El rescate de "nuestros desaparecidos"
Tres casos ilustran la tr¨¢gica peripecia de m¨¢s de 300 gallegos durante la dictadura argentina
Cruzaron el Atl¨¢ntico para afrontar una nueva vida y se encontraron con el r¨¦gimen militar argentino. La reciente identificaci¨®n de 30 de los m¨¢s de 300 gallegos desaparecidos rescata la historia de tres de estas familias, que 31 a?os despu¨¦s siguen reivindicando "memoria, verdad y justicia".
"Siempre supe la verdad: las diferencias f¨ªsicas entre mi 'pap¨¢' y yo eran evidentes"
"Me qued¨¦ sin voz al ver las instalaciones y pensar que all¨ª hab¨ªan asesinado a mi hijo"
Tom¨¢s Mart¨ªn Castro Mayta no recuper¨® el apellido de su padre hasta 1999, cuando ten¨ªa 24 a?os. Hijo de desaparecidos durante la dictadura militar argentina, vivi¨® con un matrimonio que desconoc¨ªa casi todo de ¨¦l, excepto el nombre y la edad aproximada. "Mi sobrino ten¨ªa s¨®lo dos a?os, hab¨ªa ido a un cumplea?os a casa de unos vecinos y durmi¨® all¨ª. Esa noche el Ej¨¦rcito se llev¨® a sus padres", recuerda Ferm¨ªn Castro, t¨ªo de Mart¨ªn, que intent¨® localizar desde Galicia a su familia.
"Se cree que mi hermano desapareci¨® el 20 de mayo de 1977", explica Castro. El hijo, Tom¨¢s Mart¨ªn, ha recuperado los recuerdos. "Yo me qued¨¦ con los compa?eros de mis padres, pero ten¨ªan miedo y decidieron irse. La idea era dejarnos con la madre de la se?ora, pero era dif¨ªcil justificar tres chicos de la misma edad en una familia, as¨ª que me trajeron a C¨®rdoba y decidieron ubicarme con un matrimonio hasta que localizaran a alg¨²n familiar".
Pero los matrimonios apenas tuvieron "dos citas fugaces" antes de que desaparecieran tambi¨¦n a los compa?eros. As¨ª que la familia Mayta acogi¨® a Mart¨ªn e intent¨® buscar a alg¨²n familiar del peque?o.
"En plena dictadura me llevaron a Buenos Aires y all¨ª visitamos a varias asociaciones, como el Serpaj o las Abuelas de Plaza de Mayo". Adem¨¢s, surgi¨® otro problema: "Yo no ten¨ªa una identidad personal y decidieron adoptarme como hijo propio". La familia Mayta nunca ocult¨® a Mart¨ªn su procedencia: "Siempre supe la verdad, tambi¨¦n era bastante evidente porque hay diferencias f¨ªsicas muy obvias, sobre todo, entre mi pap¨¢ y yo, que es muy moreno. De peque?o me daban a entender que no hab¨ªa estado en la tripa de mi mam¨¢ y fueron a?adiendo detalles, hasta que a los 12 o 13 a?os terminaron de armar la historia".
Cruzando el Atl¨¢ntico, desde Galicia, Ferm¨ªn Castro buscaba a su hermano y su familia. "Comenzamos durante la dictadura, pero siempre nos dec¨ªan que se hab¨ªa marchado para Cuba". "Ten¨ªa un dossier con datos y fotograf¨ªas...Un d¨ªa la CIG hizo un homenaje a gallegos desaparecidos, fui all¨ª y conoc¨ª a Lois P¨¦rez Leira, que me ayud¨®". Se pusieron en contacto con el Conadi y Abuelas de la Plaza de Mayo, que pensaron en Mart¨ªn.
"La resoluci¨®n del caso lleg¨® muy r¨¢pida, demasiado dir¨ªa yo", explica Mart¨ªn. "En septiembre de 1999 se resolvi¨® y en diciembre ya estaba en Espa?a. Entonces comenzaron mis problemas de identidad. Tuvimos problemas legales porque hab¨ªa un hecho de apropiaci¨®n de un ni?o, aunque fue en vistas de salvarme la vida. Que estuvieran buscando mi identidad durante a?os fue un atenuante".
Su caso ha sentado jurisprudencia: de todos los hijos desaparecidos que encontraron a sus familias biol¨®gicas fue el ¨²nico que se qued¨® con los dos apellidos y lo hizo por decisi¨®n propia.
El reencuentro con los parientes biol¨®gicos "supuso un shock" y con la familia llegaron tambi¨¦n detalles de su infancia: "Una prima de mi t¨ªo Ferm¨ªn, que era mi madrina, se acordaba de la capilla en la que me hab¨ªan bautizado y all¨ª estaba mi acta de bautismo, con mi nombre completo y fecha de nacimiento".
Antonio Adolfo D¨ªaz L¨®pez ten¨ªa cinco meses cuando emigr¨® a Argentina, de donde nunca regres¨®. Naci¨® en el barrio de Canido de Ferrol el 5 de febrero de 1952. Viaj¨® a Argentina junto a sus padres, que tem¨ªan una tercera guerra mundial. Veinticuatro a?os m¨¢s tarde, el 15 de junio de 1976, a las 11 de la noche desapareci¨® de su domicilio de San Fernando, provincia de Buenos Aires, junto a su esposa, Stella Maris Riganti, enfermera. Hac¨ªa tan s¨®lo cinco meses que se hab¨ªan casado.
