La plantilla de Delphi decide hoy si acepta el preacuerdo de cierre
Los empleados temen que fallen las promesas de recolocaci¨®n
Antonia Roca guarda en su casa la camiseta con la que durante cuatro meses y medio, casi cada d¨ªa, ha salido a la calle para manifestarse en contra de las intenciones de la multinacional para la que trabaja, todav¨ªa, su marido. No la piensa tirar. "Tendremos que quitarle el lema de la parte trasera, el de Delphi no se cierra. ?se ya no tiene sentido. Pero el otro, el de Por el empleo en la bah¨ªa, es el que m¨¢s significado cobra. Ah¨ª estar¨¢ ahora nuestra lucha".
Su pareja, Manuel Chenivet, llama al 4 de julio "el d¨ªa de la independencia de Delphi". Fue la fecha en la que se celebr¨® la ¨²ltima reuni¨®n entre direcci¨®n y comit¨¦, la que acab¨® 27 horas despu¨¦s con un acuerdo por el que la empresa abandona su factor¨ªa de Puerto Real a cambio de indemnizaciones para sus 1.600 empleados y la cesi¨®n de sus activos. "La gente cree que hemos acabado millonarios y con un puesto de trabajo, pero no es as¨ª. Las mayores indemnizaciones se las llevan s¨®lo un grupo de 30 directivos. Y lo del trabajo est¨¢ por ver, porque de momento son s¨®lo promesas de la Junta de Andaluc¨ªa". "Es una derrota", apostilla su esposa.
"Si pudiera, cambiar¨ªa los millones de la indemnizaci¨®n por volver al 21 de febrero"
Y es que, pese a que el comit¨¦ ha arrancado a la multinacional compromisos que en un principio parec¨ªan inalcanzables, en casa de Antonia y Manuel no hubo fiesta. El d¨ªa del acuerdo fue un d¨ªa triste. "Los dos nos vinimos abajo, por fin vimos la realidad", cuenta Chenivet.
Sus hijos, Manuel, de 23 a?os; A¨ªda, de 19, y Daniel, de 11, tambi¨¦n supieron que la noticia no hab¨ªa sentado bien en casa. "Aunque no entiendan los detalles del acuerdo -nosotros, tampoco-, saben que hemos luchado todos estos meses por mantener los puestos de trabajo. Y eso no lo tenemos asegurado", recuerda Antonia. Han sonado ya algunos nombres de empresas que se pueden implantar en la bah¨ªa de C¨¢diz para compensar la destrucci¨®n de empleo que provocar¨¢ la marcha de Delphi. Por ejemplo, una empresa de energ¨ªa solar o una firma de software.
Pero estas ideas no convencen a Manuel. "La de software ya sabemos que no nos va a llamar a nosotros. Est¨¢ pidiendo los curr¨ªculos de estudiantes de inform¨¢tica. Mi hijo ya lo ha mandado". Tambi¨¦n se ha hablado de Ficosa, una empresa de automoci¨®n catalana que podr¨ªa montar una planta de componentes aeron¨¢uticos en la bah¨ªa. Eso les gusta m¨¢s.
"Hemos mirado por Internet informaci¨®n sobre la compa?¨ªa. Tiene una potencia enorme, y es pr¨¢cticamente el mismo trabajo que hacemos ahora. Ser¨ªa nuestra esperanza", mantiene Jos¨¦ Crespo. ?l trata de ser m¨¢s optimista. "A ver si antes de irnos al paro, el 31 de julio, tenemos ya noticia de una empresa que se vaya a instalar aqu¨ª".
Pero antes de que esto ocurra, la asamblea de trabajadores tiene que ratificar el acuerdo. Iba a votarse el viernes, pero la plantilla pidi¨® tiempo para estudiar el documento, que hoy se someter¨¢ a refer¨¦ndum. Crespo ha aprovechado el fin de semana para analizarlo. "Sabemos que es s¨ª o s¨ª, pero al menos quiero saber lo que estoy votando para luego poder exigir".
Crespo quiere disponer del acuerdo como garant¨ªa. Antonia Roca tiene algo m¨¢s. "Soy la ¨²nica que posee un papel con la firma de Manuel Chaves en el que promete que nos buscar¨¢ una soluci¨®n". El papel, en realidad, se lo dio el presidente de la Junta a la madre de Antonia, una de las mujeres m¨¢s combativas durante toda la crisis. "D¨ªgale a su hija que se quede tranquila", le ped¨ªa Chaves en su nota.
Han sido cuatro meses y medio muy duros. Y parecen m¨¢s por las consecuencias que han tenido en las familias de Chenivet y Crespo. La hija mayor de ¨¦ste, Mariana, de 22 a?os, no se pudo presentar a ninguno de los ex¨¢menes de febrero de su carrera de Empresariales. Su hermana Paula, de 15, ya est¨¢ estudiando porque, seg¨²n su madre, Paqui Ramos, "ha acabado el curso regular". Daniel, el hijo peque?o de Chenivet, "anda algo desorientado" porque ha pasado cuatro meses en una casa en la que los horarios eran un caos y donde nadie ten¨ªa mucho tiempo para ¨¦l.
Afortunadamente, algunas cosas han permanecido estables pese a la crisis. Julia, la hija menor de Paqui y Jos¨¦, pudo celebrar su comuni¨®n. Lo primero que pregunt¨® el 22 de febrero, cuando la empresa anunci¨® el cierre, fue si todav¨ªa podr¨ªa tener fiesta. "Una fiesta familiar, pero la tuvo, y su traje", asegura su madre.
Las dos familias saben que se enfrentan ahora a una nueva etapa de reivindicaciones. "No podemos perder el contacto por si a¨²n hay que sacar el hacha de guerra", dicen. Est¨¢n cansados, pero no se pueden permitir un momento de descanso porque necesitan conseguir que la Junta de Andaluc¨ªa cumpla su compromiso: conseguir su recolocaci¨®n. Para Manuel Chenivet es la ¨²nica salida v¨¢lida: "El dinero no sirve para nada, nos da para aguantar uno o dos a?os. S¨®lo nos vale un trabajo. Si pudiera, cambiar¨ªa los millones de la indemnizaci¨®n por volver al d¨ªa 21 de febrero".
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