Aristocracia
Es la vida de siempre, de comedia cinematogr¨¢fica espa?ola y tebeo de los a?os sesenta: cestas de navidad y jamones y entradas para los toros y el f¨²tbol, regalos para notarios, jueces, potentados, mandamases. Una inmobiliaria malague?a, Aifos, implicada en el caso marbell¨ª, hac¨ªa lo mismo en 2004: regalar al pudiente, seg¨²n informaban en este peri¨®dico F. J. P¨¦rez y J. Vi¨²dez, apoy¨¢ndose en informes policiales. Los homenajeados por Aifos pertenecen a distintas sensibilidades pol¨ªticas, de derechas a izquierdas. El nexo que une a todos es el peque?o poder, la distinci¨®n, un modo de vivir y comportarse. Todas las empresas regalan.
No es una moda nueva: los gustos de ahora coinciden con los gustos de toda la vida. Ah¨ª te mando un bolso de marca y piel buen¨ªsimas, un pase con consumici¨®n para la caseta de la feria, la entrada de los toros, los atributos de la clase media espa?ola con dinero y poder provincial, lo que hace envidiables y diferentes a estas criaturas del comercio, la pol¨ªtica, la administraci¨®n p¨²blica, la banca. Es una hermandad de pocos y felices que cada vez son m¨¢s. Les encantan las chacinas, el vino, los espect¨¢culos tradicionales de masas. Han convertido sus negocios, la vida pr¨¢ctica, en vida est¨¦tica.
Son una jerarqu¨ªa. Y establecen jerarqu¨ªas entre ellos. La inmobiliaria Aifos no distribu¨ªa los regalos por igual: los merecedores de su atenci¨®n se dividen en VIP, tres estrellas, dos, una, quiz¨¢ por influjo del mundo militar o de los intereses hoteleros de la empresa. No es soborno. No es aquella escena de El cuarteto de Alejandr¨ªa, de Lawrence Durrell, en la que el ministro del Interior egipcio, due?o de una famosa colecci¨®n de Coranes y funcionario muy temido, recibe a quienes quieren pedirle favores: cada uno le ofrece con reverencia un Cor¨¢n y, entre las p¨¢ginas sagradas, ha metido dinero. As¨ª enriquece el ministro su colecci¨®n. Coge el libro, lo aprecia entre sus manos, lo agradece. Sube a la biblioteca para comprobar si ya posee un ejemplar como el que acaba de recibir. Si la cantidad ofrecida no le basta, el ministro devolver¨¢ el libro ("aunque infaliblemente le hab¨ªa extra¨ªdo el dinero", precisa Durrell): lamentablemente ya lo ten¨ªa. El favor solicitado no ser¨¢ satisfecho.
No es delito aceptar una invitaci¨®n al hidromasaje o a la caseta ferial, pero algunos rechazaron el obsequio. El alcalde de Estepona, el socialista Antonio Barrientos, tir¨® sin pensarlo una invitaci¨®n en forma de toalla para el tratamiento Spa. La cesta navide?a no la devolvi¨®, porque recibe muchas cestas, y ni mira quien las manda, ni lo que valen. Es un modo de vida, consagrado y antiguo, aunque lo contaminen las modas del momento: los afortunados reciben c¨¢maras de fotos digitales, el abono para un hotel con hidroterapia, el Spa, eso que tiene nombre de baile de moda de hace treinta o cuarenta a?os, el ska, la sensaci¨®n del momento.
Lo que gusta siempre son los toros y los jamones ib¨¦ricos, lo inmutable. Siempre las minor¨ªas selectas espa?olas de cada momento hist¨®rico han imitado h¨¢bitos que imaginariamente distinguen a la aristocracia terrateniente, agr¨ªcola y ganadera. La fiesta nacional es tan querida que el PP quer¨ªa consagrarla legalmente como tradici¨®n obligatoria del pa¨ªs. Quienes se reparten estos regalos inmobiliarios, de empresa, suelen compartir una desenvoltura de individuos con derecho de entrada a la caseta ferial m¨¢s exclusiva. Forman una santa alianza de constructores, pol¨ªticos, empleados p¨²blicos y bancarios, que ha impulsado una ola de prosperidad general. Aunque han transformado profundamente la realidad, garantizan la vigencia de las viejas costumbres.
Lo taurino y los embutidos son estupendos, pero el juego, con cantidades gigantes sobre la mesa, tambi¨¦n goza de gran estima entre esta feliz minor¨ªa. Pedro Rodr¨ªguez, alcalde de Huelva por el PP desde hace a?os, apuesta 10 millones de euros a que unos puentes que el presidente Chaves promet¨ªa en campa?a electoral para el a?o 2010 no ser¨¢n realidad en el a?o 2010. Me parece veros¨ªmil que los tres puentes entre Huelva y Punta Umbr¨ªa sigan sin existir dentro de tres a?os. Deber¨ªa encontrar inveros¨ªmil que un alcalde cuente con 10 millones de euros para ponerlos en la mesa de juego.
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