El huevo y la casta?a

Se est¨¢ promocionando como la heredera de La vida de los otros. Cierto s¨®lo en parte: Cuatro minutos es una producci¨®n germana y ha obtenido el galard¨®n al mejor filme en los Premios del Cine Alem¨¢n (equivalentes a los Goya) en 2007, justo un a?o despu¨¦s del triunfo de la cinta de Florian Henckel von Donnersmarck. Pero, por lo dem¨¢s, se parecen como un huevo a una casta?a. Las generalizaciones sobre la calidad (o ausencia de ella) de una obra partiendo ¨²nicamente del criterio de la nacionalidad son tan mentirosas como este tipo de publicidades.

Segundo trabajo del hasta ahora in¨¦dito en Espa?a Chris Kraus, con ecos del omnipresente nazismo, Cuatro minutos es un ajuste de cuentas con el pasado, ambientado en una c¨¢rcel de mujeres donde los egos de una estricta profesora de piano y una rebelde asesina van a verse enfrentados a trav¨¦s de una variante de un subg¨¦nero dram¨¢tico ya cl¨¢sico: el adiestramiento de un excluido social con dotes de genio intelectual; al estilo de, por ejemplo, El indomable Will Hunting.

Sin embargo, Kraus comete dos grandes pecados: la nula capacidad de empat¨ªa de las dos protagonistas, y la grandilocuencia de su estilo formal, lo que lleva a la pel¨ªcula a una zona cargante y profundamente antip¨¢tica de la que le es imposible escapar.

Las dos mujeres est¨¢n continuamente enfadadas con la humanidad y quiz¨¢ tengan razones para ello, pero Kraus se olvida de las zonas de calma, de las rendijas de aire fresco emocional que necesitan este tipo de historias, sobre todo para que el espectador no desconecte del futuro de los personajes.

T¨¦cnicamente irreprochable, aunque un tanto ampulosa en el tono, siempre demasiado arriba, Cuatro minutos tiene en sus numerosos momentos musicales una de sus escasas v¨ªas de escape. Demasiado poco para compararla con la aspereza de la magistral La vida de los otros.