Discrepar no es impedir
El art¨ªculo No imponer, no impedir del presidente de la ejecutiva nacional del Partido Nacionalista Vasco, Josu Jon Imaz, ha provocado una verdadera cascada de reacciones a favor y en contra, muchas de estas ¨²ltimas dentro de su propio partido. Se ha hablado de la tradicional estrategia pendular del nacionalismo vasco entre el soberanismo y la moderaci¨®n y tambi¨¦n de las consecuencias de esta declaraci¨®n pueda tener en la persona de Ibarretxe, decidido partidario, hasta ahora, de una consulta, refer¨¦ndum, encuesta o lo que sea.
Lo que pase en el PNV es importante para el pa¨ªs y por lo tanto comprendo la polvareda, pero del art¨ªculo del se?or Imaz yo saco una conclusi¨®n que no he visto reflejada en ninguno de los comentarios que he podido leer. Parece, en mi opini¨®n, que el PNV, por boca de su presidente, quiere volver a la tradicional estrategia de que a los dem¨¢s vascos, a los no nacionalistas, nos corresponde ser convencidos (Imaz quiere que por las buenas) de que antes o despu¨¦s nos tenemos que hacer nacionalistas. A eso parece referirse cuando dice "no impedir". Es esta una admonici¨®n que ya resulta un cl¨¢sico en los discursos del nacionalismo y que solo ces¨® cuando el PNV se apercibi¨®, en Ermua, de que somos miles los vascos que sin necesidad de echar las patas por alto ni de hacer discursos incendiarios, simple y llanamente, no vamos a hacernos nacionalistas. Creo que fue este convencimiento, el de que somos demasiados los vascos majos pero tercos en nuestro convencimiento de no ser nacionalistas, lo que impuls¨® la apuesta soberanista de la anterior direcci¨®n del PNV, que le llev¨® a pactar nuestra exclusi¨®n en Lizarra. Una postura que a¨²n tiene muchos y firmes partidarios en el seno del PNV y del resto del tripartito.
El obst¨¢culo no est¨¢ en la Carrera de San Jer¨®nimo, sino en las calles de las ciudades y pueblos de Euskadi
El nacionalismo parece encontrar dificultades para entender que el hecho de que haya muchos nacionalistas y de que haya incluso quien mate por esa causa no la convierte en cierta e inevitable. De la misma forma que la existencia de terroristas dispuestos a inmolarse para matar a unos cuantos turistas europeos, por ejemplo, en Yemen, puede dar para muchas portadas en la prensa occidental, pero no convierte su causa en justa.
El independentismo es la opci¨®n libremente deseada y defendida por muchos vascos, seguramente menos de los que les gustar¨ªa reconocer a algunos dirigentes del PNV. Pero es una m¨¢s: ni la ¨²nica ni la m¨¢s justa, ni mucho menos la opci¨®n a la que inevitablemente est¨¢ abocada la sociedad vasca. Los datos de las ¨²ltimas elecciones municipales, y tambi¨¦n los de las anteriores auton¨®micas, supusieron un buen disgusto para todos los nacionalistas y parecen dibujar una sociedad mucho m¨¢s plural que la que se cuenta a s¨ª mismo y se nos quieren hacer creer a todos desde el nacionalismo. Euskadi es una sociedad moderna y muy variada que no va a cambiar por un acto de voluntad de nadie.
Vamos a seguir siendo como somos, plurales y distintos, variados en nuestros intereses y en nuestros sentimientos de pertenencia. Una sociedad culturalmente rica y pol¨ªticamente compleja, muy distinta de la que se empe?an en percibir desde los batzokis.
Discrepar no es impedir. No est¨¢ en las Cortes Espa?olas el obst¨¢culo a los sue?os soberanistas del PNV. Mejor har¨ªan en buscarlo en su pueblo, en su ayuntamiento y en su misma escalera. Lo que impedir¨¢ que el Pa¨ªs Vasco se lance a una aventura excluyente y absurda no est¨¢ en la Carrera de San Jer¨®nimo, sino en las calles de las ciudades y pueblos de Euskadi. El obst¨¢culo somos los miles y miles de vascos que el PNV prefiere no ver, porque si lo hiciera quedar¨ªa en evidencia lo que dec¨ªa antes: que su ideolog¨ªa es simplemente una m¨¢s de las que sostienen los vascos y no, como tanto les gusta creerse, un destino sagrado e indiscutible dificultado solo por fuerzas externas. Dice bien el se?or Imaz en su art¨ªculo que no quiere imponer su posici¨®n: que est¨¦ tranquilo por eso. A los cientos de miles de vascos no nacionalistas desde luego no nos van a poder imponer una forma de pensar, por m¨¢s que se empe?en. Esa es la aut¨¦ntica dificultad que no son capaces de entender.
Y lo peor de todo es que el tiempo juega en su contra. Tal vez por eso los adversarios de Jos¨¦ Jon Imaz dentro de su partido tienen tanta prisa, porque en el fondo son conscientes de que la realidad puede, en cualquier momento, despertarles del sue?o que acarician desde el siglo XIX.
Jos¨¦ Antonio Pastor es secretario general del PSE de Vizcaya.
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