La esencia de Malasa?a
Un artista dibuja en un edificio en ruinas el rostro de un vecino como met¨¢fora de la identidad del barrio
La plaza de San Ildefonso, lugar emblem¨¢tico del barrio de Malasa?a, guarda desde ayer un secreto en uno de sus rincones. Una cara gigante, plasmada de luces y sombras, apoya su mirada p¨ªcara sobre los muros del barrio. Es un retrato de 11 metros de altura que el artista Jorge Rodr¨ªguez Gerada ha dibujado a carboncillo en la pared de fondo de un s¨®tano en ruinas. Del edificio, en la esquina entre la plaza y la calle de la Corredera Alta de San Pablo, s¨®lo queda una fachada marr¨®n de ventanas clausuradas.
Un gran hueco en lugar del portal deja paso a vecinos y transe¨²ntes que esp¨ªan curiosos este hombre esbelto con gorro de paja, encaramado a una gr¨²a amarilla de 20 metros. Bajo sus manos, igual que un graffiti, pero m¨¢s alto, m¨¢s pormenorizado y realista, prende forma una cara un poco fem¨ªnea, tez clara y ojos intensos. La gente exclama: "?Qu¨¦ chica m¨¢s guapa!". ?l baja de su escalera mec¨¢nica, sonr¨ªe y explica que no es una chica, sino un chaval, de 21 a?os, que vive en el barrio. La gente ondea la cabeza de arriba abajo: "?Y qui¨¦n es?", pregunta. "Nadie", se encoje de hombros ¨¦l.
El retrato a carboncillo ha sido pintado en los restos de un convento en la plaza de San Ildefonso
Y es as¨ª. Esta no es una publicidad, no vende nada, sobre todo no vende modelos o iconos. El chico de pelo largo y negro, piel aclarada con polvo y ropa rollo g¨®tico, representado en la medianera, no es famoso. "H¨¦roe cotidiano", lo define su pintor, que se pein¨® el barrio hace dos semanas a la caza de un rostro sugerente. Encontr¨® a Daniel Gonz¨¢lez, que tiene 21 a?os y trabaja en una tienda de ropa en el mercado de Fuencarral.
El artista, "desarraigado y sin patria" como se define nada m¨¢s decir su nombre, nacido en Cuba, crecido en Nueva Jersey (Estados Unidos), universitario y trabajador en Nueva York y ahora residente en Barcelona, quiso encontrar la identidad del barrio y darle forma concreta a trav¨¦s de una de las caras que lo populan. Hab¨ªa que encontrar alguien con sentido de pertenencia a ese lugar.
"Cuando me propuso retratarme, s¨®lo me pregunt¨®: ?Te sientes de aqu¨ª?", recuerda el modelo. Daniel dice que s¨ª con la cabeza y el piercing le ondea de la nariz. Vive en una calle paralela a la plaza de San Ildefonso y trabaja a la vuelta de la esquina. Toda la vida ha salido por aqu¨ª. Coge de la mano a su novia, una agraciada chica oriental con cara de ni?a y traje de mu?eca azul cielo. Se conocieron en una tienda de la calle de Fuencarral.
La ¨²ltima obra de Jorge Rodr¨ªguez Gerada se propone de expresar la identidad "alternativa y culturalmente abierta" de un barrio como Malasa?a, recorriendo y ensanchando los pliegues del rostro de una persona que lo ama. Una met¨¢fora de la identidad del lugar. Como un espejo gigante colgado en la pared en constante di¨¢logo con el s¨®tano donde se encuentra. Se trata de un lugar vivo, a pesar de estar en ruinas, un lugar que cuenta historias, una pared de yeso y espuma amarilla que vio pasar vidas enteras. Una vecina cuenta que en este s¨®tano hab¨ªa una caballeriza real y que luego se convirti¨® en un convento, y despu¨¦s viviendas. Hace unos a?os han sido derrumbados los muros internos y la inmobiliaria Petrus, propietaria del ¨¢rea, construir¨¢ un flamante edificio de pisos.
As¨ª que el rostro enigm¨¢tico de Manuel est¨¢ destinado a borrarse. Desaparecer¨¢ poco a poco, presa de lluvia y sol. "Mis obras son ef¨ªmeras, visitan un lugar y luego se van, pero se quedan en la memoria de las personas", dice Jorge en su quinta y ¨²ltima tarde de trabajo. S¨®lo falta dar una ¨²ltima capa bajo la barbilla y habr¨¢ terminado. Porque ¨¦l no firma, el artista es un intermediario.
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