Botafumeiro, siniestro total
El Botafumeiro se estrell¨® varias veces, le parti¨® las costillas a un cura y la nariz a un alem¨¢n
La primera vez que cay¨® el Botafumeiro fue un d¨ªa del Patr¨®n. El 25 de julio de 1499. En el frenes¨ª del momento, cuando el incensario volaba en lo m¨¢s alto describiendo un arco de 82 grados y 65 metros, a 68 kil¨®metros por hora, se rompi¨® una de las cuatro cadenas que sosten¨ªan el cuerpo principal y sus compa?eras no pudieron soportar el peso solas.
Se rompieron todas, y el Botafumeiro sali¨® disparado como un proyectil recorriendo el transepto (la nave transversal) y estamp¨¢ndose contra la puerta de Plater¨ªas. El artefacto qued¨® totalmente aplastado. La leyenda urbana, alimentada durante 508 a?os, cuenta que el incensario atraves¨® el roset¨®n y fue a dar a la fuente de los caballos, pero eso hubiese sido imposible. Y no s¨®lo porque el surtidor del escultor Juan Pernas sea de 1825, sino porque la f¨ªsica y sus leyes no lo permitir¨ªan.
El tiraboleiro mayor, Armando Raposo, guarda como oro en pa?o en la Catedral, en su taquilla de la sacrist¨ªa, los dos ¨²nicos estudios, uno en ingl¨¦s y otro en castellano, que ¨¦l considera autorizados en la materia. O Botafumeiro: parametric pumping in the middle ages (1984) y F¨ªsica del Botafumeiro (1990), ambos del catedr¨¢tico de F¨ªsica en la Escuela de Ingenieros Aeron¨¢uticos de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid, Juan Ram¨®n Sanmart¨ªn, son las consecuencias de un largo trabajo de campo en el que el experto estudi¨® el comportamiento del Botafumeiro con la asistencia de Raposo.
En estos informes, que incluyen recreaciones del Botafumeiro en el t¨²nel de viento y p¨¢ginas de ecuaciones, Sanmart¨ªn explica que, cada vez que va a derecha o izquierda del crucero, el peso del enorme ambientador recae s¨®lo en tres de las cadenas, quedando floja la que coincide con el sentido de la marcha. Si una se rompe, la presi¨®n sobre cada una de las otras dos aumenta un 50%. As¨ª se produjo el accidente.
El segundo fallo hist¨®rico tuvo lugar el 23 de mayo de 1622. Esa vez fue la maroma la que se rompi¨®, y el Botafumeiro, que entonces era de plata maciza (lo hab¨ªa donado en 1554 Luis XI de Francia y se lo volvieron a llevar como trofeo las tropas napole¨®nicas en 1809), se precipit¨® a plomo sobre los tiraboleiros.
No hubo que llorar muertos en aquella ocasi¨®n, como tampoco tras los otros dos sucesos que recuerda Raposo. El jefe de los tiradores, que trabaja en la Catedral desde 1950 y es tiraboleiro mayor desde 1964, no apunt¨® las fechas, pero cree que fue en dos a?os santos cuando acaecieron los siniestros que relata: "Uno fue un 25 de julio. Un ac¨®lito baj¨® desde el altar sin calcular la velocidad del Botafumeiro. Cuando se dio cuenta, lo ten¨ªa encima. El aparato se lo llev¨® por delante, y hubo que llevarlo pitando al hospital. Ten¨ªa rotas tres costillas".
La otra vez sali¨® descalabrado un alem¨¢n. "Hab¨ªa un congreso en el Hostal, y los participantes contrataron una misa con Botafumeiro. Como buenos alemanes, a ellos les interesaba m¨¢s el mecanismo de los tambores" que hace correr las cuerdas en el cimborrio "que el propio Botafumeiro". Se fueron acercando peligrosamente, mirando hacia arriba, y en uno de esos instantes finales de vuelo bajo, el pie del incensario le rasc¨® la cara. Toda la frente hasta la punta de la nariz. La misa de 12 acab¨® en Urgencias. El teut¨®n sangraba y ten¨ªa el tabique roto.
Cada fallo se produjo en una fase distinta del ritual. No obstante, Sanmart¨ªn defiende que "el momento m¨¢s peligroso se da en lo m¨¢s alto de los primeros ciclos (cada vaiv¨¦n completo es un ciclo, y en total, son 17). Al frenar y cambiar de rumbo, la pieza de lat¨®n de 62 kilos (dos los gan¨® con el ba?o de plata de 2006) inicia la ca¨ªda y "la cuerda sufre un tir¨®n" que es m¨¢ximo cuando el arco que describe el Botafumeiro es menos amplio. El riesgo aument¨® entre 1729 y 1851, cuando se us¨® un Botafumeiro de hierro, el m¨¢s pesado de la historia. Lo raro es que en la Catedral no se recuerda ning¨²n accidente por entonces.
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