El irresistible carisma de Pl¨¢cido Domingo
Una ¨®pera tan melodram¨¢tica como Madama Butterfly requiere en una representaci¨®n que se precie un juego de equilibrios muy complejo para que salte la chispa de la emoci¨®n sin que los excesos sentimentales la hagan caer en la caricatura lacrim¨®gena. El teatro Real repone el montaje de Mario Gas de 2002: una filmaci¨®n de la ¨®pera, que permite una aproximaci¨®n a?adida desde el formato cinematogr¨¢fico a trav¨¦s de una pantalla por encima de los sobret¨ªtulos. El tiempo f¨ªlmico se superpone al teatral y al propiamente musical. Esta dial¨¦ctica en varias dimensiones "enfr¨ªa" el sentimentalismo y remite directamente a las pasiones puestas en juego desde una perspectiva m¨¢s intelectual. De rebote le viene de perlas a la soprano Cristina Gallardo-Domas que, visualmente hablando, tiene m¨¢s frescura e intensidad expresiva en los primeros planos cinematogr¨¢ficos que en su teatralidad salpicada de tics convencionales. Su Butterfly tiene empuje vocal, en cualquier caso, y se eleva en fragmentos como el siempre esperado Un bel d¨¬, vedremo. La soprano chilena tiene personalidad, car¨¢cter, y no cae en blanduras ni en desvar¨ªos. La construcci¨®n de su personaje es compacta pero no arrebata, convence pero no enamora. A su lado Marina Rodr¨ªguez Cus¨ª construye con gusto desde la sensibilidad el papel de Suzuki y Carl Tanner hace un Pinkerton t¨¦cnica y estil¨ªsticamente correcto, aunque un poco pesante.
Se esperaba con cierto morbo a Pl¨¢cido Domingo en su faceta de director musical. Ya se sabe que los m¨²sicos que cogen la batuta viniendo de otros campos lo tienen crudo al menos en sus comienzos. Las reticencias alcanzaron al pianista Barenboim o al compositor Boulez, hoy figuras indiscutibles del podio. ?C¨®mo resultar¨ªa la experiencia con el tenor Domingo, adem¨¢s en su ciudad natal? No hubo problemas. El multidimensional Pl¨¢cido maneja a las mil maravillas el arma de la naturalidad. Dirige como respira. A los cantantes les mima al viejo estilo concertador. Se adapta a los tiempos que necesitan. Y su m¨¢s que probada musicalidad le permite una adaptaci¨®n mod¨¦lica a las situaciones dram¨¢ticas. Sin refinamientos exquisitos, sin adornos innecesarios, Domingo utiliz¨® su carisma irresistible para hacer inmediato lo m¨¢s complicado. Su direcci¨®n tuvo tensi¨®n y, claro, triunf¨®. Es m¨¢s: convenci¨®.
En la calle, cientos de espectadores esperaron a pleno sol, protegi¨¦ndose con paraguas, la proyecci¨®n en pantalla gigante. Seguro que les compens¨®. No es una representaci¨®n que entre en ning¨²n momento en el terreno de lo excepcional, pero s¨ª mantiene un nivel de calidad global que la hace aconsejable.
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