Larga marcha europea
La Conferencia Intergubernamental encargada de desarrollar el mandato del Consejo Europeo sobre el fracasado Tratado constitucional inici¨® ayer sus trabajos con la expectativa de alcanzar pronto un acuerdo. La presidencia de turno de la Uni¨®n, que este semestre corresponde a Portugal, present¨® un borrador que, a juzgar por las primeras reacciones de los socios, daba cumplimiento razonable a las instrucciones de los jefes de Estado y de Gobierno reunidos en Bruselas el pasado mes de junio. Las ¨²nicas objeciones procedieron de donde se esperaban: la delegaci¨®n polaca expres¨® sus reservas con el llamado "mecanismo de Ioannina", referido a la posibilidad de suspender una decisi¨®n de los Veinticinco, y con la obligatoriedad de aplicar la Carta de Derechos Humanos.
La ministra de Asuntos Exteriores de Polonia reiter¨® su interpretaci¨®n acerca del primer punto: la suspensi¨®n de una decisi¨®n podr¨ªa llegar hasta los dos a?os. El resto de las delegaciones entendieron, con s¨®lidos motivos, que ese plazo excede lo razonable, puesto que llevar¨ªa a largos periodos de par¨¢lisis de la Uni¨®n. En cuanto a la Carta de Derechos Humanos, Polonia se sit¨²a en una l¨ªnea similar a la del Reino Unido, si bien en su caso tiene que ver con discrepancias de fondo y no de prelaci¨®n jur¨ªdica. El Gobierno de los Kaczynski ha apostado por una pol¨ªtica ultraconservadora en materia de costumbres, y temen que el Tratado europeo suponga un obst¨¢culo. La Conferencia Intergubernamental tendr¨¢ que establecer si las discrepancias expresadas por Polonia en estas dos materias son de tal naturaleza que reabren el debate pol¨ªtico clausurado el mes pasado en Bruselas o, por el contrario, son de car¨¢cter t¨¦cnico.
Portugal ha dado forma al mandato del Consejo Europeo a trav¨¦s de un borrador de 145 p¨¢ginas, en el que se incluyen art¨ªculos, enmiendas, protocolos y declaraciones. Se trata de un dificultoso rompecabezas con el que la Conferencia tendr¨¢ que dar la raz¨®n a una de las dos visiones que prosperaron tras la reuni¨®n de los jefes de Estado y de Gobierno. O bien estamos ante un fracaso disimulado tras el hecho de que la Uni¨®n parece recuperar un cierto pulso, aunque no en la direcci¨®n que le marcaron en las urnas los ciudadanos partidarios de la Constituci¨®n, o bien estamos ante una verdadera soluci¨®n de compromiso, en la que, como insistieron la mayor parte de las canciller¨ªas europeas, se salv¨® el contenido aunque sacrificando el continente. Las reiteradas reticencias de Varsovia pueden complicar las cosas.
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