Contador en la burbuja
Dispositivo del Discovery para proteger al chico de Pinto de todo el veneno de la serpiente multicolor
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La esquizofrenia es una enfermedad que debuta pronto, cuando el paciente es joven, no tiene ni 20 a?os. As¨ª, una de las caracter¨ªsticas de los esquizofr¨¦nicos es que se quedan solteros de por vida, no tienen relaciones, ni descendencia. Si, como dicen algunos, la esquizofrenia es una enfermedad gen¨¦tica, no se entiende que el porcentaje de esquizofr¨¦nicos en la poblaci¨®n se mantenga constante desde hace siglos. La esquizofrenia se pega. Debe, por tanto, de tener una componente contagiosa: un virus que se debe de extender m¨¢s r¨¢pida, ferozmente, en ambientes cerrados, opresivos. En el Tour, por ejemplo, donde el porcentaje esquizofr¨¦nico no s¨®lo no ha descendido en los ¨²ltimos a?os, sino que ha crecido exponencialmente. Lo cual explicar¨ªa, desde una perspectiva psiqui¨¢trica, el clima de sospecha permanente, paranoica casi, que se vive en la grande boucle; lo cual explica la urgencia con que el Discovery emprendi¨® la medianoche del mi¨¦rcoles, nada m¨¢s conocer la retirada de Rasmussen, la tarea de proteger a Alberto Contador de lo que se le ven¨ªa encima.
Se trata de que el estr¨¦s de las pol¨¦micas, la tensi¨®n extraordinaria con la que debe cargar este a?o el portador del maillot amarillo afecte lo menos posible no s¨®lo a su concentraci¨®n deportiva, sino, sobre todo, a su salud f¨ªsica. Una de las primeras llamadas que recibi¨® el jueves por la ma?ana su equipo fue la del neur¨®logo del corredor de Pinto, que quer¨ªa saber c¨®mo le hab¨ªa afectado la noticia de que se convert¨ªa, sin comerlo ni beberlo, en el personaje menos envidiado del Tour. "Es lo peor que me pod¨ªa pasar", lleg¨® a confesar a sus amigos Contador, que toma diariamente medicaci¨®n contra las secuelas de la operaci¨®n cerebral que le salv¨® la vida en 2004.
"La mejor respuesta a la estupidez, el mayor desprecio, es la indiferencia", es el lema bajo el cual el equipo de Johan Bruyneel ha enfocado la operaci¨®n protejamos a Alberto, para cuyo montaje cuentan con los siete a?os de experiencia acumulados en los Tours de Armstrong. As¨ª, un coche a cada lado del autob¨²s del Discovery, y un seto en un lateral, creaban barreras inaccesibles e inexistentes cuando no hab¨ªa liderato, para los que quisieran acercarse a curiosear en la salida. A su alrededor, medio pelot¨®n de periodistas de medio mundo se dedican a preguntar a la otra mitad si hay motivos para creer que Contador no es un tramposo teniendo en cuenta que siendo un escalador pata negra sube muy deprisa los puertos, m¨¢s deprisa que nadie salvo Rasmussen, el pollo que como todos sabemos era un mentiroso de tomo y lomo.
Para sortear tanto veneno de la serpiente multicolor, Armstrong contaba con la ventaja de su experiencia, de su car¨¢cter tejano imperialista, desafiante, de su coraz¨®n mezcla de toro bravo y bulldog. Contador, que es de Pinto, que tiene 24 a?os y que es muy serio y bastante inteligente, es otra cosa. Es inexperto y tirando a t¨ªmido. Le desborda la desmesura con la que cualquier asunto secundario se desborda en las cocinas de las salas de prensa. Necesita construir su discurso, su realidad medi¨¢tica, una figura que se quiere as¨¦ptica, redonda, sin aristas, sint¨¦tica como un zumo envasado. Sabe a naranja pero no es naranja. Para eso est¨¢n PJ Rabice, el jefe de prensa del equipo, y Bruyneel. Todas las noches se re¨²nen con Contador, que asume la personalidad de un actor que se prepara para un casting y prepara, casi memoriza, respuestas prototipo para las preguntas que le puedan asaltar en las conferencias de prensa, que son sus ¨²nicos contactos con los medios estos d¨ªas: las entrevistas individuales y las llamadas telef¨®nicas est¨¢n congeladas hasta despu¨¦s de la contrarreloj de hoy, en la que defiende una ventaja de 1m 50s. El jueves, d¨ªa en que visti¨® por primera vez el maillot amarillo, el mensaje transmitido, a 20 preguntas diferentes, fue que estaba bien, pero que le habr¨ªa gustado m¨¢s ganarlo en el Aubisque; ayer, la frase era "va a ser el d¨ªa m¨¢s dif¨ªcil de mi vida", en referencia a la contrarreloj de hoy. "Despu¨¦s", cuenta Rabice, "repasamos su actuaci¨®n. El jueves, por ejemplo, notamos que se rascaba demasiado un lado de la cabeza antes de contestar, lo que no daba una imagen muy segura".
Ese matiz se solucion¨® ayer, en la ¨²ltima etapa de fugas, un d¨ªa en el que le ayud¨® la victoria de Sandy Casar, uno de los cre¨ªbles con m¨¢s atributos de pureza: es franc¨¦s, viste el blanco de La Fran?aise des Jeux -el equipo de Marc Madiot, patr¨®n de los talibanes- y fue el primero que firm¨® el compromiso ¨¦tico de los ciclistas por un ciclismo nuevo. Su triunfo, que distrajo a la prensa vigilante, result¨® un tanto sospechoso seg¨²n los par¨¢metros que permiten ahora detectar dopados: conocido por quedar siempre segundo o tercero, Casar estaba con fuerzas pese a ser casi la ¨²ltima etapa del Tour; se hab¨ªa ca¨ªdo y aun as¨ª, con el maillot roto, fue capaz no s¨®lo de atacar a traici¨®n a sus compa?eros a tres kil¨®metros, sino de rematar, incontenible, a 300 metros.

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