El genio y las sombras de Versace
Maurice B¨¦jart reinterpreta sus creacines con el dise?ador calabr¨¦s en una brillante gala celebrada en la Scala de Mil¨¢n. Modistas, modelos, artistas, su familia y sus amigos le recuerdan a los 10 a?os de su tr¨¢gica muerte
La idea era arriesgada y no hab¨ªa casi tiempo para realizarla. Deb¨ªa coincidir con exactitud con el 10? aniversario del asesinato del dise?ador italiano. Ayer, el teatro alla Scala de Mil¨¢n vibr¨® de recuerdos y fue la casa natural de un gran hombre de la moda que tambi¨¦n fue un gran hombre del teatro. Dise?adores, bailarines, actores, cineastas y amigos se engalanaron como a Gianni le hubiera gustado: las mejores ropas para recordar a trav¨¦s de la danza lo que quiz¨¢s no muere de un dise?ador: su estilo, su trazo personal, lo que puede ser identificado a¨²n a?os despu¨¦s como manifestaci¨®n de genio y de belleza.
Era una verdadera m¨¢quina de imaginar sensualidad y conjugar elementos aparentemente dispares
El ¨¦xito le permiti¨® dedicarse a vestir el teatro desde dentro como protagonista; desde la ¨®pera y el ballet hasta el cine
La Scala, en la segunda temporada de reapertura tras su pol¨¦mica reestructuraci¨®n, estuvo a la altura. El espect¨¢culo se dividi¨® en dos partes: la primera, dise?ada enteramente por Donatella, y la segunda, compuesta por fragmentos de las colaboraciones entre B¨¦jart y Gianni. Los bailarines principales de la velada fueron Gil Roman y Julien Favreau, acompa?ados por los espa?oles V¨ªctor Gim¨¦nez y Rut Mir¨® y por la cubana Catherine Zuazn¨¢bar. Presidi¨® la gala Allegra, la sobrina del dise?ador, arropada por las modelos Naomi Campbell, Claudia Shiffer, Valeria Mazza y la hist¨®rica Maria Carla. No faltaron modistas internacionales como Karl Lagerfeld; tres de las grandes familias de la moda: Missoni, Fendi, Ferragamo y Zegna, adem¨¢s de dos dise?adores que anta?o trabajaron con Versace: Alessandro Belaqua y Sergio Rossi. Tambi¨¦n acudieron el editor Franco Maria Ricci, el cineasta Claude Lelouch, el artista Arnaldo Pomodoro, el cantante Quincy Jones y el actor brit¨¢nico Rupert Everett. Tras la gala, la cita era en el palazzo Reale, en una cena que manten¨ªa ese mismo aire de danza mozartiana y espumante.
En vez de recurrir al pasado, parientes del clan Versace (que se mantienen como una pi?a al frente de la casa a pesar de los rumores de disputas de poder), colaboradores de los laboratorios de dise?o, artistas, amigos, todos impelidos por la creatividad inagotable de B¨¦jart, que ya cumpli¨® sus 80 a?os, capitaneados por Donatella Versace y por el propio esp¨ªritu del core¨®grafo marsell¨¦s desde su silla de ruedas, se lanzaron a crear una obra nueva donde est¨¢n presentes el recuerdo latente de amistades muy fruct¨ªferas en lo art¨ªstico y la memoria de una tragedia. Es inevitable que sea as¨ª. Por eso el ballet se llama Gracias, Gianni y por eso cita dentro, fragmentariamente, los hechos y las sombras.
La idea de hacerlo en el teatro alla Scala cuadraba en justicia con varios aspectos: Gianni hab¨ªa colaborado con este teatro para varias ¨®peras y ballets, Mil¨¢n es la capital indiscutible de la moda y del dise?o y all¨ª ten¨ªa asentado los cuarteles generales de su firma y sellos, sus tiendas emblem¨¢ticas, su estudio. La ¨²ltima gran apuesta de expansi¨®n (que no pudo llegar a ver concluida e ideada por sus estrechos colaboradores, los arquitectos Rocco y Lorenzo, en gran parte responsables de la est¨¦tica ambiental versacesca que no evita el juego verbal con versallesco), hab¨ªa sido la gran tienda al principio de la Via Montenapoleone con su mosaico a la manera romana y su gran escalera de pasamanos dorados a la usanza pompeyana.
