Purga, lapida, silencia
La muerte por apedreamiento de un ad¨²ltero acrecienta el temor de los defensores de los derechos humanos sobre la progresiva reducci¨®n de las libertades p¨²blicas en Ir¨¢n
La confirmaci¨®n esta semana de una nueva lapidaci¨®n en Ir¨¢n ha reforzado los temores de analistas y defensores de los derechos humanos sobre la progresiva reducci¨®n de las libertades p¨²blicas bajo el Gobierno de Mahmud Ahmadineyad. La ejecuci¨®n se produce en un clima de restricciones a opositores pol¨ªticos, prensa reformista, activistas de los derechos humanos, sindicalistas o simples acad¨¦micos. La creciente presi¨®n internacional parece haber puesto nerviosas a las autoridades iran¨ªes que, a pesar del tono desafiante de sus declaraciones p¨²blicas, han lanzado una purga interna contra cualquier disidencia real o percibida.
Jafar Kiani muri¨® apedreado el pasado d¨ªa 5 en la peque?a localidad de Aghche Kand (provincia de Qazvin), a tres horas al oeste de Teher¨¢n. Su delito: haber convivido con Mokarrameh Ebrahimi, hace 11 a?os cuando ambos estaban casados con otras personas. Mokarrameh, que est¨¢ encarcelada con sus dos hijos, recibi¨® la misma condena y espera su confirmaci¨®n. Las sentencias por adulterio se produjeron a finales de junio, pero la inmediata movilizaci¨®n de los activistas de derechos humanos influy¨® para que el juez supremo de Qazvin frenara su ejecuci¨®n, de acuerdo con la moratoria en las lapidaciones que el jefe del Poder Judicial, ayatol¨¢ Mahmud Hachemi Shahrudi, anunci¨® en diciembre de 2002 como resultado del di¨¢logo con la UE.
"El espacio para las actividades pol¨ªticas se est¨¢ cerrando", afirma una abogada
Cada vez m¨¢s iran¨ªes rechazan invitaciones de embajadas extranjeras para no ser se?alados
"El veredicto se ejecut¨® porque era definitivo", declar¨® el pasado martes Alireza Jamshidi, portavoz del Poder Judicial. Sus palabras daban a entender que la lapidaci¨®n hab¨ªa recibido el visto bueno del Tribunal Supremo, que debe confirmar todas las sentencias de muerte. Fue un jarro de agua fr¨ªa para los activistas de Zanan Iran (Mujeres de Ir¨¢n, www.womeniniran.net), una red de abogados, feministas, periodistas y voluntarios que desde 2003 trabajan para que la decisi¨®n pol¨ªtica que permiti¨® la moratoria se traslade a las leyes. Otros dos hombres y ocho mujeres se encuentran en un limbo legal tras haber sido suspendidas sus condenas a morir lapidados.
Es la primera vez desde que se adopt¨® la moratoria en que las autoridades reconocen una lapidaci¨®n. Aunque los jueces han seguido pronunciando esas crueles sentencias contra los acusados de adulterio, el poder judicial las suspend¨ªa. Al menos en teor¨ªa. El a?o pasado, Zanan Iran recibi¨® la denuncia del apedreamiento de una pareja en la ciudad santa de Mashad, al noreste del pa¨ªs. "Mi conclusi¨®n es que Mahbubeh M. y Abbas H. murieron lapidados, y que los funcionarios judiciales actuaron por su cuenta", resumi¨® Asieh Amini a este diario el pasado diciembre. En los documentos oficiales figuraban como sendas ejecuciones en la horca.
Para los observadores pol¨ªticos no ha pasado inadvertido que la lapidaci¨®n de Qazvi se ha producido en un momento en que aumentan las restricciones a las libertades p¨²blicas. Desde el pasado verano, el Gobierno se dedica a reprimir el m¨ªnimo gesto de contestaci¨®n que venga de los sectores liberales laicos, los cl¨¦rigos disidentes e incluso de los propios reformistas dentro del sistema. Pero tambi¨¦n fuera de la pol¨ªtica. Sindicalistas, estudiantes, activistas en favor de los derechos de la mujer, minor¨ªas ¨¦tnicas y periodistas han visto restringidas sus actividades con detenciones, acoso o amenazas.
