Unos se llevan la fama...
La VAO demuestra que es casi perfecta, Marcus Miller da un concierto agradecido, e Isaac Hayes dinamita las leyes del buen orden musical
Es lo bueno que tienen los festivales de jazz, lo mucho que se aprende. Un ejemplo: el mito nace o se hace, cuesti¨®n peliaguda donde las haya. Apl¨ªquese a Isaac Hayes, llegado a Donostia como si su mera presencia fuera a rescatar a la Real del pozo de la segunda. Un mito en la medida en que los medios se han empe?ado en hacer de ¨¦l un mito. Para ser un mito, el curr¨ªculo de Hayes es tirando a corto: un tema, Shaft, cosecha del setenta y uno, y sanseacab¨®. Un total de 35 a?os lleva el hombre viviendo del asunto.
As¨ª las cosas, Hayes se ha construido un show de hora y media sin otro prop¨®sito que el de hacernos pasar el rato hasta llegar al momento m¨¢s esperado: la interpretaci¨®n de Shaft. Cierto es que no est¨¢ para tirar cohetes. El pecho lobo de los setenta es hoy un anciano renqueante que a duras penas se vale por s¨ª mismo. Ni saxo -instrumento del que, se dice, es un consumado virtuoso-, ni piano apenas. Hayes s¨®lo cant¨® y lo hizo a su modo, desafinando como un bellaco, lo que no es malo de suyo y aun remite a una larga tradici¨®n en la m¨²sica popular desde Chuck Berry. Sus acompa?antes, algunos de ellos, le secundaron en su labor de dinamitar las leyes del buen orden musical; o acaso es que no todos estuvieran interpretando la misma canci¨®n.
Doble actuaci¨®n
Las cosas volvieron por su cauce con el doble concierto de la plaza de la Trinidad que debi¨® haber sido de una manera -la Vienna Art Orchestra, primero, y Marcus Miller, despu¨¦s- y fue a la inversa por imperativos de la apretada agenda del bajista. Lo malo: que una buena parte del p¨²blico que hab¨ªa venido por Miller le escuch¨® y se fue. Lo peor: que se perdieron a la VAO.
Miller ofreci¨® un concierto en su l¨ªnea de funky y jazz. Es un bajista contundente y un alumno agradecido, por eso en sus conciertos nunca falta el recuerdo a su maestro, el trompetista Miles Davis. Cierto es que las versiones de Jean-Pierre y Tutu no fueron exactamente memorables. Aun as¨ª, el gesto se le agradece.
Tras ¨¦l hizo su aparici¨®n la VAO con todas sus estrellas y sin las filminas que suele proyectar durante sus espect¨¢culos. En su lugar tuvimos un cartel con la conocida marca de cervezas que patrocina el asunto. A estas alturas, la indiscutible n¨²mero 1 entre las big bands de jazz europeas es, casi, perfecta. Una verdadera m¨¢quina de swing y jazz y una fuente inagotable de sorpresas. En su recital tocaron los temas del segundo volumen de su reciente trilog¨ªa, 3, dedicado a los "visionarios europeos" (Leonardo da Vinci, Sigmund Freud, Emmanuel Kant, Cop¨¦rnico...). Algunos nos quedamos a escuchar el que fue, sin duda, el mejor concierto vivido en el actual Jazzaldia. La mayor¨ªa se fue; quienes no hab¨ªan venido a escuchar jazz sino algo distinto.
Un concierto de jazz en un festival de jazz, ?pero d¨®nde se ha visto semejante cosa!
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