La personalidad de Gianni Versace, reconocible en una multiplicidad de objetos, desde un almohad¨®n hasta una vajilla, se distingue sobre todo por su gusto, su apasionada y constante revisi¨®n del arte y los estilos, su gravedad contrastada en el uso del color, el negro o el oro acentuando una voluntad a veces tildada de ostentosa. A Gianni le preocupaba mucho lo que se dijera de su trabajo, no era indiferente a las cr¨ªticas y las sufr¨ªa cuando, como sucedi¨® m¨¢s de una vez, no era aceptada su insistencia en el "barocco-barocco", lo que Stephen Callaway llama "la cultura del exceso en el siglo XX" y de la que Versace es, probablemente, su cumbre m¨¢s popularizada. As¨ª, no cejaba ni se deten¨ªa en un estilo espec¨ªfico, de ah¨ª que se le tildara a veces de excesivo, a veces de rancio. Pod¨ªa estar entusiasmado con el neocl¨¢sico pero a la vez tocar con acierto las citas del pop americano. Era una verdadera m¨¢quina de imaginar sensualidad y conjugar elementos aparentemente dispares. Una prestigiosa cr¨ªtica norteamericana dijo de ¨¦l una vez que, si volvieran los tiempos de Tiberio, Versace ser¨ªa el dise?ador oficial del Imperio; se trataba de una m¨¢s que audaz conjunci¨®n de elementos para representar el poder de lo lujoso desde sus vetas m¨¢s evidentes. La evoluci¨®n de su talento se produjo r¨¢pidamente hacia una cristalizaci¨®n estil¨ªstica que marc¨® tiempo y formas y que enseguida fue imitada a mansalva, lo que le pon¨ªa furioso y le parec¨ªa injusto.
Pensemos que Gianni Versace abre su primera tienda en 1978 y que ese mismo a?o presenta su primera colecci¨®n masculina, donde insiste en la sastrer¨ªa toscana de tradici¨®n, a la que toca de cierto aire teatral. Diez a?os despu¨¦s, domina el mundo. Se convierte en el preferido de estrellas de cine y de figuras medi¨¢ticas, desde Elton John a Lady Di, de Madonna a Carolina de M¨®naco. Proced¨ªa de una familia donde se sab¨ªa lo que era la aguja y el dedal: su madre era modista y se cuenta que, al llegar a Mil¨¢n, lo primero que hizo, como buen calabr¨¦s, fue pedir los precios de los dem¨¢s estilistas para crear concurrencia "a la manera de Reggio Calabria", aument¨¢ndolos. Lo cierto es que su sello pl¨¢stico-comercial, asociado despu¨¦s al logotipo feliz de la medusa y de las sempiternas grecas, se expandi¨® con un ¨¦xito voraz a los complementos, el perfume, la cosm¨¦tica y la costura. Todo ese ¨¦xito que significaba mucho dinero, fama degustada y dominio del mercado, probablemente permiti¨® a Versace dedicarse a las cosas que m¨¢s le gustaban: coleccionar antig¨¹edades, obras suntuarias, pinturas y vestir el teatro desde dentro, como protagonista, desde la ¨®pera y el ballet hasta el cine (inolvidable su colaboraci¨®n con Lina Wertm¨¹ller, Una noche de luna llena, presentada en el festival de Venecia). En su retrospectiva de 1989 en Mil¨¢n, El traje para pensar, quedaba claro que hab¨ªa muchos Versace en un gran Versace y cu¨¢les eran sus verdaderos intereses est¨¦ticos, lo que se ratifica en la manifestaci¨®n organizada en el Metropolitan Opera House de Nueva York en 1995, apenas dos a?os antes de su muerte. Entonces ya tocaba el cielo.
