El sello de la libertad
Hace a?os que repito a los amigos que tienen la paciencia de escucharme, que hay tres grandes espa?oles que han modificado de tal manera con sus actividades empresariales la vida diaria de todos nosotros, haci¨¦ndola m¨¢s rica, m¨¢s libre, m¨¢s moderna, que merecen nuestro reconocimiento lleno de respeto, admiraci¨®n y de gratitud. Hace apenas un par de horas he acompa?ado a su familia y a tantos amigos a dar sepultura a uno de ellos. Cada d¨ªa, cientos de millares de lectores, de oyentes de la radio, de televidentes, de estudiantes, de amantes de la literatura y del pensamiento, se informan, se forman o se divierten conviviendo con la obra diversa, incisiva y bien marcada por el sello de la libertad y de la calidad, surgida de las empresas creadas y dirigidas por Jes¨²s de Polanco. Durante decenios hemos vivido con un vecino invisible, pero tenazmente presente. Se nos colaba por todas las rendijas de nuestra inteligencia y de la sensibilidad. Unos con satisfacci¨®n, otros con rechazo, con mayor o menor intensidad hemos sido receptores de su obra. A mi entender, esa potente diseminaci¨®n de ideas y de im¨¢genes estaba presidida por un criterio abierto y democr¨¢tico, que ha luchado durante todos estos a?os para que la pluralidad de ofertas culturales, impidiera el establecimiento de ning¨²n monopolio y mucho menos de experiencias dictatoriales.
Siempre he tenido claros estos hechos, seguramente obvios; pero confieso que s¨®lo al final de su vida me ha permitido asumir su obra en toda su amplitud y profundidad. A veces, hasta los compases finales de una interpretaci¨®n magistral de la sinfon¨ªa no somos capaces de entenderla en todo su valor. A m¨ª me parece que hasta hoy no he entendido verdaderamente a Jes¨²s de Polanco: he estado tan cerca de ¨¦l durante decenios que s¨®lo la separaci¨®n terrible que produce la muerte me ha permitido ver el cuadro completo y complej¨ªsimo de su obra.
Para m¨ª ha sido un amigo y de eso me impide hablar un seguramente viejo sentido del pudor.
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