Demasiado perfecta
Norah Jones, ex cantante de cabaret convertida en estrella medi¨¢tica, es la hija que toda madre desear¨ªa tener. Una belleza de aspecto sanote y una artista, cantante, pianista y compositora, con un agudo sentido de la oportunidad. Y no: no toca jazz, pero canta en los festivales de jazz y mete m¨¢s p¨²blico que ning¨²n m¨²sico del g¨¦nero, lo que tampoco es que tenga demasiado m¨¦rito.
Norah Jones y M. Ward
Pabell¨®n de Mendizorroza, 21 de julio.
La hija del maestro del sitar Ravi Shankar y la enfermera Sue Jones lleg¨® a Vitoria en loor de multitudes y con las entradas vendidas antes incluso de ponerse a la venta. M. Ward, enigm¨¢tico cantautor, fue el encargado de abrirle el paso sobre el escenario. Este ni?o prodigio del moderno country & western es la reencarnaci¨®n del Bob Dylan pre-Woodstock: con una arm¨®nica al cuello, como Dylan, cantando "canciones tristes, tristes" como el genio de Minnesota antes de que descubriera que los tiempos est¨¢n cambiando y que hay que estar con ellos si se quiere sobrevivir en el negocio. Curioso: en su set cont¨® con la ayuda no publicitada de alguien que cantaba como Jones, se parec¨ªa a Jones y result¨® ser Norah Jones en persona y en atuendo informal de camiseta y vaqueros.
La estrella de la noche reapareci¨® en escena para su propio show hecha un primor y con ganas de agradar. Se hab¨ªa pasado la tarde aprendiendo a saludar en euskera. Le falt¨® enfundarse una camiseta del Alav¨¦s.
Dos primeras versiones de sendos temas program¨¢ticos -Come away with me y What did you say- sirvieron para constatar que no es artista que se permita demasiadas alegr¨ªas sobre un escenario, y esto es exactamente lo que la mayor¨ªa buscaba: una r¨¦plica lo m¨¢s ajustada posible del original, si es que ello tiene alg¨²n sentido. Pudo no ser as¨ª. Por un momento, en I've got to see you -una pieza con un cierto aire a Caravan, de Duke Ellington- la cantante pareci¨® dirigirse a alg¨²n lugar que no era el marcado por ninguna se?al de direcci¨®n obligatoria. Un puro espejismo: la bella Jones interpreta su m¨²sica con la precisi¨®n de un reloj suizo, demasiado perfecto como para despertar ning¨²n entusiasmo excepto entre el gremio de los relojeros. Con el a?adido de que puede estar cantando a Hank Williams o a Tom Waits, que el oyente apenas advertir¨¢ la diferencia. Su voz seductora pero escasamente d¨²ctil no da para demasiado, y cuando hay que dar el callo -as¨ª, en la postrera Creepin'in-, su cortedad queda en evidencia. Una l¨¢stima.
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