No te cortes un pelo
Se le ponen a uno los cabellos de punta al imaginar el terrible infierno en que malviven dos personas antes de llegar a la violencia de g¨¦nero. Espeluznante. En lo que va de a?o han sido asesinadas 46 mujeres a manos de su pareja. Son casos extremos, pero la situaci¨®n es tr¨¢gica a diario en miles de hogares donde no llega la sangre al r¨ªo. Tormento chino: se mata poco a poco, a fuego lento, pelo a pelo. Est¨¢ alarmada la patria, pero v¨ªctimas de maltratos no saben qu¨¦ hacer, d¨®nde acudir, c¨®mo salir del pozo. La Comunidad de Madrid intenta firmar acuerdos con asociaciones peluqueras para que sus locales sean una avanzadilla informativa de los recursos legales y humanos de las v¨ªctimas. Se presupone que las mujeres son asiduas de los salones de belleza, donde se habla de todo sin pelos en la lengua, con pelos y se?ales.
Desde las peluquer¨ªas, tradicionalmente, se ganan elecciones y se controla la opini¨®n p¨²blica. De hecho, muchos pol¨ªticos de altura, no los de medio pelo, est¨¢n en permanente guardia ante las barber¨ªas, rizando el rizo a quien fuere, atusando ideas descabelladas ("d¨ªcese de las ideas sin peinar, asilvestradas"), poni¨¦ndose la raya a la izquierda o la derecha dependiendo de por d¨®nde vayan los tiros y el or¨¢culo de su f¨ªgaro. Los peluqueros fueron siempre asesores ¨¢ulicos y confidentes, adem¨¢s de sacamuelas, sangradores, copleros, esp¨ªas e ilustrados. Su milenaria profesi¨®n es un prodigio: consiste en tomar el pelo de la gente entre sus manos y ejecutar arte rococ¨® en la cabeza, ¨®rgano noble donde los haya, con una tijera en las manos y diversas navajas a su alcance.
Hay personas maltratadoras que gozan de excelente reputaci¨®n en los bares y en el trabajo. Realizan sus ruindades en la intimidad, sin levantar la voz, con silencioso sadismo clandestino, sin dar que hablar a los vecinos y familiares. ?sos son los m¨¢s peligrosos y crueles. Hay que lograr como sea que a esos impresentables se les caiga el pelo, aunque sea infiltr¨¢ndose en las peluquer¨ªas, compitiendo con la prensa del coraz¨®n y las pelotas.
Hay broncas que acaban con pelillos a la mar. En caso de duda, mu¨¦vete, porque s¨®lo se vive una vez. No te cortes un pelo.
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