"Desde hace dos a?os el espacio para las actividades pol¨ªticas y sociales se ha ido cerrando de forma progresiva", se?ala la abogada Nasrin Sotoudeh, por cuyo despacho han pasado en este tiempo muchos de los casos de mujeres detenidas. "Con [el anterior presidente Mohamed] Jatam¨ª, ten¨ªamos menos casos de mujeres, pero hab¨ªa muchos de periodistas porque ¨¦stos eran m¨¢s activos", concede no obstante. Pero a medida que la autocensura se ha extendido entre los periodistas, el foco de atenci¨®n se ha desplazado a la sociedad civil.
En el pen¨²ltimo incidente, la polic¨ªa disolvi¨® por la fuerza el pasado lunes una sentada estudiantil para conmemorar el aniversario de los violentos incidentes de 1999 en la Universidad de Teher¨¢n, las mayores protestas desde la revoluci¨®n de 1979 y que marcaron el inicio de la desilusi¨®n con Jatam¨ª. A continuaci¨®n, los agentes asaltaron las oficinas del principal grupo prodemocracia estudiantil, Tahkim-e Vahdat. Al menos 15 estudiantes y la madre de uno de ellos resultaron golpeados y detenidos, aunque las autoridades mantienen su habitual silencio sobre el caso.
S¨®lo la prensa reformista se arriesga a dar cuenta de este tipo de acciones. Y es que ya antes de que la campa?a de moralidad de esta primavera se ensa?ara con la forma de vestir de las iran¨ªes o la forma de peinarse de los j¨®venes, el Gobierno hab¨ªa puesto en marcha otra campa?a menos visible, pero m¨¢s peligrosa, para silenciar a los d¨ªscolos. El Consejo de Seguridad Nacional envi¨® una circular a todos los directores de peri¨®dicos con una lista detallada de los temas que deben evitar. Desde las subidas de los precios hasta las nuevas sanciones internacionales, pasando por los movimientos de la sociedad civil o la detenci¨®n de cuatro ciudadanos irano-estadounidenses.
Este caso en particular ha atra¨ªdo la atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n internacionales. Los detenidos, una acad¨¦mica, una periodista y dos miembros de sendas fundaciones, est¨¢n acusados de esp¨ªas, cargo que las leyes de la Rep¨²blica Isl¨¢mica castigan con la pena de muerte. Aunque algunas fuentes han ligado el asunto a la detenci¨®n por Estados Unidos de cinco asesores militares iran¨ªes en el norte de Irak, su situaci¨®n parece tener m¨¢s que ver con la convicci¨®n de las autoridades iran¨ªes de que Washington est¨¢ tratando de promover una revoluci¨®n de terciopelo, al estilo de las que han tenido lugar en varios pa¨ªses de la antigua ¨®rbita sovi¨¦tica.
"Est¨¢n paranoicos", apunta una fuente diplom¨¢tica occidental, que ha notado c¨®mo cada vez m¨¢s iran¨ªes rechazan invitaciones de embajadas extranjeras por temor a ser se?alados con el dedo. Acad¨¦micos, profesores universitarios y otros analistas tambi¨¦n empiezan a temer hablar con los periodistas.
Para algunos observadores, la sutil represi¨®n desatada por el Gobierno de Ahmadineyad es una respuesta a la creciente presi¨®n exterior. Las sanciones por el programa nuclear, el aumento de la presencia militar estadounidense en el golfo P¨¦rsico y la convicci¨®n de que Washington alienta la revuelta de las minor¨ªas que viven en las fronteras de Ir¨¢n, fomentan una sensaci¨®n de asedio. En consecuencia, los iran¨ªes se preparan para lo peor: un embargo econ¨®mico e incluso un eventual ataque militar.
Otros estiman que el presidente est¨¢ utilizando ese pretexto como cobertura para suprimir a sus rivales pol¨ªticos. Tras el fracaso electoral en las municipales del pasado diciembre y las crecientes dificultades econ¨®micas que afronta el pa¨ªs a pesar de los ingentes ingresos del petr¨®leo, los grupos de influencia que respaldan a Ahmadineyad (sobre todo los poderosos Guardianes de la Revoluci¨®n o Pasdar¨¢n) temen ser desalojados del poder en las pr¨®ximas elecciones (parlamentarias en 2008 y presidenciales en 2009).
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