El core¨®grafo franc¨¦s Maurice B¨¦jart y Gianni Versace hab¨ªan creado ya juntos un gran y emotivo espect¨¢culo de danza: Ballet for life. Los trajes de Versace cubr¨ªan un amplio abanico de formas dentro de los m¨¢rgenes de su estilo ampuloso y de lujo extremo. La obra estaba redactada en memoria del bailar¨ªn argentino Jorge Donn y del cantante brit¨¢nico Freddie Mercury, ambos muertos de sida; Donn fue pareja sentimental de B¨¦jart muchos a?os y su musa para muchas obras importantes; todos eran muy buenos amigos, se admiraban, exhib¨ªan su manera de elogiarse. Ballet for life usa desde canciones de Queen a m¨²sica de Mozart en el t¨ªpico y potente estilo ecl¨¦ctico de B¨¦jart que tan bien calzaba con los dise?os de Versace, quien ya antes hab¨ªa dise?ado un ballet espectacular para el core¨®grafo norteamericano William Forsythe y que bail¨® la entonces estrella de la ?pera de Par¨ªs, Sylvie Guillem. La faldita corta plisada de raso amarillo oro con el vivo en negro era puro Versace.
Ansiedad sin l¨ªmites
Gianni Versace fue absurda e in¨²tilmente tiroteado en la nuca con dos certeros disparos de Andrew Cunacan a la puerta de su residencia de Miami al atardecer del 15 de julio de 1997. El cad¨¢ver de su asesino -de origen filipino, de aspecto entre ani?ado y atl¨¦tico, actor porno frustrado- apareci¨® una semana despu¨¦s en una caseta flotante a orillas del canal al norte de la avenida Collins de Miami Beach. Presuntamente se suicid¨®; la barcaza era propiedad de un alem¨¢n, Torsten Reineck, director de un reputado club gay de Las Vegas, que neg¨® conocerle. La polic¨ªa de Chicago catalog¨® a Andrew de asesino en serie, y encontr¨® una huella suya en casa de una de sus otras cuatro v¨ªctimas, el acaudalado jubilado de 72 a?os Lee Miglin, a quien tortur¨®. La profesi¨®n conocida de Cunacan era chapero de lujo con estudios e idiomas. Nunca se ha sabido por qu¨¦ escogi¨® a Gianni; se dijo que entre sus objetivos tambi¨¦n estuvieron Madonna, Nicole Kidman y Sylvester Stalone.Meses despu¨¦s, los turistas peregrinaban primero a la verja neobarroca de la casa y luego al muelle donde la barcaza, semihundida, estuvo mucho tiempo para ofrecer todo el morbo de la tragedia. En 1999, los abogados de la familia Versace litigaron con ¨¦xito contra la editorial Little Brown (filial de Time-Warner), que anunci¨® el lanzamiento de una biograf¨ªa no autorizada, Undressed: the life and times of Gianni Versace. El autor, el periodista Christopher Mason, dijo entonces que la familia se quej¨® de las informaciones vertidas en el libro sobre la vida ¨ªntima y los negocios de la familia. Se insinu¨® la mano de la mafia.Ese mismo a?o, la familia subast¨® 25 picassos (cinco ¨®leos y 20 obras sobre papel). Elton John dijo una vez: "Gianni me abri¨® los ojos a las joyas art¨ªsticas del planeta; era un observador compulsivo de museos, techos, altares y mosaicos. Su ansiedad por conocer no ten¨ªa l¨ªmites". Adem¨¢s de warhols y lichtensteins (que eran sus amigos y de los que el modista realiz¨® prendas de inspiraci¨®n), atesor¨® obras de Matisse, Leger y De Chirico. Su sobrino Daniel, hijo peque?o de Donatella, fue el heredero principal de la colecci¨®n; para la sobrina mayor, Allegra, la firma.Poco despu¨¦s, Casa Casuarina, en el malec¨®n palmerado de Ocean Drive de Miami Beach, es vendida a la baja a un desconocido por 17 millones de d¨®lares. Se dijo que iba ser un exclusivo hotel de 370.000 d¨®lares la noche. M¨¢s sue?os dorados con grecas refulgentes.Finalmente, el filme realizado espuria y precipitadamente sobre su vida y muerte en 2000, El asesinato de Versace, s¨®lo se distribuy¨® timoratamente en videoclubes y se vio en alguna televisi¨®n por cable, tras una agria pol¨¦mica en Cannes.
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