Vale una vida entera
Al entierro de Jes¨²s de Polanco asistieron, sobre todo, periodistas. Hab¨ªa tambi¨¦n, sin duda, muchos empresarios, pol¨ªticos y gente del mundo de la edici¨®n y de la cultura, porque Polanco fue un gran editor y un hombre que se movi¨® siempre en el mundo de los libros y de sus autores. Pero hab¨ªa sobre todo periodistas porque Jes¨²s de Polanco fue, por encima de todo, el empresario que levant¨® EL PA?S y que comprendi¨® y moderniz¨® las relaciones entre la propiedad de un diario y la direcci¨®n y redacci¨®n del mismo.
Todos los periodistas que est¨¢bamos ayer en La Almudena sab¨ªamos que asist¨ªamos a su entierro porque Polanco supuso un enorme cambio en nuestra profesi¨®n, en nuestro trabajo y en el futuro del periodismo espa?ol. Algunos, adem¨¢s, le profes¨¢bamos afecto y un gran respeto personal, pero le conocieran o no, cualquier profesional de este oficio que no sea mezquino o ignorante tendr¨¢ que reconocer que Polanco revolucion¨® en este pa¨ªs, primero el mundo de los peri¨®dicos, y luego el mundo de los grupos multimedia, y que fue capaz de colocar a una empresa espa?ola, por primera vez, en hit parade mundial de los medios de comunicaci¨®n.
Enterr¨® una manera caduca de ser empresario y alumbr¨® un nuevo modelo
Sin Polanco, sin su fuerza, su valor y astucia empresarial, sin su reconocimiento a la separaci¨®n de poderes entre su papel como propietario y el del director del peri¨®dico, sin el pacto que firm¨® con Juan Luis Cebri¨¢n, las empresas period¨ªsticas espa?olas ser¨ªan distintas y el periodismo que se practica en este pa¨ªs seria diferente, y peor. Las cosas son como son. EL PA?S es una obra de la que estar orgulloso, un peri¨®dico que vale una vida entera y ayer varios centenares de periodistas le rendimos homenaje p¨®stumo por ello.
En el entierro de Adoph Ochs, creador de The New York Times, que muri¨® tambi¨¦n a los 77 a?os, se pusieron de manifiesto muchas cosas: su temperamento, sus d¨ªas m¨¢s duros y sus momentos m¨¢s oscuros, pero, sobre todo, su capacidad para hacer algo dif¨ªcil: proporcionar una estructura empresarial muy s¨®lida y muy independiente a lo que nac¨ªa como un simple diario.
Nadie le podr¨¢ negar a Jes¨²s de Polanco ese mismo m¨¦rito. Las ¨²nicas broncas que se le han escuchado en la redacci¨®n de este peri¨®dico, casi desde el primer d¨ªa, han sido por no cumplir los objetivos de difusi¨®n. No hab¨ªan pasado ni cinco meses desde la salida del peri¨®dico y convoc¨® a la redacci¨®n. Los periodistas m¨¢s j¨®venes nos preocupamos: ?querr¨¢ llamar la atenci¨®n por algo publicado? En absoluto. Jes¨²s de Polanco nos abronc¨® por no haber llegado, ya, a los 100.000 ejemplares. Y despu¨¦s del enfado, llegaron los ¨¢nimos, algo que tambi¨¦n sab¨ªa dar, con discreci¨®n, y muchas veces, en privado. Al final, el peri¨®dico consigui¨® colocarse a la cabeza de la difusi¨®n en Espa?a Lo logr¨®, les guste o no a sus cr¨ªticos, simplemente porque ten¨ªa las mejores noticias, la mejores fotograf¨ªas y los mejores art¨ªculos. Quiz¨¢s pod¨ªamos ser algo pesados, pero Polanco jam¨¢s nos reproch¨® en aquellos tiempos dif¨ªciles otra cosa que la falta de ambici¨®n (quer¨ªa llegar cuanto antes al medio mill¨®n de ejemplares) y las lagunas de calidad. "Los m¨¦dicos entierran sus errores; los abogados, los cuelgan. Y los periodistas, los coloc¨¢is en primera p¨¢gina", bromeaba.
Cuando anunci¨® al staff la salida a Bolsa de PRISA le expres¨¦ mis preferencias por las empresas period¨ªsticas familiares, historicamente mucho m¨¢s respetuosas con el trabajo profesional que los insaciables fondos de inversiones. A la salida, hizo un aparte: "Me ha hecho mucha gracia que te gusten las empresas familiares. Aqu¨ª, en privado, te dir¨¦ que tienes raz¨®n en una cosa: siempre ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil convencerme a m¨ª o a mi familia de reinvertir en corresponsal¨ªas que a un agente de bolsa".
Dicen que a Polanco le atac¨® mucha gente. Es cierto; incluso se vi¨® sometido a un proceso aberrante, pero tambi¨¦n es verdad que cuando lo necesit¨® tuvo mucha gente a su lado. Sobre todo, la que le conoc¨ªa de verdad. Quieran o no sus detractores, la historia del periodismo est¨¢ de su lado: fue ¨¦l quien enterr¨® una manera caduca de ser empresario y quien alumbr¨® el nuevo modelo. Eso no se puede cambiar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.