando van de bonito, con las vetas azules arrancando de la puntera y recorriendo por siete veces uno y otro lateral. No faltan las sanfermineras de veta roja, muy del tiempo. Le pido a Tasies que me pondere las ventajas de la alpargata tradicional. "Transpira y te permite sacar la china sin necesidad de descalzarte. Pero si llueve, olv¨ªdala". Y sin soluci¨®n de continuidad arremete contra el Ayuntamiento: "Riega cada ma?ana justo delante de la tienda. Les hemos pedido que lo hagan por la noche, cuando tenemos cerrado, pero no hay manera". Y del pl¨¢stico, ?qu¨¦ opina Tasies? "Un derivado del petr¨®leo poco noble. Aunque las Crocs me parecen c¨®modas para gente que est¨¢ mucho rato de pie, como personal de la sanidad, cocineros o dependientes. Cada cosa a su tiempo". ?l, claro, para el verano prefiere el yute, el c¨¢?amo y el algod¨®n. La Manual obliga.
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