ETA, obsesi¨®n nacional
En Espa?a estamos viviendo una experiencia ins¨®lita: a medida que ETA se debilita, ETA cobra mayor protagonismo medi¨¢tico y pol¨ªtico. ETA est¨¢ en el centro del debate pol¨ªtico constantemente, a pesar de que sea una organizaci¨®n terrorista en fase terminal. El terrorismo de ETA se ha transformado en una obsesi¨®n nacional que ocupa portadas, editoriales, art¨ªculos de opini¨®n, telediarios, tertulias y debates parlamentarios.
Se afirma sin rubor que ETA constituye el principal problema de Espa?a, a pesar de que en los ¨²ltimos cuatro a?os, entre julio de 2003 y julio de 2007, ETA ha asesinado a dos personas, frente a las 46 v¨ªctimas mortales de los cuatro a?os anteriores. Es evidente que no se trata s¨®lo de comparar n¨²meros, y que la coacci¨®n que ejerce ETA tiene m¨²ltiples ramificaciones (extorsi¨®n econ¨®mica, acoso a pol¨ªticos no nacionalistas). No obstante, tambi¨¦n es verdad que si la actividad letal de ETA desaparece o se reduce mucho, el miedo que inspira esta organizaci¨®n criminal acabar¨¢ desmoron¨¢ndose.
Basta mirar el gr¨¢fico de evoluci¨®n anual de v¨ªctimas de ETA, que este peri¨®dico publica con cierta regularidad, para darse cuenta de que estamos en la fase final de ETA. Se observa una ca¨ªda clara en el n¨²mero de v¨ªctimas mortales. Sin embargo, nunca como en estos ¨²ltimos a?os se ha dicho tanto que los terroristas van a salirse con la suya y que van a conseguir, ni m¨¢s ni menos, la rendici¨®n del Estado.
Muchos periodistas, intelectuales y escritores que nunca escribieron nada sobre ETA cuando ETA asesinaba de forma constante y sistem¨¢tica, salen ahora a la palestra adoptando la postura del "resistente" y llamando a una lucha heroica contra los terroristas que s¨®lo culminar¨¢ con la llegada de la "derrota final", t¨¦rmino de resonancias ¨¦picas cuyo significado nunca acaba de precisarse. Frente a su postura digna y ejemplar, est¨¢, dicen, un Gobierno "claudicante, pragm¨¢tico, que se preocupa por la paz, no por la libertad". En el colmo de los desprop¨®sitos, se utiliza el prestigio social de las v¨ªctimas para triturar cualquier desviaci¨®n de este gui¨®n perverso en el que el terrorismo es el comienzo y el fin de la pol¨ªtica espa?ola.
Francamente, toda esta sobreactuaci¨®n resulta un tanto rid¨ªcula. Lo m¨¢s penoso es comprobar que tiene unas motivaciones pol¨ªticas de fondo que apenas guardan relaci¨®n con el problema del terrorismo. Como se muestra en el libro colectivo La Estrategia de la Crispaci¨®n, publicado por la Fundaci¨®n Alternativas, la derecha tiene buenas razones para convertir el terrorismo en el centro de la vida pol¨ªtica. En Espa?a sigue habiendo muchas m¨¢s personas de izquierdas que de derechas, personas que apuestan por pol¨ªticas de igualdad de oportunidades, extensi¨®n de derechos sociales y reforzamiento del Estado del Bienestar como las que viene desarrollando el Gobierno del PSOE desde su victoria en marzo de 2004. El PP est¨¢ en una clara posici¨®n de inferioridad si trata de competir en ese terreno. De ah¨ª que necesite recurrir a otros asuntos, como el del terrorismo, que ensombrezcan la gesti¨®n del Ejecutivo en otras ¨¢reas y dividan a los electores de izquierdas. Cuanto m¨¢s se hable de ETA y menos del plan de dependencia, mejor para la derecha. El PP reh¨²ye la confrontaci¨®n ideol¨®gica cl¨¢sica sobre el papel redistributivo del Estado porque se sabe perdedor en esa batalla.
M¨¢s all¨¢ de este c¨¢lculo electoral, hay otra raz¨®n para avivar todo lo posible el asunto de ETA. La derecha, que en muchas de sus declaraciones y propuestas sigue arrastrando mala conciencia por su origen franquista y por su papel en la transici¨®n, obstruccionista en muchos temas, incluyendo el T¨ªtulo VIII de la Constituci¨®n, por fin se ha encontrado c¨®moda gracias a la pol¨ªtica antiterrorista. Adoptando sin complejos el discurso que le han servido en bandeja grupos como ?Basta Ya! o el Foro de Ermua original (no el actual, un reducto de la extrema derecha m¨¢s cerril), el PP ha buscado monopolizar la firmeza del Estado contra el terrorismo, la representaci¨®n de las v¨ªctimas y la defensa de las libertades y la Constituci¨®n. Se ha construido una imagen en este ¨¢mbito que conecta con amplias capas de la sociedad y que le ha permitido adem¨¢s revivir el nacionalismo espa?ol. Ante la amenaza del terrorismo secesionista, el PP ha sacado en sus manifestaciones la bandera nacional con el mismo entusiasmo con el que sacan las suyas los nacionalistas vascos o catalanes. Se ha recuperado asimismo un lenguaje patri¨®tico de defensa de la naci¨®n que, cuando se adopta en una comunidad aut¨®noma, es s¨ªntoma inequ¨ªvoco de la fuerza at¨¢vica de la "tribu", pero que a escala nacional es "la conquista de la libertad".
No es s¨®lo el PP el que se siente c¨®modo en la lucha contra ETA. Muchos periodistas e intelectuales, que por las circunstancias hist¨®ricas de la dictadura franquista defendieron causas progresistas en su momento, han utilizado el bander¨ªn de enganche de la lucha contra el terrorismo para situarse en posiciones conservadoras cuando no abiertamente reaccionarias. El tr¨¢nsito ha resultado menos gravoso gracias a la coartada del terrorismo. Como suele ocurrir en estos casos, estos personajes no soportan que no todos les hayan acompa?ado en su viaje: de ah¨ª su agresividad verbal hacia quienes no comparten sus planteamientos.
As¨ª hemos llegado a esta situaci¨®n un tanto absurda a la que me refer¨ªa al principio: hay intereses creados en seguir manteniendo la discusi¨®n sobre ETA en el centro de la vida p¨²blica a pesar de que ETA se est¨¦ extinguiendo. En las circunstancias actuales, lo razonable habr¨ªa sido elaborar entre todas las fuerzas pol¨ªticas un discurso ganador frente al terrorismo, que fuera desactivando la presencia agobiante de ETA en la pol¨ªtica y en los medios. La derecha no lo ha querido. ?De qu¨¦ iba a hablar la derecha si bajara la intensidad del debate sobre el terrorismo?
Ignacio S¨¢nchez-Cuenca es profesor de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense y coautor, con Jos¨¦ Mar¨ªa Calleja, de La derrota de ETA.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.