Jos¨¦ Luis Borau

Un hombre de 77 a?os grita auxilio en la sala vac¨ªa de un museo a punto de cerrar. Est¨¢ tirado en el suelo, se ha roto la cadera. No usa m¨®vil. Teme que cierren, que nadie se percate de su ausencia. "No s¨¦ si fueron cinco minutos o veinte", dice Jos¨¦ Luis Borau, protagonista de la dram¨¢tica escena ocurrida hace tres semanas en el Reina Sof¨ªa. "Lesionado y maltrecho" el director de cine recibe en casa el nombramiento como presidente de la Sociedad General de Autores, sucediendo a Ana Diosdado. Al protocolario ?qu¨¦ tal est¨¢?, Borau contesta contando el aparatoso accidente.

Pregunta. ?Y del nombramiento?

Respuesta. Asustado. Aunque la acci¨®n de la SGAE sigue en manos de Teddy Bautista [presidente del consejo de direcci¨®n] es un cargo importante. No hay que tomar decisiones gigantescas, pero hay que dar la cara y quedar bien, y as¨ª malherido... Estoy m¨¢s asustado que nunca, tengo para un mes en casa y otro de rehabilitaci¨®n.

P. ?Qu¨¦ es lo peor del cargo?

R. Por mi car¨¢cter, lo que menos me gusta es "aparecer". No soy hombre de relumbr¨®n social. Soy un mal representante.

P. ?Y c¨®mo ha enga?ado a los socios para que le voten?

R. ?Ellos me han enga?ado a m¨ª! Con esto de los cargos te dicen, "si es muy f¨¢cil, s¨®lo tienes que ponerte un esmoquin una vez al a?o y dar un discursito de tres minutos..." Pero al final te pasas el d¨ªa trabajando.

P. Usted sabr¨¢, ya presidi¨® la Academia de Cine entre 1994 y 1999, y repite.

R. Lo de la Academia fue como presidir una comunidad de vecinos de un edificio de 1.400 inquilinos. Dif¨ªcil. Espero que en este caso no sea as¨ª. Llevo a?os de consejero en la SGAE, conozco el percal.

P. ?Qu¨¦ hace exactamente un presidente de la SGAE?

R. Soy el m¨¢ximo representante de los socios, es decir, de mis colegas, s¨®lo eso es ya toda una responsabilidad. Tengo que favorecer en lo m¨¢ximo posible al socio, garantizarle mayores ingresos y ayudas, procurarle la mayor cobertura posible.

P. Adem¨¢s de favorecer a 88.000 asociados y gestionar m¨¢s de cinco millones de obras, la SGAE tiene batallas espec¨ªficas como la pirater¨ªa. ?Su soluci¨®n?

R. Si la tuviese me habr¨ªan nombrado rey universal no presidente. Es un problema con muchos costados, una alima?a que crece inesperadamente. Como mucho se puede controlar que sea lo menor posible. Es necesario que la gente se deje de sentimentalismos hacia el de la manta; detr¨¢s, el negocio lo hacen unos mafiosos misteriosos e incontrolables que se dedican a las drogas y cosas por el estilo.

P. Tambi¨¦n tiene la batalla del canon digital (que grava los dispositivos que permiten copiar obras culturales, de CD v¨ªrgenes a c¨¢maras de fotos).

R. Lo critican porque grava una "te¨®rica utilizaci¨®n", y es cierto, pero es un mal menor hasta que se d¨¦ con un m¨¦todo m¨¢s milim¨¦trico. Adem¨¢s, el canon son unos c¨¦ntimos miserables.

P. Dicen algunos que la instituci¨®n tiene cierto tufillo rancio, como de cobradores del frac...

R. Es un s¨ªmil desagradable, pero es que pagar no es agradable para nadie y todo lo desagradable tiende a ser desacreditado. Pero es una obligaci¨®n que hay que cumplir.

P. Usted rejuveneci¨® y rest¨® elitismo a la Academia, ?piensa hacer lo mismo por la SGAE?

R. Dentro de lo que me permita el estatuto... No me gusta vegetar en los cargos, me aburro. El problema es que cuando la gente piensa en un autor o un artista piensa en Almod¨®var, en los Oscar, los Nobel, y olvida los miles de creadores que soportan estas profesiones con beneficios muy escasos y un empecinamiento heroico. Para ellos cobrar sus derechos es fundamental para sobrevivir.

P. ?Respetamos a los autores?

R. No lo suficiente. Nos hace falta una dosis de chauvinismo para aplacar esa sensaci¨®n espa?ola de que no valemos nada.

P. Y para defender sus derechos, usted deja de crear...

R. Esa circunstancia es la que me tiene negro.