Ciudadano militante
La c¨²pula socialista quiere conectar con la gente mientras los afiliados m¨¢s activos del PSM se sienten desplazados
El Partido Socialista de Madrid ha descubierto que no conecta con la gente. Lo dicen sus candidatos a secretario general (Jos¨¦ Cepeda, Tom¨¢s G¨®mez y Manuel Garc¨ªa Hierro). Lo dicen, contritas, sus viejas figuras. "Hemos perdido el pulso de la calle", clama Trinidad Jim¨¦nez. Hay que olvidarse de las cuotas de poder, del estrecho mundo de las agrupaciones. "No se dan cuenta de que lo que importa es solucionar los problemas a la gente, no a las agrupaciones", reflexiona un alto dirigente socialista. Pero mientras se inflaman esos discursos que piden recuperar a los ciudadanos, sus 23.000 militantes se han convertido en los jueces decisivos de la carrera de ambiciones de los que se han postulado como relevo de Rafael Simancas. Ahora importan sus votos.
En las agrupaciones se cree que los pol¨ªticos deber¨ªan estar m¨¢s implicados con las bases
El de Victorino Guarnizo, tambi¨¦n. Afiliado al PSOE desde los 14 a?os, vive en Carabanchel. Dedica tres d¨ªas a la semana a ense?ar a personas mayores "y no tan mayores" a manejarse con el ordenador. "Es b¨¢sico para acceder hoy en d¨ªa a la informaci¨®n", subraya este modesto militante de base de 42 a?os. Su rutina es muy parecida a la de los miles de socialistas con carn¨¦ pero sin sueldo que hay en la Comunidad de Madrid. Trabaja en un hospital como auxiliar administrativo. Sale a la hora de comer. Despu¨¦s descansa un poco y cierra la puerta para acercarse a su sede, la de Latina.
Llega all¨ª sobre las seis y media y se marcha a las nueve. No cobra ni un euro. "Estoy aqu¨ª porque lo llevo en los genes, mi padre y mi abuelo fueron socialistas. Creo que es mi deber", explica solemne. Hay dos tipos de afiliados, del mismo modo "que hay dos tipos de aficionados al f¨²tbol", ejemplifica, antes de presentar a Victoria Mart¨ªn.
Victoria, profesora jubilada, pertenece al grupo "de los que se pasan la vida en la agrupaci¨®n". No le gusta hablar de congresos ni de resultados electorales. Le gusta hablar de sus alumnos. Da clase a personas analfabetas. "Ayer mismo me llam¨® uno para que le ayudara a rellenar unos impresos".
Y es que la vida de una agrupaci¨®n, a veces, "se parece mucho a la de una ONG", coincide Te¨®filo Vidal, responsable de la sede socialista de Chamart¨ªn. Curiosamente, en uno de los distritos m¨¢s acomodados de la capital, la nave de alquiler -1.500 euros mensuales- donde se re¨²nen est¨¢ desconchada. Hay retratos de Pablo Iglesias, fundador del partido, escondiendo las humedades de las paredes. "Esto es bastante indecente", reconoce Vidal, que echa de menos "una mayor implicaci¨®n de los pol¨ªticos con la gente de base".
All¨ª, todos son de base. Nadie cobra. Por ejemplo, Ana Mar¨ªa, que va todos los d¨ªas a reunirse con sus compa?eros "porque son una familia". Una familia que deja a un grupo de teatro ensayar en el local y monta exposiciones culturales de las m¨¢s diversas tem¨¢ticas, incluidos bailes extreme?os. Todas las semanas tienen que borrar una pintada que se repite c¨ªclicamente: "?Basura!". Seg¨²n explican, "el barrio no es sociol¨®gicamente muy de izquierdas". Sin embargo, es la segunda agrupaci¨®n m¨¢s numerosa, con cerca de 600 afiliados. "En realidad, por aqu¨ª venimos muy pocos, porque el perfil de la zona es el de un profesional liberal que no tiene demasiado tiempo". Tampoco Te¨®filo. Es auditor y sale de trabajar casi a las ocho de la noche. Desde esa hora hasta pasadas las diez va diariamente a ocuparse de su "otra" oficina.
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