Sobre las Falkland
Las islas Falkland son una democracia de larga tradici¨®n, din¨¢mica y autosuficiente, que se encuentra aproximadamente a 500 kil¨®metros al este del extremo sur de Suram¨¦rica. Nunca hemos formado parte de Argentina y somos cultural, geogr¨¢fica y ¨¦tnicamente distintos de nuestro vecino, m¨¢s extenso y con una pol¨ªtica territorial agresiva. Veinticinco a?os despu¨¦s de la invasi¨®n argentina, seguimos estando profundamente agradecidos por el sacrificio de las tropas brit¨¢nicas que nos liberaron en 1982.
Los argumentos presentados por el doctor Taiana [ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, en el art¨ªculo Islas Malvinas: reanudar las negociaciones bilaterales, EL PA?S, 9-6-07] est¨¢n cargados de fallos morales, hist¨®ricos e intelectuales.
Fallos morales, porque ocultan un c¨ªnico intento de justificar la anexi¨®n de un vecino m¨¢s peque?o y pac¨ªfico. Este tipo de ambiciones coloniales no tiene hueco en el siglo XXI. Los habitantes de las islas Falkland no tienen ning¨²n deseo de entrar a formar parte de la expansi¨®n de Argentina.
Fallos morales, porque Argentina trata de negar que, como pueblo, tenemos derecho a decidir nuestro futuro. Negarnos ese derecho humano esencial va en contra de la justicia natural y la Carta de Naciones Unidas.
Fallos hist¨®ricos, porque los ciudadanos de las islas Falkland no son "un pueblo trasplantado". Muchos de ellos tienen antepasados que se remontan a 1840, y muchos proceden de una gran variedad de pa¨ªses. A lo largo de los a?os, hemos desarrollado una identidad y una cultura propias. Como todos los pa¨ªses del Nuevo Mundo, incluida Argentina, somos una naci¨®n de inmigrantes, pero ello no significa que no tengamos derecho a la autodeterminaci¨®n.
Fallos hist¨®ricos porque, cuando Argentina ocup¨® las islas en 1829, lo hizo con pleno conocimiento de que exist¨ªa una reivindicaci¨®n muy anterior por parte de Gran Breta?a. Los brit¨¢nicos protestaron inmediatamente por la ocupaci¨®n y, cuando eliminaron pac¨ªficamente la peque?a guarnici¨®n argentina, cuatro a?os m¨¢s tarde, desde luego no expulsaron a ninguna poblaci¨®n local. Cuando se descubrieron las islas Falkland, en el siglo XVI, estaban deshabitadas; no exist¨ªa ninguna poblaci¨®n ind¨ªgena a la que oprimir, esclavizar ni erradicar.
Fallos intelectuales porque, aunque Argentina hubiera tenido derecho a alguna reivindicaci¨®n hist¨®rica, los acontecimientos de hace dos siglos no anulan nuestro derecho a la autodeterminaci¨®n. Debemos resolver los problemas del siglo XXI, no los del siglo XIX. La breve y fracasada aventura colonial argentina de hace 200 a?os no puede otorgarle derechos sobre una poblaci¨®n que vive aqu¨ª y ha administrado y desarrollado este pa¨ªs desde entonces.
Fallos intelectuales porque, seg¨²n un principio claramente establecido por Naciones Unidas, el futuro pol¨ªtico de territorios como el nuestro debe decidirse con arreglo a los deseos de sus habitantes. Los ciudadanos de las islas Falkland se oponen en¨¦rgicamente a la soberan¨ªa argentina y no desean que el Gobierno brit¨¢nico negocie nuestra soberan¨ªa con Argentina.
Queremos continuar nuestra asociaci¨®n constitucional actual con el Reino Unido. No es una relaci¨®n colonial, sino una asociaci¨®n voluntaria y en constante evoluci¨®n, basada en nuestro derecho a la autodeterminaci¨®n y que pretende darnos el m¨¢ximo control posible sobre nuestras vidas. Es una situaci¨®n plenamente conforme a los principios y la Carta de Naciones Unidas.
Adem¨¢s de utilizar la diplomacia de forma agresiva, Argentina est¨¢ intentando fomentar sus ambiciones nacionalistas mediante sanciones econ¨®micas. Entre ellas est¨¢ la negativa a que los vuelos ch¨¢rter crucen su espacio a¨¦reo y las amenazas a empresas que pesquen en aguas de las islas Falkland. Su reciente retirada de la Declaraci¨®n Conjunta sobre Hidrocarburos de 1995 tiene escasas repercusiones pr¨¢cticas, pero cierra la puerta a la posible cooperaci¨®n y en el futuro e inspira poca confianza. Es f¨¢cil cerrar puertas, pero abrirlas requiere un trabajo paciente y valent¨ªa pol¨ªtica.
La comunidad internacional no debe ignorar ni consentir el comportamiento de Argentina. Debe condenar esas t¨¢cticas y emplear su influencia para promover medidas que reduzcan la tensi¨®n e impulsen el entendimiento y la confianza. Debe exigir la cooperaci¨®n en los asuntos regionales importantes. Hay muchas otras zonas del mundo en las que existen convicciones y principios muy arraigados que parec¨ªan irreconciliables y sobre los que, sin embargo, se han producido avances; no hay m¨¢s que ver los casos de Gibraltar e Irlanda del Norte.
Los ciudadanos de las islas Falkland estamos de acuerdo con la idea de cooperar con Argentina en asuntos pr¨¢cticos como la conservaci¨®n de la naturaleza y las reservas de pescado. Estamos decididos a mejorar las relaciones entre nuestras comunidades. Por ejemplo, hemos invitado a los familiares de los soldados, marineros y pilotos argentinos que murieron en 1982 a asistir a una conmemoraci¨®n por sus seres queridos este a?o. Creemos que estos contactos entre nuestras comunidades pueden fomentar el entendimiento y cicatrizar las heridas de la guerra.
Richard Davies es consejero de las islas Falkland, conocidas como islas Malvinas en espa?ol. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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