Arctic Monkeys tocaron en Vigo para 20.000 personas

A¨²n pueden permitirse jugar al f¨²tbol de inc¨®gnito, que es lo que estuvieron haciendo durante buena parte de la tarde en el Parque de Castrelos mientras, a su lado, algunos miles de seguidores guardaban cola para estar cerca de ellos en el escenario. Nadie les reconoci¨® y eso que se pasaron all¨ª todo el d¨ªa. No hab¨ªan hecho peticiones extravagantes y tampoco hubo caprichos de ¨²ltima hora. Poco despu¨¦s de la medianoche se convirtieron en Arctic Monkeys, las estrellas que todos llevaban meses esperando. De las 5.000 entradas de pago disponibles, aproximadamente la mitad se compraron por internet desde fuera de Galicia. La mayor¨ªa desde Portugal, como exhib¨ªan las banderas ondeantes entre el p¨²blico que abarrot¨® el foso y las gradas del auditorio de Castrelos, que suman unas 20.000 localidades. Seg¨²n los c¨¢lculos de la organizaci¨®n, fueron algunos miles m¨¢s.

El arranque fue deslumbrante, un completo alarde de potencia empleada en sonido y luz. Menos vatios, como es habitual, pero muy aprovechados tuvieron los teloneros, Mendetz, que regalaron la espera de las j¨®venes estrellas brit¨¢nicas con tres cuartos de hora meritorios de punk bailable en el que mandaban los teclados Casio. El p¨²blico no pudo resistirse a la mezcla electr¨®nica de los barceloneses y les tribut¨® su reconocimiento. Claro que uno de ellos ya se lo hab¨ªa ganado enfundado en una camiseta del Celta.

Con ritmo fren¨¦tico, Arctic Monkeys fueron completando los temas de sus dos discos acompa?ados por un auditorio incansable en palmas, coros y todo tipo de expresiones de j¨²bilo y de aliento. Desde su atalaya, los m¨²sicos gobernaban los movimientos de la masa con cada golpe de efecto, eso s¨ª, sin despeinarse. Pura contenci¨®n que hizo honor al t¨®pico british. Y todo eso, en una hora y veinte minutos que dur¨® su concierto. As¨ª eran las condiciones del contrato.