Desde ese d¨ªa, su madre Dionisia L¨®pez Amado (Cedeira, 1952), emprendi¨® una lucha para esclarecer las causas de la desaparici¨®n de su hijo y su nuera que 31 a?os despu¨¦s todav¨ªa contin¨²a. "La gallega de la zona norte", como la conocen en la localidad de Tigre, en la provincia de Buenos Aires, donde reside desde hace 55 a?os, fue una de las primeras Madres de la Plaza de Mayo, una asociaci¨®n que naci¨® el 30 de abril de 1977 por iniciativa de madres de desaparecidos y detenidos que se manifestaron en dicha plaza para tener una audiencia con el presidente Videla.
Hoy, a sus 79 a?os, dice tener la vida "hecha y deshecha". "La ¨²ltima vez que vieron a mi hijo con vida fue entrando por la puerta n¨²mero 4 en las instalaciones militares de Campo de Mayo
[uno de los mayores centros clandestinos de detenci¨®n y exterminio de la dictadura]", comenta emocionada. "Me qued¨¦ sin voz la primera vez que visit¨¦ las instalaciones, s¨®lo de pensar que all¨ª hab¨ªan asesinado a mi hijo".
Afirma que su vida fue la lucha por encontrar a su hijo, del que dice sentirse "muy orgullosa". Dionisia no siente odio, "que no te deja pensar, ni razonar, ni amar, y yo quiero darle mucho amor a mis nietos y a mi bisnieta", dice. Adem¨¢s "yo no soy como ellos, tengo sed de justicia, no de venganza". De fuerte car¨¢cter independiente, esta argentina de adopci¨®n da gracias a Dios de no deberle nada a nadie en estos 31 a?os de lucha. "No voy a morirme sin dejar todo arreglado", asegura.
La represi¨®n no entendi¨® de clases sociales. Juan Carlos Casariego de Bel (Ribadeo, 1923), abogado y alto funcionario del Ministerio de Econom¨ªa, donde se ocupaba de inversiones extranjeras, fue secuestrado en la noche del 15 de junio de 1977. Casariego hab¨ªa ascendido al puesto hac¨ªa s¨®lo un a?o, pero se mostraba contrario a las decisiones que se tomaban desde la Administraci¨®n, tal y como asegura su hija Mar¨ªa, que por aquel entonces ten¨ªa 17 a?os. Un mes antes de su desaparici¨®n las conversaciones con su padre le hicieron sospechar que algo andaba mal.
La misma noche de su secuestro, tras una entrevista con Walter Klein, un secretario del Ministerio de Econom¨ªa, su padre no regres¨® a casa nunca m¨¢s. Madre e hija acudieron de madrugada a comisar¨ªa a cursar la denuncia oportuna, pero no consiguieron nada. Walter Klein tambi¨¦n se neg¨® a recibirlas.
"Era como si se lo hubiera tragado la tierra", afirma Mar¨ªa. Al poco recibieron una llamada pidiendo un rescate de 50.000 d¨®lares. "En ese momento mi mam¨¢ pide pruebas que confirmen que realmente tienen a mi pap¨¢", recuerda, y es Mar¨ªa la que tuvo que acudir a por ellas. "Me mandaron desarmar el bot¨®n de un inodoro y all¨ª encontr¨¦ su registro y una medallita que siempre llevaba colgada. A partir de ah¨ª empezaron las negociaciones".
Junto a su madre acudieron a los medios de comunicaci¨®n para informar del caso, pero "no se pod¨ªa publicar nada. Mi padre era uno de los 21 puntos que el peri¨®dico Clar¨ªn ten¨ªa prohibido tocar". Despu¨¦s tuvieron dos oportunidades m¨¢s para confirmar que Casariego estaba vivo, la ¨²ltima, una nota escrita por su padre. "Cuando vi la letra estaba desdibujada, pens¨¦ inmediatamente que hab¨ªa estado sometido a torturas", dice. Nunca m¨¢s supieron de ¨¦l.
"Hace 12 a?os me llam¨® un periodista para hacer un programa teatralizando la desaparici¨®n de mi padre y pidi¨¦ndome que corroborara cierta informaci¨®n". Se trataba de la transcripci¨®n del interrogatorio previo a la desaparici¨®n de su padre, donde se cuestionaba su intervenci¨®n en distintos casos relativos a su labor en el ministerio. La ¨²ltima frase del documento transcrib¨ªa: "Se le sentencia a muerte".
Mar¨ªa Casariego present¨® en 2006 una querella que involucra al ex ministro Jos¨¦ Mart¨ªnez de Hoz en la desaparici¨®n de su padre. "Pido que se investigue porque es un dato muy llamativo que, siendo mi padre funcionario del ministerio, ¨¦ste nunca interviniera", se?ala. Hoy s¨®lo pide que la historia de su padre "circule", que se sepa qu¨¦ pas¨®. Su ¨²nico anhelo es "que haya memoria".
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