Ojo al parche
"Firmillas" llama mi amigo el fot¨®grafo madrile?o, F¨¦lix Lorrio, con deje despectivo, a los adolescentes que con premeditaci¨®n, nocturnidad y alevos¨ªa impregnan con sus deyecciones gr¨¢ficas los muros de la ciudad para dejar constancia de su existencia, para decirle al mundo que no quiere ni o¨ªrles, ni verles, que est¨¢n aqu¨ª marcando el territorio, invisibles, ilegibles y an¨®nimos porque sus apresurados garabatos son casi siempre indescifrables. Hay que distinguir a los "firmillas" de los grafiteros, a diferencia de los segundos, los "firmillas" no parecen tener pretensiones art¨ªsticas, no pretenden mejorar el paisaje urbano con sus creaciones sino emborronarlo y tacharlo con chafarrinones de tinta negra.
En la guerra contra el pintor callejero sucumbir¨¢n m¨¢s justos que pecadores
El Gobierno regional acaba de declarar la guerra a los pintores callejeros, sin distinciones art¨ªsticas, una guerra de multas contra estos escurridizos y prol¨ªficos piratas del spray, una guerra en la que sucumbir¨¢n seguramente m¨¢s justos que pecadores, m¨¢s artistas que emborronadores, pues se supone que los primeros necesitan m¨¢s tiempo para desarrollar sus coloristas creaciones murales y tienen m¨¢s dificultad para escapar con sus mochilas cargadas de tubos de colores. El rey de los grafiteros madrile?os de los a?os ochenta era un artista sin dejar de ser un "firmilla". Su r¨²brica, un muelle, impecablemente resuelto en un trazo, aparec¨ªa por sorpresa y profusi¨®n en lugares imposibles y en rincones ins¨®litos como una marca indeleble y registrada del Madrid de la Movida.
Otro enemigo de los "firmillas" van a ser las c¨¢maras de vigilancia que planea instalar, el GH Gallard¨®n y que convertir¨¢n algunas calles y plazas del centro en escenarios de un multitudinario show de tele-realidad en el que concursaremos todos los viandantes y en el que no habr¨¢ premios sino castigos. Las c¨¢maras se proponen sobre todo controlar la delincuencia y erradicar la prostituci¨®n, pero lo que el alcalde no sabe y deber¨ªa saber es que para erradicar la delincuencia y la prostituci¨®n del centro de Madrid habr¨ªa que llevarse el centro de Madrid a otra parte con nocturnidad y alevos¨ªa como los firmillas. Prostitutas y delincuentes van donde va la gente, donde va m¨¢s gente, salvo excepciones como ese coto de la Casa de Campo, definitivamente vedado a partir de ahora por la autoridad municipal.
En la descabalada y c¨¦ntrica plazuela de Juan Pujol, han brotado tres espl¨¦ndidas vi?etas zool¨®gicas en los muros, las im¨¢genes a todo color y detalle de tres especies en v¨ªas de extinci¨®n, un deslumbrante oso polar en primer plano y dos aves ex¨®ticas de fastuoso plumaje, las vi?etas llevan la firma de una de sus autoras y del Museu da Esperan?a, que adjunta una direcci¨®n de correo electr¨®nico. Uno de los laterales de esta plaza est¨¢ cubierto desde su ¨²ltima remodelaci¨®n con un mural permitido y profanado por "firmillas" asilvestrados, pero hoy la atenci¨®n se concentra en este peque?o zoo virtual y ecologista. Los p¨¢jaros y el oso, o la osa -no hay lugar para la pol¨¦mica- son el motivo de conversaci¨®n de los cuatro polic¨ªas municipales que montan guardia para impedir la proliferaci¨®n del botell¨®n en el ¨¢rea. Tras ponerse de acuerdo sobre el inter¨¦s art¨ªstico y ecol¨®gico de las obras, los j¨®venes agentes discuten sobre la legalidad de intervenir sin permiso sobre propiedades ajenas aunque sea para mejorarlas, como es el caso, y despu¨¦s de unos minutos de controversia, en la que acabar¨¢ participando el cronista, el jurado policial dictamina por tres sufragios contra uno, indultar a las tres criaturas amenazadas.
NOTA.- El cronista habla mucho ¨²ltimamente con los polic¨ªas municipales que patrullan por el barrio, una costumbre adquirida recientemente, porque cada vez patrullan m¨¢s "efectivos" por aqu¨ª y cada d¨ªa son m¨¢s j¨®venes y m¨¢s sociables, sobre todo con sus coet¨¢neos, no es mi caso, a los que retienen para echar una amigable parrafada mientras les piden los papeles y les cachean y registran, sin acritud.
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