Prince sacude Montreux
El autor de 'Purple Rain' presenta su ¨²ltimo disco, 'Planet Earth', en un concierto de tres horas en el festival de jazz
Rodeado de unas medidas de seguridad m¨¢s propias de los servicios secretos israel¨ªes que de una estrella del pop, Prince lleg¨® a Suiza el lunes a las 15.30 a bordo de un avi¨®n privado para una ¨²nica actuaci¨®n antes del inicio de la gira de 21 conciertos que le llevar¨¢ al Reino Unido en agosto.
Las sorpresas de una noche muy especial comenzaron cuando docenas de periodistas y fot¨®grafos reunidos en la sala de prensa descubrieron con estupor que el m¨²sico americano hab¨ªa prohibido expresamente toda toma de imagen y sonido de su espect¨¢culo, probablemente el m¨¢s "misterioso" del que Montreux tenga memoria. As¨ª, los 4.000 asistentes al concierto no pudieron verlo retransmitido por pantallas gigantes, ni los periodistas tuvieron acceso a los m¨²sicos que acompa?an a la estrella. A ¨²ltima hora de la tarde del lunes, ni los m¨¢s cercanos colaboradores de Claude Nobs, el director y fundador del Festival de Montreux, hab¨ªan podido ver en carne y hueso al esquivo artista.
El m¨²sico conocido como Love Symbol, The Artist, The Kid, Christopher, Camille o Gemini llegaba al festival suizo 24 horas despu¨¦s del esc¨¢ndalo que sacudi¨® al mundo del mercado discogr¨¢fico. El pasado domingo, Prince dio lo que diversos analistas consideran un "golpe magistral de marketing" al regalar m¨¢s de dos millones de copias de su ¨²ltimo disco, Planet Earth, a los lectores del peri¨®dico ingl¨¦s Mail on Sunday una semana antes del lanzamiento en las tiendas. Para rizar el rizo, el m¨²sico decidi¨® presentarse en un concierto exclusivo en el legendario festival suizo. Adem¨¢s, el secretismo que rode¨® esta actuaci¨®n no fue desvelado hasta el pasado viernes.
Con entradas que alcanzaron en la reventa precios superiores a 600 euros, las colas ante el gigantesco Auditorio Stravinski comenzaron ya a las diez de la ma?ana del lunes. Tras una hora de retraso, una sala repleta y sorprendida recibi¨® a una marching band que tocaba a un ritmo endiablado When the saints go marching in. Comenzaba as¨ª una hora de m¨²sica instrumental en la que el m¨²sico de Minneapolis puso a prueba la potencia de una banda de las que quitan el hipo, encabezada por una secci¨®n de metales soberbia y ajustada. Un jazz poderoso, escorado al funk y al Rhytm & Blues, donde Prince demostr¨® un magistral control de la guitarra y en el que incluso se permiti¨® revisitar temas como el ellingtoniano It don't mean a thing o What a wonderful world, popularizado por Armstrong.
Con el p¨²blico a punto de una crisis colectiva ante tanto virtuosismo instrumental, un Prince vestido de rojo, con gafas de sol y un sombrero de ala ancha plantado en un marco absolutamente minimalista atac¨® la segunda parte de su presentaci¨®n. Lo hizo con una versi¨®n, recibida con regocijo, de su himno Purple Rain. De ah¨ª a m¨¢s, con la gente desatada y bailando cada tema, el americano pareci¨® comenzar a disfrutar realmente del momento, hasta el extremo de invitar a varios miembros del p¨²blico a subir a escena para bailar y cantar a su lado.
As¨ª se ir¨ªan sucediendo temas como Nothing Compares 2U o Guitar, hasta llegar a uno de los momentos cumbre de la velada, con una versi¨®n del cl¨¢sico de los Beatles Come together, y Crazy, de Gnarls Barkley. Un p¨²blico agradecido, entre el que pudo verse al cineasta Roman Polanski, escuch¨® las ¨²ltimas notas de un concierto memorable, de casi tres horas, pasada la medianoche. Prince, acompa?ado s¨®lo de su guitarra, cerr¨® la noche con una versi¨®n conmovedora de su balada Sometimes it snows in april.
La visita de Prince al Montreux Jazz Festival es valorada por observadores del mercado musical como "un golpe de genio" de Claude Nobs, director del evento suizo, de 71 a?os, quien logr¨® as¨ª hacerse con una exclusiva so?ada por pr¨¢cticamente todos los festivales y promotores de conciertos de Europa. Nobs coment¨® que, tras la presentaci¨®n de Prince, s¨®lo le queda "una cosa por hacer para darse por enteramente satisfecho" de su carrera. Y es traer a Montreux a Stevie Wonder, algo que se rumorea podr¨ªa ocurrir el verano pr¨®ximo en la 42? edici¨®n del festival.
Pero la fiesta no termin¨® en el Auditorio Stravinski, sino que, como ya es tradicional para el m¨²sico americano, a las tres de la ma?ana, Prince se present¨® por sorpresa en el Jazz Caf¨¦ para una jam session que se prolong¨® hasta la madrugada. "Un concierto de la hostia", resumi¨® Elisenda, una barcelonesa de 32 a?os.
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