El Mont Blanc no perdona errores
Seis excursionistas mueren en dos d¨ªas en el pico m¨¢s alto de Europa
Desde 2002 unos cincuenta alpinistas han muerto en el Mont Blanc. En muchos casos el calificativo alpinista es una exageraci¨®n o una mentira piadosa. "Suben a m¨¢s de 4.000 metros de altura sin tienda, sin zapatos adecuados, llevando s¨®lo ropa de verano y sin saber nada de los peligros de la monta?a", explica el coronel Olivier Kim, jefe de la Gendarmer¨ªa del departamento franc¨¦s de la Alta Saboya y muy a menudo implicado en operaciones de salvamento.
Es lo que ocurri¨® el pasado lunes en la cresta de Bionnasay, siempre en el macizo del Mont Blanc. Cuatro personas, tres mujeres -una francesa, una chilena y una neozelandesa- y un hombre de nacionalidad brit¨¢nica, los cuatro estudiantes en Grenoble, los cuatro entre 30 y 25 a?os, se lanzaron hacia la cumbre del Mont Blanc. Hac¨ªa sol, mucho calor y la monta?a estaba ah¨ª, resplandeciente, salpicada de unas pocas manchas de nieve.
A las 24 horas de que empezase el tr¨¢gico paseo, un helic¨®ptero de la Gendarmer¨ªa francesa lograba al fin alcanzar la posici¨®n de los cuatro excursionistas. Todos hab¨ªan muerto, de fr¨ªo o de agotamiento. Durante esas 24 horas los equipos de salvamento intentaron desafiar vientos de m¨¢s de 120 kil¨®metros por hora, los remolinos de nieve y los aludes de un manto muy inestable para prestar ayuda a los estudiantes. Todo fue en vano.
"Lo peor es que no supieron construirse un refugio de emergencia, un agujero en el que esperar que amainasen el viento y la nieve. En vez de permanecer a varios grados bajo cero hubieran podido api?arse, todos juntos, y crear una temperatura soportable para esperar la llegada de ayuda", indica Kim, para quien es desesperante que el Mont Blanc se llene, cada verano, de miles de personas que no comprenden que en la alta monta?a "un cambio de temperatura brutal puede producirse en un plazo muy breve de tiempo".
Pierre Foray, profesor en Grenoble de la estudiante neozelandesa, comenta que "se trataba de un grupo de gente estupenda. Muy brillantes y trabajadores. Tengo encima de la mesa la tesis de Jane Jarram. Y ella ahora est¨¢ muerta. ?Qu¨¦ desastre!". Los dramas de los otros no invitan a la prudencia. Ayer mismo, un padre y su hijo de 17 a?os, encontraron tambi¨¦n la muerte paseando en la misma zona de la cresta de la cadena de Bionnasay, en este caso porque el suelo, hecho de hielo y nieve recientes, se hundi¨® bajo sus pies y les llev¨® de golpe unos 800 metros m¨¢s abajo. Y el pasado d¨ªa 12 seis militares suizos fallecieron en la zona.
Los cuatro estudiantes muertos el pasado martes estuvieron en contacto con los equipos de rescate de la Gendarmer¨ªa casi hasta el ¨²ltimo momento. La muerte en directo. Una voz que se apaga. Una vida que se agota al mismo tiempo que una bater¨ªa. El fr¨ªo puede con todo. St¨¦phane Boza, capit¨¢n, relata el fatal desenlace: "Nos llamaron pidiendo auxilio, por primera vez, a las tres de la tarde. No sab¨ªan d¨®nde estaban. Eran incapaces de darnos referencias geogr¨¢ficas precisas. No hab¨ªan le¨ªdo las previsiones meteorol¨®gicas. Son enteramente responsables del drama". La ¨²ltima llamada es de la francesa Clement Morgane. Delira. Uno de sus compa?eros ya ha muerto. Es de noche. El equipo de socorro les alcanza poco despu¨¦s de las tres de la tarde, 24 horas despu¨¦s del primer SOS.
Mientras las vidas de los cuatro estudiantes se extingu¨ªan, otros cuatro escaladores, dos checos y dos espa?oles, m¨¢s experimentados, sobreviv¨ªan a la misma tormenta, a pocos kil¨®metros de distancia. "Nadie quiere creer que la monta?a exige una prudencia especial, que es imprevisible", concluye impotente un portavoz de la Gendarmer¨ªa.
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