Bur¨®cratas
Resulta que los m¨²sicos que quieren tocar en el metro de Barcelona tuvieron que pasar hace unos d¨ªas por una prueba de selecci¨®n. Esto del examen no es algo que se hayan inventado los barceloneses en un ataque de hipermodernez urbana, sino que ya se hace en ciudades como Par¨ªs o Nueva York. O sea, que la medida parece responder a una tendencia de la sociedad occidental. La tendencia al intervencionismo, a la megaloman¨ªa administrativa, a la burocracia y a las alucinaciones ordenancistas. Los del Metro de Barcelona han establecido 32 puntos de actuaci¨®n, para los que se han presentado un centenar de m¨²sicos. Les han seleccionado con criterios "de variedad musical y calidad", les han puesto horarios y, hala, a continuaci¨®n, les han soltado a los andenes del metro, en donde supongo que intentar¨¢n vivir de las propinas de la gente, porque no he le¨ªdo en ning¨²n lado que vayan a tener un sueldo fijo.
De modo que no estamos hablando de empleados, sino de m¨²sicos callejeros. De una actividad creativa, aventurera y vagabunda. Puede que con estas medidas el metro consiga tener una tropilla de m¨²sicos disciplinados que suenen todos m¨¢s o menos bien y que fichen a las mismas horas (ya puestos, ?por qu¨¦ no colocarles un uniforme?), pero me temo que ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil encontrar al artista singular, al personaje ¨²nico. Tener que hacer oposiciones para ser bohemio me parece una cosa un poco rara.
Con este af¨¢n por regularlo todo, por impedir la singularidad, por erradicar lo accidental y acabar con el caos (misi¨®n imposible, porque la vida es un ca¨®tico accidente), acabaremos condenando a cadena perpetua a los coches que matan a sus ocupantes (en la Edad Media ajusticiaban a los jumentos que hab¨ªan causado la muerte de sus amos), as¨ª como exigiendo un t¨ªtulo acad¨¦mico de Pobre de Solemnidad a los mendigos y obligando a los rateros a inscribirse en la Agrupaci¨®n Municipal de Chorizos Varios (AMCV). Todo lo queremos ordenar con frenes¨ª reglamentista. Todo menos algo que s¨ª que deber¨ªa ser regulado, a saber, los derechos de las prostitutas a ejercer su trabajo en condiciones dignas. Pero eso, ay, choca con el puritanismo de los bur¨®cratas, que no suelen ser los tipos m¨¢s abiertos de miras ni los m¨¢s modernos.
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